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26 de abril de 2024

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Cayetana H. Johnson es arqueóloga en los Santos Lugares y profesora en la Universidad san Dámaso de MadridEvelio Jiménez

Entrevista a Cayetana Johnson. Arqueóloga en Tierra Santa

«A los arqueólogos no nos cabe duda de que el Gólgota es el lugar de los lugares»

La arqueóloga en Tierra Santa, Cayetana Johnson, explica la ligazón entre ciencia y fe para comprender la historia de los Santos Lugares y habla, además, del hallazgo de un pequeño objeto que demuestra muchas cosas en torno al Santo Sepulcro

La arqueóloga en Tierra Santa, Cayetana H. Johnson, tiene el privilegio de investigar en los distintos estratos de la ciudad vieja de Jerusalén para sacar a la luz la verdad histórica del relato evangélico. Además, nos cuenta el hallazgo de un pequeño objeto que demuestra muchas cosas en torno al Santo Sepulcro.
–¿Desde cuándo hay pruebas de culto en el Santo Sepulcro? ¿Y ahora lo sabes?
–La verdad es que es un lugar apasionante donde los haya y sobre todo uno de los núcleos principales para la cristiandad y para el desarrollo paulatino de la devoción y la fe durante muchos siglos. Para nosotros como arqueólogos y también biblistas, que nos manejamos con diversas disciplinas transversales, y especialmente en esta Jerusalén que vivió la Pasión de Jesús de Nazaret, pues los trabajos son multidisciplinares, tenemos evidencias incluso desde el plano de la micro–arqueología que analiza sedimentos. No van rascando piedras mosaicos, van verificando cada uno de los lugares santos, especialmente de Jerusalén. Y para nosotros un dato principal es precisamente el templo de Venus que construyó el emperador Adriano cuando el transformó Jerusalén como Elia Capitolina que, después de la guerra, el último intento mesiánico que hubo en Israel de Simón Bar Kojba en los años 132 al 135, el emperador Adriano decidió acabar con toda experiencia de este tipo mesiánico religioso, por parte, no solamente judío, sino también de ese núcleo que llamaremos seguidores de Jesús, los temerosos de Dios o judeocristianos.

Ya había veneración y el emperador Adriano decide impedir la memoriaCayetana H. Johnson

–¿Qué hizo el emperador Adriano?
–Prohibió categóricamente cualquier acceso a la ciudad santa de Jerusalén de estos grupos. Entonces, cuando proyecta sobre el Gólgota mismo este templo de Venus, tenemos muy claro que lo hace con una intención específica, porque también tenemos huellas de esto en Belén, justo sobre la gruta de la Natividad, pues allí también levantó un bosque sagrado al dios Tammuz, Adonis. Y lo hacía con mucha conciencia de impedir cualquier tipo de veneración. Nosotros nos fiamos mucho de los peregrinos antiguos y el boca a boca hace mucho.
El Oriente Próximo es muy oral y va contando y va recreando, y va significando cada uno de los lugares por donde pasó alguien, como un acontecimiento. Gracias a los relatos escritos ya de peregrinos, –por ejemplo, el peregrino de Burdeos– sabemos que todas estas pequeñas noticias que nos va llegando nos invita a ver que ya había veneración, y el emperador Adriano decide impedir la memoria o la reverencia.

Tenemos unos peregrinos que son insistentes en ir a venerar según qué lugaresCayetana H. Johnson

–¿La investigación arqueológica apoya el testimonio del texto bíblico?
–Lo apoya rotundamente. Y eso que estos días, y suele suceder alrededor de Navidades o de la Semana Santa, suele haber muchísimas publicaciones y noticias que incluso en algunas ocasiones son bastante frikis, hay que decirlo, y se apuntan varias posibilidades del sepulcro de Jesús. Pero dado que tenemos unos peregrinos que son cabezones, que son insistentes; son persistentes en ir a venerar según qué lugares.

La materia de la devoción

–¿Tan clara se ve esa veneración?
No nos cabe duda que ese Gólgota, esa antigua cantera que estaba fuera de la ciudad amurallada de Herodes el Grande de la Jerusalén de entonces, es el lugar de los lugares. Entonces, todo lo que podemos ir leyendo a través de descripciones del propio Flavio Josefo, un historiador que vivió la destrucción del año 70 o a finales del siglo uno, –más otros alrededor de él–, empuja directamente a este sitio del Gólgota; y en ningún otro se confirma sobre el terreno y, sobre todo, por trabajos de electromagnéticos; por ejemplo, en el suelo del Santo Sepulcro. Como sabemos que estaba ahí la antigua cantera de la ciudad, que dejó de utilizarse, se transformó en un sitio de enterramientos y por eso se justifica la tumba de Arimatea en este lugar, y más los sedimentos que hay en el interior del propio edículo del actual Santo Sepulcro. Después de la ultimísima restauración que se ha hecho en los años 2016, se ha podido analizar perfectamente para concluir que tenemos esos restos de sedimentos del siglo I, más los restos posteriores, conforme se levantó el primer edículo en la época de Constantino el Grande y Santa Elena. Además, la veneración y la piedad, que insistentemente iba a este lugar y no a ningún otro.

La historia es material (...): nos deja lamparitas, nos deja cruces de peregrinación

–¿Qué puede mostrar la ciencia a la fe del creyente?
–La fe no es nada sin historia, y tenemos una religión única en lo que es el Mediterráneo antiguo, empezando por lo que es el mundo judío del Antiguo Testamento y su proyección a través del Nuevo Testamento y con una figura rotunda como Jesús de Nazaret. Sabemos por los deseos del propio Dios de Israel, que también es el mismo de Jesús de Nazaret, como insiste en querer hacer historia con el ser humano. Y la historia es material, es compacta, tiene cultura material, nos deja lamparitas, nos deja cruces de peregrinación, nos deja diversos aspectos de la devoción. Más lo que es la cultura cotidiana material por medio de platos, de casas, de viviendas, de mosaicos.
Todo esto es necesario para completar la fe, porque la fe, en un sentido abstracto, pierde todo su sentido si no tiene un sustento material. Dios vino a través de Jesús de Nazaret para hacerse hombre, también convivir con nosotros y por tanto tiene que vivir esta parte terrenal humana. Y esto también se va a proyectar en todos los lugares santos que tenemos en Israel.
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Evelio Jiménez

El descubrimiento de un anillo

–¿Qué puedes contarnos que te haya conmovido al excavar en los Santos Lugares?
–De todas las experiencias que tengo...; he vivido Intifada, he vivido guerras, hemos sobrevivido a todo esto, es el hito que voy a presentar estos días: el anillo de la Resurrección, que lo encontramos a finales de agosto del 2017.
–¿Por qué es tan valioso ese anillo?
–Es un anillo de peregrinación femenino que está representando el Evangelio de Mateo. Se ve a dos señoras que van a la tumba de Jesús y al otro lado hay un angelote sentado que es el que les dice que «a dónde vais». Es maravilloso: forma parte de lo que conocemos como eulogia, que son los objetos sagrados que se compraban en Tierra Santa y que forma parte de la devoción física, (volvemos a lo físico, a lo histórico, a lo material). Se ve que todo el mundo quería tener ese recuerdo de Tierra Santa y este es un anillo que perdió una señora en un camino de peregrinación; una vía sacra que sube desde la piscina milagrosa de Siloé hasta el Santo Sepulcro.
–Pero, ¿ qué demuestra el anillo?
–Pues este anillo es tan rotundo porque nos está dando una imagen de lo que veían los peregrinos en esa basílica, la primera Basílica del Santo Sepulcro de Constantino y Santa Elena. Así que encontrar ese anillo refleja, por un lado, el valor sentimental y piadoso que tiene esta señora que ha perdido el anillo. Pero, claro, además a nosotros los arqueólogos, nos confirma la devoción.
Todavía no había estaciones clasificadas como tal, pero sí había una insistencia en recrear todos esos momentos finales de Jesús en Jerusalén y había itinerarios que iban por la parte sur de la ciudad, por el monte Sión. Había otros itinerarios que venían desde lo alto del Monte de los Olivos. Se paraba en Getsemaní y luego ya entraba a lo que es más o menos aproximadamente la calle actual de la Vía Dolorosa. Y a los peregrinos les gustaba llevarse recuerdos de Tierra Santa, como hoy, que no hay santuarios donde no haya el recuerdo de un mártir, de un santo o de una veneración especial; donde no haya tiendas alrededor, donde puedes comprar tu estampita, tu agua bendita, tu rosario, todo lo que esté relacionado. Eso también se daba allí.
–Entonces es un gran hallazgo...
–La verdad es que cuando encontramos este anillo, fue una auténtica emoción, porque estamos muy acostumbrados a cerámica, lamparillas de aceite de la época y muros, suelos, pero encontrarte lo que realmente alguien llevaba puesto en sus manos o en una mano y, de repente, lo pierde.... en este camino devocional donde se cantaban los salmos de ascenso de la peregrinación judía y la cristiana, hace que realmente cobre un vigor y da una iluminación espléndida al contexto, a la finalidad y la función de este anillo, que era de una señora que iba derechita a la veneración del Santo Sepulcro.
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