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El buen ladrón: el precursor en el paraíso

El buen ladrón: el precursor en el paraíso

Semana Santa 2023

¿Quién era el buen ladrón a quien Jesús prometió el paraíso?

«Acuérdate de mí cuando vinieres en la gloria de tu realeza» A lo que Jesús respondió: «En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el Paraíso»

La Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino, de la Universidad San Dámaso (UESD), presenta la serie de vídeos titulada Textos Cristianos Antiguos. ¿Qué nos dicen hoy? En este episodio nuestra profesora Pilar González Casado, Catedrática de Literatura Árabe Cristiana, nos habla sobre el buen ladrón: el precursor en el paraíso.

Segú los evangelios de Marcos 17, 27s. y Lucas 23, 39-43, Dimas es uno de los dos ladrones que acompañan a Jesús en el trágico sacrificio de la crucifixión:

«Y con Él crucificaron dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda de Él. Y fue cumplida la Escritura que dice: Y fue contado entre los inicuos. Uno de los malhechores le insultaba diciendo. ¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti mismo y a nosotros. Mas el otro, respondiendo, le reconvenía diciendo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros, la verdad, lo estamos justamente, pues recibimos el justo pago de lo que hicimos; mas Éste nada ha hecho; y decía a Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres en la gloria de tu realeza. Díjole: En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Nuestra verdadera condición

Sobre la conmovedora figura del buen ladrón, el Papa Francisco ha afirmado que este hombre que se compadece de Jesús «nos recuerda nuestra verdadera condición ante Dios: que somos sus hijos y que él viene a nuestro encuentro, teniendo compasión de nosotros. No existe ninguna persona, por muy mala que haya sido en su vida, a la que Dios le niegue su gracia si se arrepiente. Ante Dios nos encontramos todos con las manos vacías, pero esperando su misericordia».

La palabra «paraíso», apenas aparece otras dos veces en el Nuevo Testamento. En su significado originario evoca un jardín florido. Una imagen de aquel Reino que Jesús había anunciado con sus gestos.

El paraíso se aparece así como la meta de a la que está llamada toda vida dentro de la gran historia del mundo, como la plenitud y el destino de cada hombre en la intimidad del abrazo con Dios que se encarna en Cristo, muerto y resucitado.

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