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26 de abril de 2024

tribunaJosé Antonio García-Albi Gil de Biedma

Muy urgente: enterrar la agenda 2030 y la ONU

La propia organización que da clases de cómo debe ser la justicia para el 2030 va a incumplir el más elemental derecho a la justicia, que es aquella que protege la vida

Actualizada 08:31

Conviene recordar que el 10 de diciembre del 1948 se adoptó por la Asamblea General de las Naciones Unidas la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A pesar del tiempo transcurrido para adaptarse, hay países como Rusia, China, Corea del Norte, Venezuela, Cuba y otros que no cumplen con los preceptos de dicha declaración. Lo que parece no importar ni a la propia Organización, ni a gran parte de la comunidad internacional.
A pesar de lo anterior, la ONU consideró que tenía cosas más importantes en las que pensar y en el año 2015 alumbró la Agenda 2030 estableciendo hasta 17 ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible, que se debieran alcanzar en dicho año. Sinceramente no creo que nadie leyera y reflexionara sobre esos 17 ODS, que fueron aprobados en un momento de enajenación mental por fruslería.
Ya hemos visto como con tanta palabrería sobre la «sostenibilidad», dos de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto, e incumplidores de la Declaración Universal de Derechos Humanos, han llevado a cabo las acciones menos sostenibles desde la II Guerra Mundial. Por un lado, el país más contaminante del mundo, ha sembrado una pandemia vírica que ha costado millones de muertos a la humanidad. Algo que incrementa el millonario récord de muertos que ostenta el genocida Partido Comunista Chino.
Por otro lado, el nuevo Stalin ruso ha comenzado una feroz actividad bélica sobre un país vecino, con terribles matanzas de civiles indefensos, bombardeos sobre centrales nucleares y amenaza de guerra atómica. Desde luego algo que tampoco es sostenible para el mundo.
En ambos casos, de la ONU hemos recibido silencio. No parece que dicha organización tenga legitimación moral, ni auctóritas para imponernos objetivos para 2030 dudosamente razonables.
Pero antes de estos dos atentados contra la humanidad, la Agenda 2030 ya suponía un riesgo elevadísimo para el planeta y ya comenzábamos a ver sus efectos. Analizamos algunos de sus objetivos y efectos.
Podemos comenzar por el ODS 7 ya que impacta sobre los demás y que se titula: «Energía asequible y no contaminante». Sí, dice asequible. Lo primero que hace la Agenda de marras es cortar el paso a aquello que es lo más importante para contaminar menos; a saber, la acción investigadora, creativa, imaginativa y tecnológica del ser humano. El hombre que crea formas de producir sin contaminar y que desarrolla técnicas y tecnologías que capturan de la atmósfera el CO2 y se reutiliza de forma limpia. El hombre es capaz de incrementar la oferta de energía y reducir progresivamente la contaminación, si la ONU le deja. Por lo visto, China no cree en esa capacidad humana.
Pero es muy grave que lo que hace este Objetivo 7 de Desarrollo Sostenible es anular y eliminar el derecho de muchos países, sobre todo de los más pobres, a disponer de energía. Se ha prescindido frívolamente de prospecciones de yacimientos de petróleo y gas, de infraestructuras hidráulicas y de energía nuclear sin dedicar un minuto a pensar que la escasez y encarecimiento de la energía va a castigar a millones de personas al no tenerla para sus hospitales, escuelas, condenado a millones de seres humanos al empobrecimiento, la miseria y la patera. En fin, no sólo es absurdo en sí mismo, también hace inviable el objetivo 1 que habla del fin de la pobreza. Y hará imposible la investigación tecnológica sobre la eliminación de elementos contaminantes.
El segundo objetivo sostenible es el referido al «fin del hambre en el mundo». Comienza explicando que la humanidad llevaba décadas reduciendo de manera importante y exitosa el hambre. Nunca como hasta ahora, se había dispuesto de tanta comida, de tanta calidad, bien envasada con excelentes técnicas de conservación, ni nunca el porcentaje de ingresos por familia dedicado a la alimentación había sido tan bajo. Curiosamente, en lugar de perfeccionar el modelo de éxito preexistente, lo que indica es que hay que ir a un modelo global agroalimentario nuevo. Y lo que ya conocemos de ese nuevo modelo no es halagüeño.
Pues ahora tratan de reducir y dificultar las producciones, están generando escasez de productos y son más caros; lo que unido a absurdas leyes sobre envases, que acaban penalizando al reciclado, y al encarecimiento de la logística va a suponer que en muchos países pobres va a ser difícil acceder a la alimentación. Prepárense para volver a ver hambrunas en ciertas partes del mundo. Eso sí, serán hambrunas inclusivas, ya que matarán por igual a niños y a niñas.
La ONU también pontifica sobre la justicia (ODS 16) sin pedir que sea independiente. Mucho me temo que no va a haber justicia para los ciudadanos víctimas de la covid, ni para las víctimas de Putin. La propia organización que da clases de cómo debe ser la justicia para el 2030 va a incumplir el más elemental derecho a la justicia que es aquella que protege la vida. Ya que lleva sin hacer nada contra los que incumplen sistemáticamente la Declaración de Derechos del Hombre.
Una organización en la que dos de sus miembros permanentes y con derecho a veto en el Consejo de Seguridad incumplen sus objetivos de esa manera, precisa ser refundada y no dar lecciones de nada. Esa organización, sus satélites y sus objetivos no son sostenibles ni antes, ni después del 2030; son un suicidio. Y como foro de diálogo internacional, tal vez sea mejor utilizar las redes sociales, compartir fotos y felicitar los cumples.
José Antonio García-Albi Gil de Biedma es empresario
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