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Cartas del TarotAnastasia Shuraeva

¿Cuáles son los peligros de la Nueva Era?: «Cuando no tenemos a Dios, buscamos respuestas en la superstición»

Desde joven, Catalina Davis fue absorbida por prácticas espirituales que distorsionaron la verdad que buscaba, hasta caer en un laberinto de creencias confusas

La búsqueda de respuestas sobre el sentido de la vida es una constante humana. Sin embargo, ese anhelo de trascendencia puede llevar a caminos engañosos, como el de la Nueva Era, o también conocido como New Age, un movimiento que, bajo la apariencia de liberación y autoconocimiento, esconde riesgos profundos. Surgida en el siglo XX, esta corriente propone una transición de la Era de Piscis, asociada al cristianismo, a la Era de Acuario, marcada por el individualismo y la conexión directa con lo divino sin mediación por parte de instituciones religiosas. Combinando elementos del hinduismo, budismo, gnosticismo y esoterismo, promueve prácticas como el yoga, la meditación y la sanación holística.

Aunque responde a un deseo legítimo de espiritualidad, su sincretismo diluye las verdades del Evangelio y la aleja de la fe cristiana. Catalina Davis es un ejemplo de cómo esta atracción puede convertirse en una trampa. Creció en un hogar donde la superstición y el esoterismo eran parte del día a día, lo que la llevó a involucrarse en estas prácticas desde la adolescencia. «A los 15 años ya empecé a toquetear la magia, luego caí en la Nueva Era», confiesa en esta entrevista para El Debate.

Su incursión en este mundo no fue un mero pasatiempo, sino una búsqueda sincera de respuestas, un intento de encontrar propósito en su vida. Sin embargo, lo que parecía un camino de luz terminó sumiéndola en mayor confusión, hasta que descubrió que las respuestas que anhelaba estaban en un lugar muy distinto.

La religión del 'Yo'

El giro en su vida llegó con su conversión. Fue este evento el que, según ella, le permitió ver con claridad los riesgos inherentes «de esta nueva cultura, filosofía o incluso nueva religión, que es una religión del 'yo' y de la autorreferencialidad», explica. Para Catalina, el enfoque individualista que predica la Nueva Era es uno de sus mayores peligros, ya que «nos convierte en una sociedad muy individualista, que nos impide vivir la caridad».

En su propia experiencia, las respuestas que buscaba solo las encontró en la Iglesia y en un encuentro profundo con la fe: «Sentí una llamada muy fuerte del Señor que me dijo: 'Acerca mi amor a todas las personas que me buscan y que están fuera de la Iglesia'». Esa llamada la llevó a fundar en Roma el Movimiento Creo, cuyo objetivo es, a través de conferencias, testimonios y retiros y sobre todo el programa 'Vuelta a Casa', ayudar a las personas a «tomar conciencia» de los riesgos de las terapias alternativas y a «acercar el amor de Dios a las personas, para que esa herida espiritual y emocional por la que entraron a la Nueva Era encuentre sanación contemplando la Pasión de Cristo».

El reconocimiento de un engaño

Hoy, al mirar atrás, Davis reconoce que gran parte de su vida estuvo engañada. «Me defino como una persona que ha estado viviendo la mayor mentira, que es no saber que soy hija de Dios», comenta con rotundidad. En la entrevista, aborda cómo prácticas espirituales del New Age, como el yoga, han logrado infiltrarse en la Iglesia «a través de nuestra ignorancia», sin que muchos perciban sus riesgos.

Pero no es solo su opinión: «Ya en el documento de la Santa Sede Jesucristo, portador del agua de la vida (2003), se advierte que, de manera muy sutil, este tipo de filosofía se está infiltrando en la Iglesia a través de las meditaciones orientales, el yoga o el eneagrama». Señala que esto ocurre tanto por desconocimiento como por un intento bienintencionado de «intentar evangelizar a personas que están fuera de la Iglesia», pero advierte que lo que en realidad genera «es muchísima confusión».

Uno de los mayores engaños, explica, ha sido el yoga. «Con la excusa de que es solo para relajación o aliviar el dolor de espalda, ha logrado infiltrarse», destacando que muchos consideran estas advertencias una exageración. Sin embargo insiste en que no es simplemente un ejercicio físico: «pertenece al moksha, que es la parte de la salvación en la religión hindú, algo sagrado para ellos, como nuestra Eucaristía».

Catalina advierte que cada postura en el yoga, conocida como asana, tiene un significado espiritual y una connotación religiosa para quienes lo practican, algo que puede ser incompatible con quienes desean seguir fielmente la doctrina católica. Pero no solo se refiere al yoga. Otras prácticas, como el reiki, la biodanza, constelaciones familiares o la meditación oriental, aunque puedan parecer inofensivas, tienen profundas implicaciones espirituales que no deben subestimarse: «Luego nos encontramos con que, cuando uno coquetea con este tipo de terapias, sin saberlo, está abriendo puertas espirituales y le está dando poder al espíritu del mal para que entre en su vida. Puede ser que empiece a destrozar la familia o que la persona comience a tener problemas de salud e incluso que haya una afectación a nivel espiritual como puede ser en los casos más graves la posesión demoníaca».

A través de su experiencia en el movimiento, Catalina ha ayudado a muchas personas a comprender los riesgos de las terapias alternativas y las prácticas que promueve la Nueva Era. «Muchos de los que llegan a nosotros aún practican terapias alternativas, pero empiezan a notar que algo no está bien en sus vidas», indica. Para quienes han tenido consecuencias graves, el proceso de sanación comienza con la conversión y la comprensión de que, detrás de estas prácticas, hay una influencia espiritual dañina. «Nuestro trabajo no es rezar por las personas, sino acercarles el amor de Dios, para que encuentren sanación», afirma con convicción.

Como la llamada de Pedro

Davis advierte sobre los riesgos de la Nueva Era y cómo estas prácticas pueden generar confusión y vacío en quienes las siguen: «Muchas personas, en su búsqueda de bienestar, terminan recurriendo a estas corrientes y, lejos de encontrar respuestas, acaban sintiéndose aún peor». Aunque reconoce que la crisis actual tiene múltiples factores, señala que la proliferación de estas filosofías no ha traído soluciones reales, sino que ha contribuido a alejar a las personas de la verdadera paz que, según ella, solo Dios puede dar. «Cuando no tenemos a Dios, nos aferramos a la superstición y buscamos respuestas en lugares que, lejos de ayudarnos, terminan por hacernos daño».

Aunque el Movimiento Creo atiende sobre todo de forma online, la llegada de la fundadora a Roma no fue casualidad, sino una llamada que, según cuenta, llevaba tiempo gestándose en su corazón. «Nada más llegar, un sacerdote que no me conocía de nada me dijo: 'Jesús llamó a Pedro a evangelizar Roma y quiere que tú hagas lo mismo. Debes quedarte'». Aquellas palabras calaron hondo y fueron la confirmación que necesitaba para dar el siguiente paso.

Así nació Creo en la Ciudad Eterna, con su primera sede física en la Scala Santa, donde los pasionistas han acogido el movimiento. Un lugar que hoy recibe a personas de todo el mundo en busca de orientación y verdad: «Se ha convertido en un centro de peregrinaje para quienes llegan con dudas, heridas y una historia que contar».

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