
Los cardenales, velando el cuerpo sin vida de Francisco el pasado miércoles
¿Cómo se llega a ser cardenal de la Iglesia católica?
Los cardenales son los «príncipes» de la Iglesia, que juran derramar su sangre por ella si fuera necesario
El cardenalato es la máxima distinción eclesiástica después del Papado. Tradicionalmente se les identifica como los «príncipes» de la Iglesia, y varios de ellos dirigen los distintos dicasterios que componen la Santa Sede. El Santo Padre es el único con capacidad de designar a un nuevo purpurado, y los candidatos deben cumplir unos requisitos que recoge el Catecismo en el número 351 y siguientes: «El Romano Pontífice elige libremente entre aquellos varones que hayan recibido al menos el presbiterado y que destaquen notablemente por su doctrina, costumbres, piedad y prudencia en la gestión de asuntos; pero los que aún no son obispos deben recibir la consagración episcopal».
Todos los purpurados forman el colegio cardenalicio, órgano que elige al Papa y le asesora en el gobierno de la Iglesia. Además, forman parte de la organización jerárquica de la Iglesia.
El estado clerical en la Iglesia está organizado en torno a una jerarquía, a partir de los tres grados del sacramento del orden: episcopado, presbiterado y diaconado. Esa jerarquía está formada por el diácono, el presbítero, el obispo, el arzobispo, el primado, el patriarca y el cardenal, hasta llegar al Papa.
Cardenales 'in pectore'
El origen del colegio cardenalicio guarda estrecha relación con el presbiterio romano o cuerpo del clero de Roma. En el antiguo presbiterio romano había diáconos, que eran los encargados de los asuntos temporales de la Iglesia; sacerdotes, que gobernaban las principales iglesias de la ciudad; y obispos de las diócesis vecinas a Roma.
Una figura especialmente interesante es la del cardenal in pectore. Tomando de nuevo el catecismo, «quien ha sido promovido a la dignidad cardenalicia, anunciando el Romano Pontífice su creación pero reservándose su nombre in pectore, no tiene entretanto ninguno de los deberes o derechos de los cardenales; adquiere esos deberes y esos derechos cuando el Romano Pontífice haga público su nombre, pero, a efectos de precedencia, se atiende al día en el que su nombre fue reservado in pectore». El Pontífice se reserva este mecanismo para aquellos obispos que, por vivir en países conflictivos o en circunstancias extraordinarias, podrían ver peligrar su vida en caso de hacerse público su nombramiento como cardenal de la Iglesia católica.