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18 de abril de 2024

Agustín Domingo Moratalla, autor de 'Homo curans. El coraje de cuidar'

Agustín Domingo Moratalla, autor de Homo curans. El coraje de cuidar (Editorial Encuentro)YouTube

Entrevista

Agustín Domingo Moratalla: «Hace falta coraje para luchar contra el endiosamiento del 'yo'»

El autor de Homo curans. El coraje de cuidar (Encuentro) reivindica la necesidad de desarrollar una «ética del cuidado» como receta contra la desvinculación y la mecanización digital

Para Agustín Domingo Moratalla ha llegado el tiempo del homo curans: frente a la desvinculación y la mecanización digital, el catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia defiende la necesidad de recuperar los vínculos y el roce como base de una ética del cuidado.
Domingo lo argumenta con contundencia en su último libro, Homo curans. El coraje de cuidar, que presentará este miércoles, 8 de febrero, en la Universidad Pontificia de Comillas, a las 18,30h. Atiende a El Debate para hablar sobre eutanasia, sobriedad ecológica y la valentía necesaria para cuidar.
–¿Hace falta coraje para cuidar?
–En nuestra sociedad individualista, en la que cada uno busca solo su propio beneficio y en la que parece que el ideal cultural sea el «yo» autosuficiente, sí hace falta coraje para atender al rostro del otro, porque lo más fácil es mantener las coordenadas. Hace falta ímpetu para reaccionar contra un entorno de endiosamiento del «yo».

Cuanto más digital se vuelve una sociedad, más descubrimos la importancia del roce

–El libro dialoga con una sociedad cada vez más tecnológica y digitalizada, ¿esta reacción es más urgente hoy que en otras épocas?
–A lo largo de la Historia siempre hemos buscado categorías para interpretar la naturaleza humana –el homo oeconomicus, el homo ludens, el homo poieticus…–, y hoy podríamos hablar de homo digitalis. Diría que hoy es más urgente combatir la cultura del yo-yo porque somos más autosuficientes, nos organizamos la vida sin los demás… pero cuanto más digital se vuelve una sociedad, más descubrimos la importancia del roce. Echamos de menos el «Vuelva usted mañana»: al menos entonces alguien nos había dicho que nos iba a esperar.
–¿Homo curans es un toque de atención?
–Quiere serlo. Quiero dar un aldabonazo para advertir del riesgo de la desvinculación y para reivindicar la categoría de relación. Para entender que el otro es parte de mí: ¡reivindico el endeudamiento recíproco! En Homo curans quiero recuperar la relación como categoría central de la ética. «Alguien me cuida, luego existo», lo vemos incluso a nivel biológico: cuando nazco y al final de la vida, alguien me tiene que limpiar el culo. Al final, el tiempo de la soberbia es muy corto, y el cuidado es generativo: cuando cuidamos, crecemos humanamente.

Reivindico una sociedad civil fuerte donde el papel del Estado tampoco sustituya a la familia

–En el libro defiende que estos cuidados no se pueden limitar al ámbito privado.
–Sí, es necesario que los cuidados se pongan en primera línea de fuego y que las instituciones piensen en términos de cuidados; esto va a ser cada vez más importante para alcanzar la justicia social. Se trata de fortalecer los vínculos y las redes sociales para luchar contra el gran problema del futuro: la soledad no deseada. Y ojo: hacer políticas de cuidados no se trata solo de incrementar las ayudas estatales a los individuos; eso sería una visión capitalista. Los cuidados no es algo que el Estado haga para nosotros: yo reivindico la importancia del tercer sector y el principio de subsidiariedad. Reivindico una sociedad civil fuerte donde el papel del Estado tampoco sustituya a la familia ni a la escuela.

El ser humano es un centro descentrado, y que tiene una dignidad incomparable

–¿Me podría poner algún ejemplo?
–Un ejemplo de política de cuidados sería incrementar el número de profesionales sanitarios en las unidades de dolor, y fortalecer los cuidados paliativos como alternativa a la eutanasia. Cuando a un moribundo se le cuida, vive más; en este sentido, las leyes de eutanasia cortan el proceso, no son generativas sino degenerativas. La ética del cuidado requiere trabajar en equipo y evitar reduccionismos: ver en quien tenemos delante a una persona, no solo un consumidor, un paciente o un ciudadano.
–¿El cuidado va ligado también con cierta preocupación ecológica?
–Para mí, la ética de los cuidados va ligada a una sobriedad ecológica: consumir lo justo, educar en un consumo responsable en lugar de priorizar el estado del bienestar. Pero parto de una perspectiva antropológica, creo que el ser humano es un centro descentrado, y que tiene una dignidad incomparable. Es una idea que viene del Papa Pablo VI, cuando hablaba del desarrollo integral de los pueblos, y del humanismo integral de Charles Maritain, y que el Papa Francisco ha recogido en Fratelli tutti y Laudato si.
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