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01 de mayo de 2024

tribunaAlfonso Ibáñez Solano

En defensa de las madres difamadas

Pido a los aspirantes a graciosillos que pidan disculpas a los muchos miles de ciudadanos ofendidos y que por consiguiente devuelvan el millón de euros de todos los españoles, recibido del ministerio de Cultura

Actualizada 10:35

Yo no suelo creer mucho en las casualidades y cuando leo que Toni Soler, el graciosillo catalán que se autoproclama humorista y que recientemente ofendió en tan solo unos minutos a todos los andaluces y a todos los católicos y no católicos amantes o devotos de la Virgen del Rocío amén de a cualquiera que defienda la libertad de expresión siempre desde el respeto a los demás, ha recibido una subvención pública de 1 millón de euros por parte del ministerio de Cultura socialista, todo cuadra…
Incluso cuadra con las recientes declaraciones de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau en las que lejos de condenar la ofensa de Toni y sus ridículos mariachis de escenario de tercera, los excusa bajo el pretexto de que se trata de libertad de expresión.
Vengo de asistir a una reunión de amigos comunicadores políticos y hoy el tema a colación ha sido si un político debe o no condenar unos hechos condenables al margen de la ideología del partido, de la del infractor y la de los ofendidos. Es decir, si un político ha de rechazar algo rechazable al margen de los intereses políticos particulares. Rápidamente todos hemos estado de acuerdo en que lo condenable ha de ser condenado al margen de los intereses de las víctimas como de los victimarios, por lo que unánimemente hemos concluido que la señora Ada Colau ha actuado de manera claramente errónea y rechazable. Cuando el asunto parecía ya cerrado, uno de los contertulios ha afirmado que a ver qué hubiera dicho la señora Colau si un humorista andaluz se hubiera «ciscado en su puta madre».
Y aquí he tenido que discrepar, dado que no hay ninguna prueba de que la señora Tina Ballano, a la sazón madre de la alcaldesa de Barcelona, practique la prostitución. Dicha señora se dedica a vender propiedades inmobiliarias de medio/alto nivel, y hasta donde se sabe, los únicos ingresos que recibe son fruto de estas transacciones inmobiliarias y no de la práctica de relaciones sexuales con desconocidos, sean o no potenciales clientes.
He de reconocer que mis conocimientos sobre prostitución son nulos y que por lo tanto puedo equivocarme de cabo a rabo, pero hasta donde me da el sentido común, no puede haber una puta si no hay un cliente dispuesto a pagar. También imagino que si la aspirante a prostituta es más fea que un coche por abajo, será todavía más complicado que alguien esté dispuesto a pagar para además convertirse en el hazmerreir de su cuadrilla. Y si no hay pago, no hay sexo. Y si no hay sexo previo pago, no hay prostitución.
Pero centremos de nuevo el tema. Hay que ser muy prudentes cuando afirmamos que todo es válido bajo el paraguas de la libertad de expresión. Porque mi libertad acaba donde comienza la de los demás y decir barbaridades y dañar los sentimientos de miles de personas sin más razón que la de pretender ofender, no es libertad sino libertinaje. Curiosamente también se denomina libertina a la persona que se entrega sin freno a los placeres sexuales.
Es por todo ello que discrepo totalmente con la señora Colau y no acepto denominar libertad de expresión a la vomitiva actuación de un aspirante a graciosillo catalán con ínfulas de humorista. Que es como ser piloto de drones domésticos y creerse piloto de aviación civil transoceánica.
También discrepo totalmente con el contertulio que ha calificado, aunque lo haya hecho en privado, de puta a la madre de la señora Colau, porque por numerosas y diferentes razones, es altamente improbable que dicha señora se dedique a la prostitución y además siempre debemos concederle el beneficio de la duda, que en una democracia real, uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Por lo tanto, pido a los aspirantes a graciosillos que pidan disculpas a los muchos miles de ciudadanos ofendidos y que por consiguiente devuelvan el millón de euros de todos los españoles, recibido del ministerio de Cultura.
También exijo a la señora Colau que revise su particular concepto de libertad de expresión, que las argumentaciones falsas de este tipo a una se le pueden volver en contra cuando menos se lo espera.
Y finalmente exijo a mi compañero de profesión que procure evitar hacer juicios de valor, que hay que procurar ser justos incluso en las conversaciones privadas. Que esto de la sexualidad ha de quedar en el ámbito de lo privado, siempre y cuando no se practique de manera pública o bajo el ámbito de lo que viene a denominarse prostitución.
  • Alfonso Ibáñez es consultor político
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