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24 de abril de 2024

Antonio Olivié conversando con el embajador de Azerbayán en El Vaticano, Rahman Mustafayev

Antonio Olivié conversando con el embajador de Azerbaiyán en París, Rahman MustafayevBelén Sánchez-Bermúdez

Entrevista desde Roma

La paz en el Cáucaso se juega, también, en el Vaticano

Tras una año de guerra en Nagorno Karabaj, la Santa Sede vuelve a cobrar un papel clave para el diálogo interreligioso. Conversamos con el embajador arzerbaiyano en Francia sobre la idea de abrir una sede diplomática en el Vaticano

Esta semana el embajador de Azerbaiyán en Francia ha viajado a Roma para anunciar la apertura de una sede diplomática en el Vaticano. Un país en el que el 95 % de la población es musulmana, pero que entiende la relevancia internacional de la Santa Sede, con la que ya mantenía relaciones desde 1992. El encuentro religioso puede ayudar a resolver la tensión a poco de cumplirse un año del conflicto en el Alto Karabaj.
La construcción de un entorno pacífico a largo plazo es una de las grandes preocupaciones en la zona. El embajador de Azerbaiyán, Rahman Mustafayev, asegura que «tenemos que encontrar la forma de convivir entre dos vecinos que se necesitan mutuamente». Y por ello también «hemos pedido ayuda al Vaticano para trasladar a Armenia la necesidad de un tratado de paz entre los dos países».
«Hay razones para ser optimistas –asegura Musatafayev–, porque ya ha habido encuentros entre los ministros de Exteriores, pero es preciso llegar a un acuerdo concreto y duradero». En esta zona del Cáucaso no faltan recursos naturales, además de ser un eje para el transporte de mercancías entre Oriente y Occidente, que puede facilitar un gran desarrollo si hay estabilidad.
El papel de los líderes religiosos es fundamental para construir un entorno pacífico a largo plazo. Es la baza diplomática que promueven desde la Ciudad del Vaticano desde hace años y que se ha plasmado con éxito en países de mayoría islámica, como Irak. El embajador de Azerbaiyán en París asegura que «contamos con todos los líderes religiosos, ya que somos un país multiétnico, con 45 etnias y tradiciones diferentes que siempre se han respetado».
El embajador de Azerbaiyán, Rahman Mustafayev, destaca que «en algunos barrios de nuestra capital, en Bakú, coinciden mezquitas, sinagogas e iglesias armenias en paz, al margen de que contamos con una gran biblioteca de antiguos textos armenios».
Azerbayan 2 editado

Belén Sánchez-Bermúdez

Pasos para el diálogo interreligioso

Prueba del aprecio de Azerbaiyán por las relaciones con la Santa Sede es el acuerdo para restaurar algunas de las principales catacumbas de Roma. La Fundación Heydar Aliyev, que preside la mujer del presidente del país, ha renovado un acuerdo con el Pontificio Consejo para la Cultura el pasado mes de marzo.
La aportación de este país islámico a un monumento de gran valor religioso para los cristianos es también un paso adelante en el diálogo interreligioso. De hecho, para la firma del último acuerdo que busca restaurar las catacumbas, viajaron a Roma representantes de la comunidad musulmana, hebrea, ortodoxa y católica del país caucásico.

Tolerancia y convivencia pacífica

En ese encuentro, los diferentes líderes religiosos destacaron el clima de tolerancia y convivencia pacífica en un país donde todas las religiones fueron perseguidas durante la ocupación soviética. Los viajes a ese país de Juan Pablo II en el año 2002 y del Papa Francisco en 2016 han ayudado a favorecer un clima de respeto y mayor conocimiento mutuo.
Los líderes religiosos de Armenia y Azerbaiyán se encontraron el pasado mes en Moscú. Como conclusión de esta cumbre, el patriarca Kiril aseguraba que «estamos convencidos de que las religiones tienen un gran potencial para la paz». Todos ellos concordaban en que «es preciso contribuir a la reconciliación de los pueblos de Azerbaiyán y Armenia por el bien de las generaciones presentes y futuras».
En este momento, el interés de Azerbaiyán por reforzar su presencia en el Vaticano es un paso hacia adelante en las dos vertientes del diálogo interreligioso y de promoción de la paz. Una vez más, el papel de la Santa Sede puede ser determinante en un lugar insospechado para muchos europeos. 
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