El Papa san Juan Pablo II
La oración que san Juan Pablo II rezaba cada mañana desde su infancia
Se la aprendió para aprobar un examen de matemáticas y, desde entonces, no dejó de rezarla
«El Espíritu Santo ilumina a cada uno personalmente, para guiarlo en su comportamiento, indicándole el camino que tiene que seguir y abriéndole, por lo menos, alguna perspectiva en relación con el proyecto del Padre acerca de su vida», dijo el Papa san Juan Pablo II durante una audiencia general en 1991.
Consciente de la importancia del Espíritu Santo, el Papa no dejó de recitar todas las mañanas una oración al Espíritu Santo. En enero de 1980, san Juan Pablo II participó en una reunión con un grupo de la Renovación Carismática y reveló que, «cuando era niño», aprendió «a orar al Espíritu Santo».
«A los 11 años estaba muy triste porque tenía muchos problemas con las matemáticas —continuó su relato el Santo Padre—, hasta que mi padre me enseñó el 'Veni Creator Spiritus' en un cuadernillo y me dijo: 'Recita esto y verás que Él te ayudará a entender'», indicó el santo. «Desde entonces, he recitado este himno todos los días durante más de 40 años y he visto cuánto nos ayuda el Espíritu divino», afirmó en aquel entonces.
El Veni Creator Spiritus (Ven, Espíritu Santo) es el himno litúrgico dedicado al Espíritu Santo que data del siglo IX. Este canto no es solo una oración litúrgica de Pentecostés, sino también una petición dirigida al Espíritu Santo para que infunda sabiduría. Por ello, se canta durante la elección del nuevo Papa por los cardenales presentes en la Capilla Sixtina durante el cónclave.
Veni Creator Spiritus
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.
Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre;
que inspiras nuestras palabras.
Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.
Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos. Amén.