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El cardenal alemán Gerhard Müller

El cardenal alemán Gerhard MüllerPaula Argüelles

El cardenal Müller sostiene que una mujer «no puede ser ordenada»

El purpurado afirma que si una mujer dice recibir la llamada a la vocación sacerdotal es «puro subjetivismo»

El cardenal germano, Gerhard Ludwig Müller, ha manifestado la imposibilidad de que la Iglesia conceda a las mujeres la validez para recibir el sacramento del orden sacerdotal, en una entrevista al portal Kath.ch. «Así como es parte del sacramento del matrimonio como unión indisoluble de un hombre y una mujer, los hombres no pueden casarse con hombres. La determinación de género fue inculcada al ser humano por el Creador», declaró.

El purpurado ha insistido en la llamada de Jesús a los apóstoles como uno de los argumentos en esta cuestión. El apostolado sugiere el oficio de obispo, presbítero y diácono, por lo que está ligado al hombre. El sacerdote, representante de Cristo, es esposo de la Iglesia, mujer que tiene como arquetipo a la Virgen María. Por tanto, continuaba, que sea un hombre el que represente a Cristo en esta relación con la Iglesia «está en la naturaleza del sacramento».

De esta forma, Müller ha asegurado «que un hombre no puede convertirse en madre y una mujer en padre, aunque se tienda a relativizar el fundamento en la creación de la existencia sexual del ser humano». Dios no puede contradecirse a sí mismo. Por tanto, si Jesús es fundador del orden sacerdotal, la llamada que procede de Él no puede ser recibida «arbitrariamente» por las mujeres. Además, el cardenal insistía en que si alguna se siente llamada «es puro subjetivismo». «Si pudiéramos demostrar que Dios es intrascendente o incluso injusto, la razón humana se colocaría por encima de la razón divina», afirmaba.

La periodista, Jacqueline Straub, ha puesto sobre la mesa los acontecimientos de 2002 en el Danubio, en los que algunas mujeres fueron supuestamente ordenadas. «Fue una provocación indigna del sacramento del orden sagrado. No fue válida porque no se cumplieron los requisitos internos. Una mujer no puede ser ordenada sacerdote, no es sacramentalmente posible», sentenciaba.

«Acusación típica de ideologías marxistas»

Ante esta situación, fueron excomulgadas, que es el mismo castigo que reciben los sacerdotes que abusan de niños, exponía la entrevistadora. A esto, Müller explicaba que, en ambos casos, se trata de «un abuso del sacramento». El abuso de niños se castiga en «el sentido del derecho penal secular» por los tribunales estatales, habiéndolo cometido no como sacerdote, sino como ser humano y ciudadano; y «en el sentido canónico eclesiástico como ofensa contra la dignidad del sacerdocio». Por tanto, el abusador recibe un doble castigo.

Ha situado la cuestión de los abusos infantiles, alegando que el 95 por ciento tienen lugar en el ámbito familiar o educativo, que «nada tiene que ver con la constitución jerárquico-sacramental de la Iglesia y el celibato sacerdotal». Así, el responsable de los hechos es el individuo, no su colectivo, una acusación que, dice, es «típica de las viejas y nuevas ideologías marxistas». Al igual que hay que mostrar sensibilidad con las víctimas, el cardenal se niega a «permanecer insensible hacia aquellos que han sido acusados inocentemente».

Müller ha terminado hablando sobre el Sínodo, pidiendo que no fuera interpretado «como una especie de parlamento eclesiástico que quiere imponer a la Iglesia de Cristo una constitución hecha por el hombre según el espíritu de los tiempos».

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