El ministro residente o sin cartera Puigdemont
Un ministro sin cartera es un miembro del Gobierno que no es titular de un departamento ministerial y que asume la responsabilidad de determinadas funciones gubernamentales por decisión del presidente del Gobierno
Puede parecer una broma o considerarlo una tontería. Pero, ¿acaso el fugado Puigdemont no viene operando en la práctica como un ministro sin cartera del Gobierno de Pedro Sánchez? Lo primero que conviene es precisar los conceptos: Un ministro sin cartera es un miembro del Gobierno que no es titular de un departamento ministerial y que asume la responsabilidad de determinadas funciones gubernamentales por decisión del presidente del Gobierno. O sea, que encaja perfectamente en la figura del dirigente de Junts que tanto anima la política del Estado español. Pero afinando un poco más, aprovechando por analogía el concepto, se puede ampliar a la idea de que el citado sujeto es realmente un «ministro residente» [en el extranjero].
Un residente, en este caso, sería con rango de ministro, un alto cargo al que se le solicita que acepte residir de manera permanente en otro país, pero en nombre del que lo nombra. Es un representante de su gobierno y oficialmente cuenta con funciones diplomáticas que se consideran a menudo una forma de gobierno indirecto. Aunque la figura se vincula a los usos del Gobierno de su Graciosa Majestad Británica, parece que se ha incorporado a la Moncloa. El residente reside, valga la redundancia, en el país que tutela en nombre de otro Gobierno del que es enviado, como tutor. Pero en este caso, Puigdemont, el fugado, reside en un tercer país, desde donde impone sus decisiones en este, del que se ha fugado. Viene a ser, por analogía, otra versión dada la vuelta. Está fuera, pero manda dentro.
Ya sé que el asunto se presta a la chirigota. Y sería de risa si los hechos no dijeran otra cosa. El fugado Puigdemont (que presume de que puede volver a España, cuanto le plazca, como ya se ha visto, y eso que Pedro Sánchez prometiera presentarlo ante el juez). Lo de «ministro residente en el extranjero» o «ministro sin cartera», le van bien. Sus decisiones son aceptadas por el Gobierno que dirige el doctor Pedro Sánchez, como vemos de modo reiterado, una y otra vez. Además, tiene la virtud de cambiar la prospectiva del actual presidente que le envía emisarios a consensuar las decisiones que luego asume el repetido Gobierno de progreso, etc.
Es una lástima que ya no exista aquella prensa humorística de tiempos de la II República y uno se imagina la serie de divertidas portadas que el convivio Puigdemont-Sánchez nos proporcionaría. Se puede decir que es un ministro residente, sin cartera, pero con capacidad para influir en todo. Ya vimos en el pasado, como se sometió a sus consultas, estando fugado de su presentación ante la Justicia, una «miembra» [sí escrito de este modo] del Gobierno que reclamaba su asistencia para su propia continuidad, luego completada con la visita del número dos del partido que lidera el Gobierno, al que se impone y este traslada la serie de condiciones [léase amnistía y otras pautas] para asegurar la continuidad de ese Gobierno, al que se impone la negociación en el extranjero el futuro de la gobernación de la nación otorgante, en suelo ajeno, mediante el arbitrio de un observador internacional cualificado, experto en tutelar la solución de conflictos entre naciones.
Un ministro residente desde el extranjero resuelve los más graves o sencillos problemas de la nación que tutela. No acabamos de ver con el asunto del decreto ómnibus, sin perder la vieja y consumada costumbre de imponer tasa o precio en el trato, en este caso que el doctor Sánchez transija con someterse a una cuestión de confianza, en la seguridad que cuentan con la suya. Por cierto, que el prestigioso constitucionalistas Torres del Moral ha señalado los riesgos del uso y abuso de los decretos-leyes, como recurso del Gobierno por lo que, aunque tenga que ser sancionado positivamente por las Cortes para consumar su validez, hurta o merma la propia capacidad deliberativa de las cámaras en asuntos capitulares. Cierto que se usa para atender a determinadas situaciones y demandas de la sociedad en un momento dado. Hasta ahí, todo normal. No obstante, el doctor Sánchez ya se manifestaba repetidamente contrario a su uso y criticaba que lo hiciera su predecesor en el cargo, Rajoy, aunque él mismo ya está a la par en el empleo del citado instrumento. Con ministro residente incluido.
- Fernando Ramos es periodista