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El Papa León XIV, con el báculo que tradicionalmente empleaba Juan Pablo II

El Papa León XIV, con el báculo que tradicionalmente empleaba Juan Pablo IIAFP

¿Qué tipo de obispos va a nombrar León XIV? Él mismo lo ha dejado ver en un discurso

La importancia que el Pontífice concede al perfil de los episcopados es tan alta que aún no ha nombrado a su sucesor como Prefecto del Dicasterio para los Obispos, que él mismo ocupaba antes de ser Papa

Pocos Papas a lo largo de los últimos siglos han llegado a la Sede de Pedro conociendo tan bien el tipo de obispos que existen en el mundo, y el tipo de obispos que el mundo necesita, como León XIV.

No en vano, antes de su elección como Pontífice número 267 de la historia de la Iglesia, el entonces cardenal Robert Francis Prevost era desde 2023 el Prefecto del Dicasterio para los Obispos. Es decir, el máximo responsable de la Santa Sede, después del Papa, que se encarga de filtrar, examinar y concretar las ternas que los nuncios envían a Roma para elegir a los nuevos pastores de las diócesis de todo el planeta, así como de hacer seguimiento de los 5.430 obispos que hay en todo el mundo, según los últimos datos del Anuario Pontificio.

Sin sucesor para elegir obispos

La importancia que el Papa León da a esta labor es tanta que, a pesar de que fue elegido hace ya casi un mes y medio –el pasado 8 de mayo–, aún no ha nombrado a quien será su sucesor como Prefecto.

De hecho, al haber causado él mismo la baja como responsable, se da la paradoja de que el de los Obispos es el único Dicasterio que actualmente no tiene a ningún obispo al frente, puesto que el Pontífice ha renovado a todos los demás altos cargos de la curia, manteniendo a los mismos responsables que tenía el Papa Francisco antes de morir, a excepción de la Gobernación del Vaticano.

¿Alternativa al perfil «francisquista»?

Así, después de que los años del pontificado de su antecesor estuviesen marcado por una fuerte impronta francisquista en el perfil de los nuevos obispos –optando en muchos casos por hombres de fuerte compromiso pastoral y social y una menor preparación académica o teológica que los escogidos por Benedicto XVI o Juan Pablo II– son muchos los que dentro y fuera de la Santa Sede se preguntan cómo serán los nuevos pastores a los que León XIV llamará a ser los Sucesores de los Apóstoles para el tercer milenio.

Una pregunta a la que, sin embargo, el propio Papa León XIV ya ha respondido veladamente o, al menos, para cuya respuesta ha dejado unas pistas más que notables. Lo hizo, en concreto, durante su discurso a los nuncios y a los representantes pontificios, que pronunció el pasado 10 de junio con ocasión del Jubileo de la Santa Sede.

Diez pistas para ser un buen pastor

En un encuentro con este particular cuerpo diplomático, cuya principal misión es encontrar a los mejores candidatos para ser obispos de las diferentes Iglesias locales, el Santo Padre dio un mínimo de diez pistas esenciales, de lo que él entiende debe ser un pastor.

Y, por tanto, del perfil de los candidatos que los nuncios deben buscar entre el clero de sus países, y al que el resto de obispos ya nombrados debería aspirar a representar.

1. Sacrificio y trabajo

En sus primeras palabras a los representantes pontificios, León XIV ya mostró una de los aspectos que más valora en un pastor, estrechamente vinculada a «la selección de candidatos al episcopado»: la capacidad de «sacrificio y trabajo». Lejos de limitarse a un mero agradecimiento de cortesía, el Papa les apuntó que «muchas cosas no podrían suceder en la Iglesia sin el sacrificio, el trabajo y todo lo que hacen para permitir que la gran misión de la Iglesia avance».

2. «El derecho sacrosanto de creer en Dios frente a los poderes de este mundo»

León XIV insistió a los nuncios en la importancia de buscar un tipo de obispo que «está al lado de los últimos, de los pobres; y que siempre defenderá el derecho sacrosanto de creer en Dios, de creer que esta vida no está a merced de los poderes de este mundo, sino que está atravesada de un sentido misterioso».

3. Unidad «no funcional» sino en Cristo

La unidad de la Iglesia, que el Papa León XIV tiene como una de las encomiendas prioritarias de su pontificado, pasa también por la comunión de los obispos entre sí y con Roma... pero sobre todo, con el Evangelio y el Magisterio. «Nuestra comunión no es sólo funcional, ni solo ideal, sino que estamos unidos en Cristo y en la Iglesia».

Y añadía la relevancia de que esa unidad con Cristo y con la Iglesia (o sea, con su Tradición y Magisterio), sea también con el Sucesor de Pedro, para evitar guerras intestinas: «Unidos a Pedro, protegidos por Pedro, enviados por Pedro, en obediencia y en comunión efectiva con el Papa».

4. Mirada reflexiva sobre la realidad

Lejos de hacer planes pastorales por inercia que den la espalda a los problemas reales y profundos de la sociedad, el Papa ponía en valor la capacidad de los pastores de elaborar «documentación y reflexiones y resúmenes» sobre «la situación de la Iglesia en un país» para «hacerse partícipes de la vida misma de sus hijos».

5. Respuesta a la humanidad mendiga

Sin citar términos del pontificado anterior, que sin perder su eficacia visual ya corrían el riesgo de convertirse en fetiches, como «periferias» o «descartados», León XIV empleó el famoso pasaje de los Hechos de los Apóstoles en el que Pedro cura a un lisiado a las puertas del templo de Jerusalén para explicar qué debían hacer los obispos: «Un lisiado mendiga sentado a la puerta del templo: parece la imagen de una humanidad que ha perdido la esperanza y se resigna. Hoy, la Iglesia se encuentra a menudo con hombres y mujeres que ya no tienen alegría, que la sociedad ha marginado o que la vida ha obligado, en cierto sentido, a mendigar para existir».

Y lejos de invitarles solo a permanecer con ellos sin llamar a la conversión, León XIV insistió en imitar a Pedro cuando, ante el lisiado, exclama: «Míranos. ¡En el nombre de Jesucristo, el Nazareno, camina!».

6. Sin afán de protagonismo social

Para evitar que los obispos, en un afán por contemporizar o caer bien socialmente, se conviertan en lo que el refranero castellano denomina «el perejil de todas las salsas», incluso interviniendo en cuestiones que nada tienen que ver con su misión evangelizadora, el Papa reclamó «hombres capaces de construir relaciones donde más difícil resulta. Pero que al hacerlo, mantengan la humildad y el mismo realismo de Pedro, quien sabe muy bien que no tiene la solución para todo (...), pero también sabe que tiene lo que importa: a Cristo, en el sentido más profundo de toda existencia».

7. Testimonio personal y caridad

«Dar a Cristo significa dar amor, dar testimonio, dar esa caridad dispuesta a todo (...) para que todos sepan que la Iglesia siempre está dispuesta a todo por amor», apuntó de forma elocuente el Pontífice.

8. Crucificados por el falso bienestar

El Pontífice también recordó la importancia de que los Sucesores de los Apóstoles no se dejen seducir por lujos, vidas cómodas o relaciones con las altas esferas de la sociedad o del poder, sino que sean «dignos de fe» por actuar desde el amor a Dios y al prójimo «ante el dolor de los inocentes, de los crucificados de hoy, (...) las víctimas de la guerra, la injusticia o incluso ese falso bienestar que engaña y decepciona».

9. Ver el bien oculto en la minoría

Una de las últimas cosas que el Pontífice reclamó fue la capacidad «de ver el bien, incluso el bien oculto, el bien que reside en la minoría» social y eclesial, así como ser «instrumentos de comunión y unidad, al servicio de la dignidad de la persona humana, promoviendo relaciones sinceras y constructivas en todas partes con las autoridades con las que serán llamados a cooperar».

10. Firme decisión por la santidad

Por último, ante la tentación de la mediocridad o del mero cumplimiento de una labor técnica o administrativa, el Papa León XIV recordó el criterio más importante para un obispo como Sucesor de los Apóstoles.

Un criterio que, en sentido más amplio, la misma Iglesia propone a todos los bautizados y en particular a todo aquel que ejerza algún tipo de responsabilidad en cualquier instancia u organización eclesial: «Que su competencia esté siempre iluminada por la firme decisión por la santidad (...), que nos impulse a ser testigos valientes de Cristo, quien siempre es nuestra esperanza».

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