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26 de abril de 2024

Carmen Fernández de la Cigoña

Todo es familia

Lo urgente o lo inmediato se lleva lo importante y, muchas veces, la acción se lleva por delante la reflexión. No hay nada, ni nadie, más perverso que los que atacan la institución familiar, porque destrozan a la persona y a la sociedad entera

Actualizada 12:04

La actualidad y con ella la realidad, o viceversa, se empeña en mantenernos «entretenidos» y ocupados en distintas cuestiones que no son de menor importancia. Y si acaso en algún momento cometemos la insensatez de decir, o tan solo pensar, que no se puede ir peor o no se puede hacer peor, esa misma realidad no tarda en quitarnos la razón y demostrarnos lo contrario.
Por supuesto que también hay «destellos de luz en las horas oscuras» y probablemente esos son los que nos llevan a seguir esperando, confiando y actuando, en la medida de nuestras posibilidades, para procurar que, a pesar de todo, las cosas vayan mejor. En cualquier caso, al final todos esperamos eso y trabajamos por ello.
Pero entretanto, esa actualidad que nos lleva, nos enfrenta a diversos acontecimientos políticos, económicos, laborales; que continuamente provocan un malestar y un desasosiego por si ya no vamos a poder hacer, pagar, decir lo que haya que hacer en cada momento, lo urgente o lo inmediato se lleva lo importante. Y muchas veces la acción se lleva por delante la reflexión, porque no me da tiempo, porque tendría que actuar ya, o porque la pasión (que es muy buena) hay veces que solo deja pequeños destellos a la razón.
Seguimos teniendo presente el acoso político e ideológico a un niño por querer que se le enseñe (solo un 25 %) en la lengua de sus padres que es la oficial en el territorio español; las distintas apreciaciones de lo que se puede hacer para aprobar presupuestos (retirar subvenciones a Fundaciones beneméritas, dárselas a chiringuitos, conceder honores a personas cuando menos cuestionables…); lo que nos va a costarla luz cada día o en qué se quedan las pensiones.

Todo lo que nos ocupa en el ámbito político, económico o laboral es de un claro e inmediato impacto familiar

Todas estas realidades inmediatas hacen que la reflexión acerca de la familia en España pase a un segundo o tercer lugar si es que queda tiempo para esa reflexión. Y sin embargo, la realidad es que todo es familia. O si prefieren, todo es relativo a la familia. Porque del mismo modo que hay políticas familiares y políticas (y leyes) de alto impacto familiar, todo lo que nos ocupa en el ámbito político, económico, laboral,… es de un claro e inmediato impacto familiar.
Porque no es en absoluto indiferente para la institución familiar que se pueda elegir la educación que se quiere para los hijos, o reclamar cuando menos lo que marca la ley, sin que eso suponga el acoso a una familia, niños incluidos. Y con una gravedad que va mucho más allá de lo que algunos exponen como un caso aislado.
Afecta a la familia directamente la situación económica en la que los salarios cada vez son más insuficientes para atender las necesidades habituales, que son mayores en una familia de varios miembros. La luz, la calefacción, la cesta de la compra, los libros y el material escolar. Sin duda le afecta de una manera directa la inflación y sus consecuencias.
Por supuesto que afecta a la institución familiar el que se desarrolle un ambiente en el que parece que prima el «todo vale». En el que el fin justifica los medios y se financian distintas ocurrencias, directamente contrarias a la familia natural a costa de dejar de financiar (al menos públicamente) a quién defiende la vida tanto de los que están por nacer como de las familias que pasan hambre y salen adelante gracias a la actuación de instituciones como Fundación Madrina. Porque refleja la apreciación pública del valor que se le da a la familia. O cuando menos, que si no es la mía, no importa.

¿Será casual que todas las medidas económicas, políticas, legislativas vayan en detrimento de la familia?

Afecta a la familia que los mayores que viven de sus pensiones, tengan recursos como para ser independientes, o no. Cuánto más cuando ya hemos visto en innumerables ocasiones que gracias a esas pensiones sobrevivían familias enteras y el panorama que se nos presenta augura que en muchos casos no será suficiente ni para ellos. Claro que afecta a la familia que haya más personas dependientes.
Afecta directamente a la familia, a la apreciación de la vida y a la acogida y al cuidado de la misma –que es lo propio de la familia– que se legisle sobre aborto y eutanasia y se desproteja la vida, porque tiene unas evidentes consecuencias sociales. O que ante el suicidio demográfico, no se tomen medidas para intentar paliarlo, como una puesta en valor de la grandeza y la necesidad de la natalidad.
¿Será casual que todas las medidas económicas, políticas, legislativas vayan en detrimento de la familia? Tiendo a pensar que hay pocas casualidades y menos aún que lo sean tan recurrentes.
Decía Chesterton que «quien ataca la familia no sabe lo que hace porque no sabe lo que ataca». A pesar de mi admiración por él, creo que aquí se equivocaba. Tampoco es casualidad que todos los sistemas totalitarios intenten deshacer los vínculos familiares, porque aíslan a la persona.
No hay nada, ni nadie, más perverso que los que atacan la institución familiar, porque destrozan a la persona y a la sociedad entera, ni nadie más necio que el que no lo quiere ver, o le resta importancia, quizá porque quiera pensar que no es urgente, o que hay otras cosas más importantes a las que atender.

Carmen Fernández de la Cigoña

Directora del Instituto CEU de Estudios de la Familia. Doctora en Derecho. Profesora de Doctrina Social de la Iglesia en la USP-CEU. Esposa y madre de tres hijos.
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