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26 de abril de 2024

Juan Manuel de Prada, en una de las mesas de sitio en el que se desarrolla esta conversación

Parte I de la entrevista al escritor y columnista

Juan Manuel de Prada: «El consenso es un punto de encuentro entre la gente sin principios»

A propósito de su última publicación en Homo Legens, conversamos con el escritor y columnista sobre Dios, la vida, la Iglesia, el arte, el catolicismo y la política con «anteojeras ideológicas» y «sobornos»

En el Café Varela a las 19:00 horas. Una hornada de camareros se mueven, afanosos, por encontrarnos un espacio adecuado para que la entrevista tenga lugar. «No estaba anotado. No se preocupe, caballero. En seguida viene el metre». Esperamos fuera con los bártulos, en medio esa luz tamizada que en el interior de las casas y de los lugares sin vida confunde las formas con las sombras. Llega entre la muchedumbre, destacando a todos lados, como si llevase a Chesterton y Belloc con las cabezas juntas bajo las axilas remontando Fleet Street de madrugada. Pero nada. Viene solo.
Nos saludamos, explicamos con torpeza ruidos anteriores, y nos sentamos en el reservado 708 del Hotel Preciados, con acceso directo desde el restaurante. Tomamos tranquilamente tres cervezas, una botella de agua y unas patatas fritas con algo de queso y algunas regañás para el paso. No hay prisa. Es un viernes por la tarde en Madrid.
¿Por qué se plantea una enmienda a la totalidad?
–Creo que hay una cosa que tenemos que aceptar. Ya sé que es doloroso pero las ideas tienen consecuencias. Si aceptas las premisas del enemigo, es imposible que puedas desarrollar, no ya esa batalla cultural de la que tanto hablan desde ciertos ámbitos de la derecha, planteándolo como una especie de confrontación bélica grotesca, es imposible enfrentar las ideas que sostienen las instituciones y que tienen un desarrollo a través de las leyes. Si aceptas las premisas del enemigo, es imposible que esas mismas premisas tengan un desarrollo lógico. De hecho, cuando no lo tienen, provocan unas convulsiones insoportables, generando una rabia que es como pus retenido, que estalla como una auténtica bomba, como ha pasado, por ejemplo, en Cataluña. El régimen político que padecemos considera que la democracia es más importante que la comunidad política, lo cual es una idea aberrante. La democracia es una forma de organización de la comunidad política, así es como se antepone la forma de organización al propio ser, a la propia comunidad política. La Constitución del 78 antepone la democracia a la comunidad política y por lo tanto considera que las tropelías son lícitas, son válidas, incluso que son valiosas y deben ser reconocidas… Esas ideas solamente anhelan la destrucción de la comunidad política.
¿Qué alternativa queda al sistema de creencias actual?
–Tenemos que tener el valor, la gallardía, de conseguir que la gente se dé cuenta que la única manera de combatir determinadas derivas no es poniendo parches en tal o cual vía de agua, sino sellando la nave… Sellando la nave… Para eso se necesita proponer una visión distinta. Primero, del ser humano. Una antropología alternativa. Es absurdo decir esto porque en realidad sólo hay una antropología. Es decir, el ser humano es uno e indivisible, y lo ha sido siempre, desde que los hombres pintaron las paredes de una caverna hasta nuestros días. El ser humano es exactamente el mismo. No ha cambiado. Por lo tanto, hay una antropología verdadera y eso es lo que le tenemos que mostrar. Aceptar visiones antropológicas, políticas, económicas, culturales que albergan errores como los que estamos viviendo es imposible, imposible que no desemboque en el caos. Si reprimes ese caos… Vas a conseguir que se enconen las posturas. Desde determinados ámbitos, muy concretamente desde el ámbito católico, creo que esto no se entiende bien. Todavía hay muchos católicos que piensan que las ideologías modernas son siquiera tácticamente una manera buena de contener el proceso en el que estamos inmersos. Creo que eso es un error.
La Iglesia, sus miembros, parece estar viviendo un proceso de confrontación profunda entre postulados más dialécticos y otros más dialógicos. Papa Francisco, sí. Papa Francisco, no. ¿Nos ocurre, como a otras instituciones, que estamos creando subproductos culturales y formas de manifestación que no llevan a ninguna parte?
–Yo creo que Francisco acierta claramente cuando señala el veneno ideológico que está infiltrado en el ámbito católico. Yo estoy totalmente de acuerdo con él. En cualquier caso, creo que no ha conseguido quebrar esta dinámica, tal vez porque ha considerado que la mejor manera de quebrarla era en algunos aspectos que desde determinados sectores conservadores estaban descuidados, poniéndolos en primera línea y relegando a una segunda línea aquellas cuestiones que desde ámbitos conservadores habían sido muy potenciadas. Esto se da para introducir nuevas inquietudes en el ámbito católico que resulten más atractivas al mundo. Creo que el propósito de Francisco es bueno, pero no así su realización.

La clave está en decir a los católicos que tienen que abandonar las ideologías, que el pensamiento católico, que tiene un acervo de sabiduría acumulada de dos mil años, es extraordinariamente fecundoJuan Manuel de Prada

Francisco lo que ha conseguido con esto es una especie de falsa complicidad hipócrita de ciertos ámbitos izquierdistas que lo alaban de forma desaforada cuando en realidad no te diré que lo odian, pero lo desprecian en muchos casos. La clave está efectivamente en decirles a los católicos que tienen que abandonar las ideologías, que el pensamiento católico, que tiene un acervo de sabiduría acumulada de dos mil años, es extraordinariamente fecundo, que sirve para interpretar la realidad y que se puede encarnar en todas las realidades naturales; donde hay soluciones económicas y católicas.
El escritor y columnista en una conversación sobre la vida, la Iglesia y Dios

El escritor y columnista en una conversación sobre la vida, la Iglesia y DiosPaula Argüelles

¿Por dónde se empieza?
–Ofreciendo una alternativa cultural católica sin necesidad de que tengan que encasillarlo a uno de escritor católico o de pintor católico… El fin es que el pensamiento católico se puede encarnar en todas las realidades naturales y proponer una alternativa tanto a las ideologías de derechas como a las de izquierdas. No suponiendo que las ideologías de derechas y de izquierdas estén tan enfrentadas como la gente de izquierdas y derechas pretende. Lo que se nos presenta como una batalla cósmica, no son más que querellas intestinas de hijos de mala madre, de una misma ideología. Yo creo que las ideologías modernas beben de sí mismas y de unos mismos errores. Frente a sus errores lo que hay que proponer es la alternativa de la visión cristiana. Yo creo que esto es lo que verdaderamente demanda nuestra sociedad y esto es lo que creo que tornaría a los católicos infinitamente más atractivos a nuestro tiempo.
¿Qué rol juega el católico en hacer esto posible?
–Evidentemente va a haber sensibilidades diversas, pero también habrá cristianos que se despojen del hombre viejo, que digan que «aquella que era mi ideología», en realidad era una idolatría, un sucedáneo religioso. Desde el momento en que me he sentido atraído por este pensamiento cristiano, inmediatamente, dejo de profesar una ideología porque no me sirve para explicar el mundo, y si lo hace, es de una manera mucho más fragmentaria e insatisfactoria. En cualquier caso, hay que mantener un coloquio con nuestro tiempo sin renunciar a lo que somos. El cambalache no conduce a nada. El consenso es un punto de encuentro entre la gente sin principios. Ese no puede ser el ámbito en donde el católico desarrolle su su acción en el mundo. Creo que tiene que ser una propuesta que las muchas personas desencantadas hoy en día por las ideologías perciban como radicalmente novedosa.

Cuando te conviertes al catolicismo la mente se ensancha, percibes el mundo de una manera radicalmente distintaJuan Manuel de Prada

Cuando digo radicalmente no me refiero a extremista, sino de algo que es completamente distinto, que abre, que expande el mundo. Es aquello que decía Chesterton cuando se convierte al catolicismo, que de repente descubre como si su inteligencia se hubiese ensanchado; pasas del formato de pantalla cuadrada del cine de los años 30 al Cinemascope de la mente. ¿Por qué? Porque percibes el mundo de una manera radicalmente distinta. Ya no tienes las anteojeras ideológicas, y desde el momento en que percibes una serie de cuestiones que, por otra parte, no son exclusivas de cristianismo, sino que han sido los pilares de todas las civilizaciones desde casi siempre, ideas a través de las cuales podemos llegar a través de la razón natural, aquí puedo enumerar como aquello de que tenemos que cuidar a nuestros viejos, que no podemos asesinar a nuestros hijos, que no le podemos dar una patada en el culo a nuestra mujer cuando se le ponen las carnes blandas, que tenemos que pagar un jornal justo a quien trabaja... Este tipo de ideas, que son tan viejas como nuestra propia existencia sobre la faz de la tierra, y no porque estén inspiradas divinamente, sino porque están inscritas en nuestra alma... Cuando estas ideas se las propones al mundo, surge una alternativa a las premisas por las que el mundo se rige.
Tampoco podemos pretender que nuestras ideas de la noche a la mañana vayan a provocar una conversión colectiva de España. Puede ocurrir, por supuesto, por intervención sobrenatural, milagrosa, pero lo natural es que esto no ocurra. Pero lo que sí puede ocurrir, y yo no te lo digo como pura elucubración, sino porque tengo una certeza, porque tengo muchos seguidores, muchas personas que aprecian mi trabajo y que aprecian las cosas que defiendo y que no tienen el don de la fe, pero que son personas hastiadas de las ideologías liberales o marxistas o lo que sea, y que de repente dicen: «Joder, es que esta propuesta es una verdad iluminadora». En ese sentido es donde creo que hay que trabajar. Es perfectamente posible. Además, vivimos en una época formidable para lograrlo pues se está destruyendo a muchas personas, se las está abocando a la soledad, a la amargura, al escepticismo, al hastío de vivir. Y esto hace que haya muchas personas que necesiten beber agua porque llevan un largo tiempo bebiendo veneno.
En uno de los capítulos de Una enmienda a la totalidad, lo dedica a la verdad, a prohibir la verdad. ¿Cómo se puede prohibir, a nuestros coetáneos, algo que no se conoce?
–La verdad humana es irreprimible. Los seres humanos hemos sido creados de un determinado modo y como te decía antes, el hombre de las cavernas es exactamente igual que nosotros. Tiene las mismas necesidades, desde las puramente fisiológicas a las espirituales, exactamente igual que nosotros. Los manipuladores sociales, los que han logrado esta especie de «abolición del hombre» que decía C.S. Lewis, han conseguido mediante sobornos modelar la naturaleza humana según sus intereses, sabiendo que constantemente hay un peligro de rebelión. O sea, que a esos seres humanos a los que les has dicho que matar a sus hijos es formidable o que no estar a gusto en su propio cuerpo es maravilloso y es un acto de libertad... Es esa gente la que se te puede revelar porque de repente pueden empezar todos a decir: «Oye, que tengo tetas y soy una señora», «Tengo pito y soy un señor, y quiero ser un señor, y me gustan las señoras, y además es que esta señora me gusta tanto que además es que me gustaría tener hijos con ella y formar una familia». Ese es el miedo que ellos tienen. La naturaleza humana no la puedes rectificar más allá de que culturalmente la puedas modelar. Los manipuladores sociales necesitan efectivamente, mediante leyes, apartarte de la verdad humana. Creo que a la larga es una batalla perdida, pero también creo que hasta que sean derrotados van a infligir muchísimo daño. Por eso, tenemos que ir a los principios y volver a proclamar cuál es la naturaleza y la libertad humana. Tenemos que volver a enarbolar el concepto cristiano de libertad, que es la adecuación del intelecto a la realidad de las cosas. Aristóteles decía que lo que distinguía el ser humano era el discernimiento moral, la capacidad para enjuiciar lo que es bueno y lo que es malo. Eso es lo que se está tratando de cegar anteponiendo los intereses, las apetencias, los anhelos, los caprichos de cada cual, sobornando a la gente con diversos caramelitos para que renuncie a ese discernimiento...
El discernimiento moral va a seguir existiendo en los seres humanos mientras sean tales. Puede ocurrir que algún día estén tan manipulados que ni siquiera tengan esa capa de discernimiento. Entonces podremos decir que ya no son seres humanos, pero yo creo que mientras sigan siendo seres humanos, esa batalla hay que darla porque entretanto, efectivamente, van prohibiendo la verdad, aunque a veces prohibiendo la verdad, de forma misteriosa, reconocen la verdad. Toda esta rabieta que tienen con el tema de la gente que va a rezar a los abortorios. En estos momentos probablemente ellos sean los únicos que reconocen el poder de la oración. Porque consideran que es un acoso. Parece que reconocen qué es la oración, ¿no? Y en el fondo no les falta razón. Dios «te está acosando» todo el tiempo. Sí, a través de la conciencia. Es el instrumento del que Dios te ha dotado para tener conocimiento de las leyes divinas y morales. Desgraciadamente muchos católicos ya no creen en el poder de la oración. En cualquier caso, es interesante y hasta consolador ver que quienes se creen enemigos de Dios, en el fondo, están reconociendo su poder, porque es evidente que el que reza no está acosando; ellos saben perfectamente que la naturaleza humana es invariable y es por eso por lo que necesitan prohibir la verdad.
Juan Manuel de Prada

Juan Manuel de PradaPaula Argüelles

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