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29 de abril de 2024

Hakuna bate récords congregando a 17.000 jóvenes en Madrid

Hakuna bate récords congregando a 17.000 jóvenes en MadridHakuna Group Music

El que canta reza dos veces: Hakuna bate récords congregando a 17.000 jóvenes en Madrid

El grupo, máximo exponente del pop cristiano, actuó en Madrid la noche de Reyes en un Palacio de los Deportes abarrotado en oración

«Creo, sencillamente. Quiero disfrutar de la serenidad del creer, desligar el creer del sentir. Creo, mi Dios, y basta». Los componentes de Hakuna cantan, y más de 17.000 voces les siguen. Porque cuando cantan, en realidad lo que están haciendo es rezar. Y si, como decía san Agustín, el que canta reza dos veces, anoche era una ciudad entera la que elevaba su plegaria a Dios en forma de música.
«Es un regalo de Reyes. Dios, a través de nosotros, se vale para llegar al mundo», expresa Pepe Flores, uno de los integrantes del grupo, en conversación con El Debate. Estamos en el backstage, poco antes de comenzar lo que supondrá un hito en la historia del grupo fundado por Manglano: actuar en uno de los escenarios más importantes del país, con asistentes procedentes de todos los rincones de España (e incluso se escuchaba algo de francés, italiano y portugués).
«En realidad es lo mismo cantar en una capilla que hacerlo aquí: expresamos lo que llevamos en el corazón», añade María Lachiondo, que explica que va a haber «sorpresas» en el concierto. En lo que coinciden ambos es que a nivel íntimo, nada cambia: es un momento de relación íntima con el Señor que se expresa también a nivel comunidad.

Unión intergeneracional

Queda poco para que comience el concierto. Se respira un ambiente familiar, relajado y alegre: amigos que se encuentran, familiares que se acompañan en esta despedida de la Navidad, mucho orden y simpatía entre miembros de cuatro generaciones distintas. De alguna manera se percibe que lo que une a los asistentes no es la pasión por estar en primera fila de su grupo de pop favorito, sino estar «presentes», con todas las connotaciones de la palabra.

La unidad entre ellos no viene definida por un uniforme o una misma forma de hablar, sino por una amistad

A las 21:00 h. en punto se apagan las luces y el público estalla de alegría y entusiasmo. Hakuna ha lanzado un nuevo disco, Capricho (el cuarto, tras Hakuna, Sencillamente y Qaos), porque «somos Su capricho, su deseo», explican los componentes desde el escenario. La unidad entre ellos no viene definida por un uniforme o una misma forma de hablar, sino por una amistad: después de cada canción, se abrazan. «Da la sensación de que un grupo con tantos miembros (son muchos entre cantantes, coro e instrumentos) no podría durar mucho si no están acompañados de alguien que los guía, el Padre Josepe», opina Miriam, una asistente al concierto que llevaba meses esperándolo.
Varias veces vitorean «esta es la juventud del Papa», una proclama que se hizo célebre con Juan Pablo II. Pero es que Hakuna ha venido para reivindicar, o más bien para mostrar, que hay otra forma de vivir, que no toda la juventud está «perdida», como pronostican algunos.

«Ven, Espíritu Santo»

El concierto ha comenzado como no podía ser de otra forma: con una invocación del Espíritu Santo (aunque no hay Adoración del Santísimo como tal). Después de hacer una referencia a los Reyes Magos, que «lo dejaron todo para llevar sus regalos al Rey de la Gloria», suenan Olor a Tostadas, La misericordia y con Sencillamente se iluminan las pulseras del público de diferentes colores, y el WiZink se convierte en un concierto de Coldplay.
El público está entusiasmado; canta a pleno pulmón. «Si me arden en los ojos / Mil millones de porqués / Si me ahogan muchos pocos / Ocúpate tú de todo». Entonan una nueva canción, Trueno, que da voz a Dios en conversación con el alma, y Pluma de escribano, que es palabra de Dios, pues está basada en un salmo.

Dios estaba aquí, en el Palacio de los Deportes de Madrid. Y en los corazones de 17.000 fieles que lo buscan cada día

Uno desearía que el concierto no acabara nunca, quedarse para siempre en unos brazos que mecen la dimensión más verdadera del ser humano. Se suceden Mirada, Baila y déjate de historias, Noche, Dime Padre. Hay lágrimas, ojos cerrados, abrazos, caricias. Comunión. Las voces, afinadísimas, son acompañadas por instrumentos que no tapan, sino que ensalzan las voces, y con visuales cuidados en las pantallas gigantes.
En el descanso, una bailaora flamenca se mueve al son de Llévame contigo, que enlaza con villancicos. Vuelven los de Hakuna para la traca final: «¿Estamos todos bautizados?», preguntan. Un grito atronador hace tambalearse el Palacio de los Deportes. «Ese es el grito de alegría que da el Padre cuando nos bautizamos. Mantened ese grito de alegría en el corazón», piden los integrantes.
Hakuna afirma que no tiene una estrategia, que nunca han querido hacer canciones con un propósito, sino para contar la verdad. «Y la verdad es Dios». Se suceden algunos de sus grandes éxitos, Pasión de Dios, Entre anestesias… y Huracán, quizá la más coreada de la noche. Lo imposible, Vértigo, Forofos y Bendito. Y al salir, el público seguía coreando: «Y un huracán romperá el cielo desde mi garganta gritándote: ¿dónde estás cuando me haces falta?». Esta noche, Dios estaba aquí, en el Palacio de los Deportes de Madrid. Y en los corazones de 17.000 fieles que lo buscan cada día.
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