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24 de abril de 2024

TribunaTomás Poveda

Sánchez Kirchner Bachelet

No crea el amable lector que ha nacido una nueva «estrella» de la izquierda populista, por la alianza de esos tres apellidos. O en realidad sí, es el propio Pedro Sánchez en persona

Actualizada 01:30

Recuerdo a finales de 2015, Gobierno en funciones –me tomé la ironía de llamarnos en «defunciones», por el olor tanático que desprendíamos– hicimos un viaje oficial a Asunción, Paraguay, mi primer viaje a un querido país que tuve la oportunidad de cultivar en la Casa de América.
Se acababan de celebrar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina. En uno de esos golpes de audacia que le caracterizan, el entonces ministro García-Margallo llamó al embajador en Buenos Aires y le dio la misión de organizar en 24 horas una reunión con el presidente electo Mauricio Macri, quien accedió a recibirnos. Antes de volver a Madrid, volamos a Buenos Aires desde Asunción porque Margallo quería conocer de primera mano los planes de Macri, y darle el respaldo del Gobierno de España a las reformas que necesitaba impulsar. Teniendo presente también los intereses empresariales españoles. Si a la Argentina le empezaba a ir bien, a España y a las empresas españolas también nos iría bien.
El encuentro tuvo lugar y se prolongó por varias horas, el presidente electo y su equipo nos explicaron el panorama que se enfrentaban y qué tenían que hacer. Nos despedimos con una sensación de que dejábamos a un presidente con una tarea hercúlea. También con la idea de que por tantos años de populismo peronista kirchnerista, Macri recibía un legado con trampas a cada paso que quisiera dar. Desde la distancia en aquellos años recuerdo al presidente Macri lidiando con mil problemas, con centenares de grupúsculos regados por el maná kirchnerista, la calle levantada.
El resto es historia: Macri no logró la reelección, perdió las elecciones presidenciales de 2019, frente a la dupla Fernández y Fernández. Las trampas habían sido letales. Pues bien, ese es el paralelismo que hago entre Sánchez y Kirchner: Feijóo ganará bien y gobernará después de esta segunda vuelta del 28-M inventada por el cerebrín de la Moncloa. Gobernará pero no va a ser nada fácil por las bombas de relojería en diversos ámbitos: economía, finanzas públicas, orden y seguridad, independistas otra vez, bilduetarras asaltando el poder en el País Vasco y Navarra. A todo ello se suma la cantidad de chiringuitos que las ministras histriónicas han regado y alimentado en estos años. Se van a ir del Gobierno, sin duda, pero con los bolsillos llenos para incendiarnos la calle.
¿Y por qué meto a Bachelet en esta ecuación sanchiana? La expresidenta chilena tenía un billete de ida y vuelta Santiago-Nueva York, fue lo que hizo cuando Piñera llegó al poder en 2010, alto cargo en la ONU mediante, y lo repitió en el 2018 cuando dejó por segundo vez la presidencia de Chile en manos de Piñera, después de un Gobierno en el que se incluía a comunistas, y con el que impuso una agenda de izquierda radical. Hoy Bachelet ha vuelto a Nueva York, a las cómodas y bien remuneradas poltronas de Naciones Unidas.
Y eso es lo que pretende el figurante de la Moncloa: marcharse a algún organismo internacional, y desde ahí ver cómo sus quintacolumnistas mediáticos, políticos y sociales azuzan las plazas de España para tratar de volver de alguna forma a la política nacional. Tal vez como presidente de la añorada III Republica de las izquierdas. Antes, el 23-J, lo que pretende es conformar una fórmula de «frente amplio» propio de las izquierdas americanas: las izquierdas españolas entorno a él, concentrar voto, y así tratar de evitar que las derechas se hagan con la Moncloa. Será en vano porque el voto «antiSánchez» es muy fuerte, lo comprobará en unas semanas. Pero debemos votar en masa, en esa fecha clave para la Historia reciente de nuestro país.
Feijóo tiene el gran reto y oportunidad de renovar los cimientos del país. Y tiene que hacerlo con un equipo de expertos y profesionales, un plan político milimétrico y una clara estrategia de comunicación. Este elemento es esencial, y esperemos que por tercera vez el PP no vuelva a darse de bruces contra la roca –que no piedra– mediática. Si Feijóo en seis/doce meses deroga el zapaterismo-sanchismo, de tal forma que nuestro país vuelva a la cultura del trabajo, del esfuerzo, del mérito, de la decencia y de la tranquilidad, es decir, aquello en lo que creemos la gran mayoría, volveremos a ser un país admirado y respetado en Europa y en el mundo, porque el potencial de España es enorme.
La sociedad civil liberal-conservadora también tenemos nuestros deberes: debemos arropar al Gobierno de Feijóo que surja del 23J en todo aquello que vaya en la dirección expuesta porque las pelotas de partido se nos acaban, ni Nadal las salva: «O España o el caos». ¡Sí se puede! ¡Sí podemos! Con audacia, valentía y sentido de nación.
  • Tomás Poveda es cofundador de empresas tecnológicas
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