Los «desconocidos» patronos de España que no son ni la Inmaculada ni Santiago
Su culto ha sido enorme a lo largo de la historia. Tanto, que varias fuentes afirman que Justo y Pastor son patronos de España desde época visigoda. Y ese patronazgo no ha sido anulado. Lo comparten con el apóstol Santiago y la Inmaculada Concepción
En su obra Decadencia y caída del Imperio Romano, el británico Edward Gibbon reconoce que, mientras el Imperio comenzaba a resquebrajarse por su crisis interna y la amenaza de los pueblos germánicos, «una religión pura y humilde se insinuó suavemente en los ánimos de los hombres, creció en el silencio y el anonimato, obtuvo nueva energía de la oposición y finalmente levantó la bandera triunfante de la cruz en las ruinas del Capitolio».
Desde los tiempos apostólicos el cristianismo fue avanzando por capilaridad, encontrándose con múltiples obstáculos e incomprensiones. Romanos del siglo II calificaban a los cristianos como «un tipo de hombres entregados a una nueva y perversa superstición», según dijo Suetonio, que «semejan ranas reunidas en torno a una ciénaga, debatiendo cuál de ellos es el más pecador», añadió Celso. De modo que, «si cualquier charlatán o embaucador se mezcla entre ellos, pronto adquiere riqueza imponiéndose a esas ingenuas gentes», concluyó Luciano.
Como de la descalificación al odio hay un paso, no tardaron en desatarse terribles persecuciones contra los cristianos. En tiempos de Nerón, Trajano, Septimio Severo, Decio o Valeriano se sucedieron prohibiciones y sanciones que pretendían eliminar la fe cristiana.
La persecución de Daciano
Aquellos que se mantuvieron fieles hasta la muerte serían llamados 'mártires'. Una palabra, de origen griego, que significa 'testigo'. San Agustín habla del mártir como «testigo de la verdadera religión», presentándolo como otro Cristo. Tertuliano lo expresa con una frase conocida: «La sangre de mártires es semilla de cristianos». La última gran persecución se desarrolló a principios del siglo IV. Impulsada por Diocleciano, dejó abundantes mártires en tierras de Italia, África e Hispania.
Así llegamos a los santos Justo y Pastor, también conocidos como los Santos Niños. Fueron dos hermanos de Complutum (Alcalá de Henares) que, tras negarse a abjurar de la fe, fueron ejecutados en el 306 por orden de Daciano, pretor enviado para hacer cumplir el edicto de persecución.
El primero en mencionarlos es san Paulino de Nola, un galo casado con una complutense. En un poema escrito para consolar a unos amigos de la muerte de su hijo, Paulino alude a su propio hijo, Celso, que había muerto y estaba enterrado junto a los mártires: «A él lo dejamos en la ciudad de Compluto confiado a los mártires vecinos, unido a ellos en el vínculo de la sepultura, para de la vecina sangre de los santos extraiga con qué rociar nuestras almas». Es el origen del culto a los mártires y el valor de las reliquias.
El segundo testimonio nos lo ofrece Aurelio Prudencio, poeta hispano del siglo IV que, en su himno dedicado a los dieciocho mártires de Zaragoza, dice: «Alcalá de Henares se gozará de llevar en su regazo las reliquias de dos santos, la sangre de Justo y de su compañero Pastor, doble ofrenda y presente doble».
Gran culto visigodo
El culto a los santos Justo y Pastor alcanzó grandísimo auge en época visigoda. Su culto se extendió por varias regiones: están documentados templos en su honor en Astorga, Córdoba, Zaragoza, Medina-Sidonia, Guadix, Alcázar de la Sal, y el monasterio de Compludo, fundado por Fructuoso de Braga.
San Isidoro de Sevilla, en el oficio de la Liturgia Mozárabe para los Santos Niños, hace la narración más extensa de su martirio: «Después de arrojar al suelo las tablillas en las que aprendían las primeras letras, por aprender mejor de Cristo Maestro, desde la escuela, sin que nadie los llamara, se presentan ante el juez y se proclaman públicamente cristianos». Aquí está la gran novedad de los dos mártires complutenses: no fueron sorprendidos sino que ellos mismos acudieron, voluntariamente, al verdugo para proclamar su fe.
Después de un diálogo en el que ambos hermanos se consuelan mutuamente ante los tormentos que les esperan, san Isidoro continúa: «llevados al Campo llamado Laudable, uno de los primeros días de agosto, murieron degollados (…) Tras la marcha de Daciano, los cristianos dieron bendita sepultura con todo honor a los cuerpos de aquellos santos mártires».
Sobre aquel enterramiento los cristianos construyeron un templo, redescubierto años después por Asturio de Toledo, que se convertiría en el primer obispo complutense. Aquella iglesia primitiva es hoy la Catedral-Magistral de Alcalá de Henares.
Ejemplo de tierna inocencia
Los Santos Niños son los patronos de la ciudad y la diócesis de Alcalá de Henares. Su solemnidad se celebra el 6 de agosto. Pero también son patronos y titulares una gran cantidad de ciudades, pueblos y parroquias en Europa y América. Su culto ha sido enorme a lo largo de la historia. Tanto que varias fuentes afirman que Justo y Pastor son patronos de España desde época visigoda. Y ese patronazgo no ha sido anulado. Lo comparten con el apóstol Santiago y la Inmaculada Concepción.
Francisco de Quevedo lo explica así: «San Justo y Pastor, niños tan tiernos y mártires tan grandes (…) fueron por muchos días apellidados Patrones de España, como es verdad, y consta del privilegio que dio año del nacimiento de Cristo 646, el católico rey godo Chindasvinto, y está el original en la Iglesia de Astorga en favor del monasterio de San Fructuoso».
Un documento de las Cortes de Cádiz (1812) afirma de nuevo: «Es notorio que en el año 646 el Rey Chindasvinto nombró patronos de España a San Justo y Pastor, como consta de un privilegio de la Iglesia de Astorga». El ejemplo de tierna inocencia, resolución y valentía de los Santos Niños son un modelo para los cristianos del siglo XXI que, frente a las hostilidades políticas y sociales, debemos seguir ofreciendo un testimonio de coherencia y fortaleza.
- Miguel Ángel López Roldán es miembro de la asociación diocesana Santos Niños Justo y Pastor de Alcalá de Henares.