El escritor y periodista José María Zavala
Entrevista al periodista y escritor
José María Zavala: «Judas no fue malvado desde el principio; evangelizó y curó enfermos como otros apóstoles»
Acaba de publicar su último libro sobre los más estrechos colaboradores de Jesús. «Ha sido una investigación apasionante», reconoce
Duda a la hora de responder cuántos libros lleva publicados. «Creo que 63», contesta sin demasiada seguridad José María Zavala, periodista, historiador, cineasta con siete películas en su haber y, por supuesto, escritor. Los Doce (Espasa) es su última obra en llegar a las librerías, y se trata de «un retrato de los Doce Apóstoles lleno de sorpresas e iluminaciones; un libro cautivador», según lo ha definido Juan Manuel de Prada.
–¿Y por qué un libro sobre los apóstoles?
–Sabemos muy pocas cosas de ellos. Por ejemplo, a Simón el Cananeo se le cita una o dos veces en los Evangelios, nada más. Para mí constituyó todo un desafío, toda una aventura. Me apasiona la investigación, me siento periodista por encima de todo. Y me dediqué a investigar, a escudriñar en los documentos inéditos tras las huellas de estos doce elegidos.
Portada del último libro de José María Zavala
–Los apóstoles vuelven a estar en boca de todos tras el éxito mundial de la serie The Chosen. Les da una apariencia muy «humana», y no tan hagiográfica. ¿Su libro va por esa línea?
–Claro, es que es muy necesario, porque no se puede poner a nadie en un pedestal. Son personas de carne y hueso, como tú y como yo, con todas sus miserias, todos sus defectos. Pedro niega tres veces a Jesucristo, a su Maestro, días después de verle resucitar a Lázaro en Betania. Es decir, ¡Pedro, que es la roca, la piedra sobre la que Jesús elige edificar su Iglesia, le traiciona! Pero luego, eso sí, le pide perdón a lagrimones. Vivió plenamente arrepentido, a diferencia de Judas Iscariote. Si no llega a ser muchas veces por la intervención directa de Jesús de Nazaret, acabarían a tortas entre ellos, porque algunos se llevaban francamente mal. Este libro es para todos los públicos, creyente y no creyente, pues van a disfrutar de ese retrato humano tan necesario y tan acertado como hace la serie The Chosen.
–Me ha llamado la atención el capítulo en el que usted narra cómo se intentó robar la cabeza de San Pedro...
–Sí; nos retrotraemos al año 1438, cuando hay un rico veneciano que está agonizando en el lecho de muerte. En la fiesta de San Pedro y San Pablo, hace una promesa y dice que, si se cura, regalará para el relicario que contiene las cabezas de ambos apóstoles la perla más grande y preciosa que tiene. Se cura y envía esa perla a San Juan de Letrán para que la engasten.
Unos ladrones quisieron llevarse toda esa rica pedrería que cubría los relicarios: rubíes, esmeraldas, diamantes... Una fortuna. Pero son apresados y es tremendo el castigo que reciben: los atan a la cola de un caballo, los arrastran por las calles de Roma hasta San Juan de Letrán y, una vez allí, les cortan a los dos la mano derecha. Después los queman vivos.
–No se andaban con tonterías en esas épocas...
–Era un castigo típico y despiadado de la Edad Media... Es un episodio del que yo no tenía ni idea. Pero que me he ido topando con historias increíbles de los apóstoles, todas ciertas y documentadas.
La 'osadía' de un Papa
–El cuerpo de San Pedro, sin embargo, permanece en paradero desconocido hasta el siglo XX...
–Sí; el Papa Pío XII tuvo la osadía, en 1939, de permitir unas excavaciones en la basílica de San Pedro para tratar de encontrar la tumba del Príncipe de los Apóstoles. Se anuncia que se ha descubierto una tumba vacía, y claro, esto crea un gran desasosiego, una gran decepción.
Pero, en 1964, Pablo VI permitió seguir excavando a más profundidad. Arqueólogos y forenses se pusieron manos a la obra y aparecieron huesos que, tras las perceptivas pruebas de laboratorio, se confirmaron que eran los restos auténticos de Pedro.
–¿Cuál es el apóstol que más le ha llamado la atención durante su investigación?
–Todos. Todos tienen vidas tan distintas y tan fascinantes que te puedes sentir identificado con todos ellos.
–O se lo planteo de otra manera: ¿con cuál se ha identificado más?
– Por un lado con Pedro, precisamente por las veces que yo he renegado de Jesús a lo largo de mi vida. Pero he recibido la gracia de irme al confesionario y pedirle perdón a Jesús de corazón, como hizo Pedro y como no supo hacer Judas Iscariote. Si él también lo hubiera hecho, habría sido perdonado, porque Dios es infinitamente misericordioso.
El apóstol «olvidado»
–Se dice que nadie le reza a San Judas Tadeo porque se le confunde con el otro, y por eso es el patrono de las causas imposibles...
–Hay muchas personas que todavía ignoran que se conserva el brazo izquierdo de Judas Tadeo. Mucha gente tampoco sabrá que esa reliquia recorrió por primera vez los Estados Unidos desde noviembre del año 23 hasta mayo del año 24. Hay unas imágenes maravillosas de Mel Gibson venerando el brazo de Judas Tadeo. Para mí es uno de los apóstoles que más me han tocado.
Mel Gibson sostiene el relicario que contiene el brazo de San Judas Tadeo
Y, por supuesto, también Tomás. Él representa esas dudas de fe que existen en la sociedad actual. Se conserva la falange del dedo índice con el que Tomás tocó las heridas de Jesús tras la resurrección.
–¿Y Judas Iscariote?
–Todo el mundo cree que Judas Iscariote era un ser malvado desde el principio. Yo no estoy de acuerdo en eso. Y Juan Pablo II tampoco, que dijo que no se le podía condenar. Solo Dios sabe dónde está. Cuando Jesús lo elige, predica el Evangelio. Curó a enfermos como el resto de los apóstoles, en el nombre de Cristo. Y luego se fue desviando por distintas razones y porque estaba escrito. Cuando él se da cuenta de que ha entregado al Señor y de que ha cometido ese crimen, arroja con desprecio, con ira, esas 30 monedas de plata. Es dinero contaminado.
–Las arroja en «el campo de la sangre», en Jerusalén...
–...lugar que está localizado. Se ha tendido a pensar que una cosa es la ciencia y otra cosa es la fe. Y la ciencia y la fe no están reñidas, sino que van de la mano, juntas. Mientras tú y yo estamos hablando, se están produciendo excavaciones arqueológicas y, seguramente, habrá hallazgos nuevos sobre Jesús. Como en el año 2022, por ejemplo, cuando se descubrieron los restos de Simón el Cananeo en Mosul, en la segunda ciudad más importante de Irak. Entre las ruinas de una vieja iglesia bombardeada salieron, como desenterrados, sus restos de las entrañas de la tierra.
Un apóstol terrorista
–Simón el Cananeo, o el Zelote, en la serie The Chosen aparece casi como un terrorista de la época. ¿Era así?
–Bueno, ahí hay mucha discusión sobre si verdaderamente él pertenecía a la secta de los zelotes o no. Para que todo el mundo lo entienda, eran personas que no aceptaban ese pacifismo de Jesús, ese 'poner la otra mejilla'. Pensaban que Jesús era el libertador del pueblo de Israel y pero quedaron tremendamente decepcionados, y se tomaban la justicia por su mano. Según las indagaciones que yo he podido hacer, y recurriendo a una de las grandes autoridades en la materia, como es Otto Hophan, que dedicó toda su vida a investigar los Evangelios, Simón no pertenecía a esta secta de los zelotes. Es cierto que no hay nada de información en los evangelios sobre él.
–Vamos a terminar con «nuestro» apóstol, Santiago el Mayor.
–La carta de Alfonso III el Magno, rey de Asturias (852-910) es una prueba palpable de que los restos de Santiago el de Zebedeo o Mayor descansan en la catedral de Santiago de Compostela: «Sabed ciertísimamente que el sepulcro que nosotros poseemos es el del apóstol Santiago».
Fernando Serrulla, un antropólogo forense de fama internacional, recibe un encargo de la Xunta de Galicia en 1991: investigar un busto de plata que hay en la capilla de las reliquias de la catedral compostelana y que, según se creía, guardaba la cabeza de Santiago el Menor (que no hay que confundir con el Mayor, nuestro patrono, y que está enterrado ahí mismo).
Pues bien, Serrulla se encierra durante diez días en esa capilla e improvisa un laboratorio para examinar los restos, que se encontraban en parte calcinados por un incendio, y llega a la conclusión de que esa cabeza pertenece a una persona que fue decapitada. Sin embargo, Santiago el Menor no fue decapitado, sino que el sanedrín lo condenó, en el año 62, a morir lapidado. Falleció cuando un batanero le asestó un garrotazo que le partió la cabeza. Santiago el Mayor sí que fue decapitado con un instrumento contundente y corto, es decir, una espada o un sable.
–Por tanto, el cráneo de Santiago el Menor podría ser, realmente, el de Santiago el Mayor...
–Es lo que defiende Serrulla. Pero no lo podemos saber. Es un misterio más de muchos que rodean a los Doce.