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en primera líneaJuan Van-Halen

Sánchez, inocentada inverosímil

El Día de la Constitución, alejándose de una conmemoración que debería ser punto de encuentro, como la Transición, lanzó mensajes de odio y enfrentamiento, el célebre muro entre los suyos y el resto de los españoles, considerando a la oposición «herederos de la dictadura»

Ya no se habla del discurso del Rey, en un formato nuevo y, precisamente, en el que para el Gobierno era el año de Franco, desde el mismo salón en que estuvo expuesto su cadáver ante riadas de ciudadanos que desfilaron ante él cuando falleció. El cambio de formato no fue un acierto. Si lo decidieron las nuevas responsables de comunicación de la Casa Real no es para felicitarlas. En este «año de Franco» el Gobierno volvió a un periodo que los españoles de mediana edad no vivieron, a medio siglo de su muerte y más de ochenta años del fin de la guerra. Erró Sánchez en su intención. Creó curiosidad e interés sobre el franquismo entre los que no lo vivieron. Otro grave error es su pertinaz guerra contra Ayuso, experta coleccionista de cadáveres políticos. Ayuso tiene más dídimos que los tan celebrados del caballo en el monumento a Espartero. Su lema podría ser el de Jorge Manrique: «Ni miento ni me arrepiento».

El Debate (asistido por IA)

Acabamos de celebrar los Santos Inocentes. En mi juventud las inocentadas eran gloriosas, cada medio se esforzaba en ofrecer una relevante muestra de ingenio, que era verosímil. Ahora acaso la inocentada más celebrada haya sido la que anunciaba la dimisión de Sánchez; brilló el ingenio, pero resultaba inverosímil conociendo al personaje. Este hombre desconoce la palabra dimisión. No dimitirá no por falta de motivos sino por falta de moral y de respeto a los españoles, a la democracia y a su propio partido al que enterrará. Ha acabado con los inocentes. Todos son culpables. Los españoles no somos tontos ni desmemoriados. O no deberíamos serlo. La impresentable situación que padecemos ya la reconoce hasta el diario considerado, al menos hasta ahora, boletín del sanchismo.

Termina el año mucho peor que empezó. Los que piensan por sí mismos y no se dejan engañar saben que el culpable es Sánchez y su autocracia absorbente. Y no sólo por la corrupción imparable, que cada vez cerca más al presidente, sino también por el ataque a la clase media con condiciones de vida crecientemente peores mientras el sanchismo llena sus bolsillos con unas cargas impositivas nunca sufridas. La generación que más padecerá tantos errores será, es ya, la primera que vivirá peor que sus progenitores. Sánchez trata de estirar artificialmente las cuentas para comprar voluntades, y no digamos la voluntad de sus socios. Sin Presupuestos, incumpliendo la Constitución y alejado de la UE. A los ciudadanos, con una de las mayores deudas europeas, entrampada España hasta las cejas, se les pide apretarse el cinturón en sus economías familiares mientras sólo se benefician unos elegidos que, curiosa coincidencia, suelen ser palmeros del sanchismo.

Sánchez no gira hacia la sensatez sus posiciones políticas. Vive en una realidad paralela. Demuestra que es listo (diferente a inteligente), como los tahúres del Misisipi, y se defiende con trampas. Entre tantas: incumplir la Constitución cuando le peta, enmascarar la mentira como cambios de opinión e identificar a los votantes con sus amiguetes y paniaguados, y en cada elección se demuestra que no es así. Ya está metiendo mano en la lista electoral de Aragón. Y seguirá haciéndolo en cada elección. Mientras, los palmeros no le fallan en las votaciones del Congreso porque los ha puesto él; al Senado lleva un siglo sin acudir porque sus palmeros son menos que sus discrepantes. Menudos usos democráticos. Está desmadrado. El Día de la Constitución, alejándose de una conmemoración que debería ser punto de encuentro, como la Transición, lanzó mensajes de odio y enfrentamiento, el célebre muro entre los suyos y el resto de los españoles, considerando a la oposición «herederos de la dictadura» y «una internacional ultraderechista». Pero esos cocos ya no asustan.

Para el presidente del Gobierno sólo tiene legitimidad democrática la izquierda. No asume la alternancia. Sus acólitos le siguen, pero los ciudadanos ya no tragan con ese país de las maravillas que nos vende. Otra sonada hipocresía la produjo Elma Saiz en su primera entrevista como portavoz del Gobierno, naturalmente en TVE. Exigió la dimisión de Feijóo «porque miente y solamente por eso debería dimitir», pero en mentir nadie iguala a Sánchez. Otra curiosidad: la ministra y portavoz gubernamental criticó la manera de expresarse de Mazón porque en uno de sus mensajes a Feijóo, entregados por este a la jueza de la DANA, le anuncia un «puto desastre». Olvida el célebre «puto amo», referencia a Sánchez del lenguaraz Puente. Espero que la tal Saiz diferencie su responsabilidad de portavoz del Gobierno, para informar de las decisiones del Consejo de Ministros, de la función, bien distinta, de portavoz de su partido. Su predecesora, la alegre Alegría, las confundía.

Otro disparate, como muchos de los suyos, mera tramoya: Yolanda Díaz pide una 'Policía de la Memoria' para vigilar y garantizar que se impartan clases antifranquistas en las aulas. Incluso el menguante Sumar presentó una proposición no de ley en el Congreso firmada por siete de sus diputados, entre ellos el no precisamente demócrata Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista. Estamos arreglados. Una policía de la Memoria; Orwell resucitado. ¿Es que no pararán de hacer el ridículo? Yolanda debería preocuparse por su futuro, cuando abandone su dacha de vicepresidenta del Gobierno. Aunque amenaza tanto no deja de ser fiel al sanchismo; su cómplice. Nunca fue leal a quienes la auparon. Que no se fíe de que Sánchez la acoja. Como Yolanda, Sánchez traiciona siempre.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando