
San Manuel González,« el obispo de los sagrarios abandonados»
Las misioneras que enseñan a rezar como lo hizo el «obispo del sagrario abandonado»
Las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, fundadas por san Manuel González, enseñan ante su tumba a vivir con su mismo ideal: '¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!'
la capilla del Sagrario de la catedral de Palencia acoge este viernes, 4 de julio, un espacio de recogimiento y oración inspirado en la espiritualidad eucarística de san Manuel González, sacerdote español del siglo XX y apodado el «apóstol de los Sagrarios abandonados».
La iniciativa, organizada por las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, se celebrará cada primer viernes de mes a las 18:30 horas en la capilla del Sagrario de la catedral San Antolín, lugar donde reposan los restos del santo.
Esta propuesta busca ofrecer a los fieles la oportunidad de «aprender a orar ante Jesús Eucaristía como se oraba en el Evangelio», siguiendo la escuela de san Manuel, quien, «con su intensa vida eucarística, nos invita a escuchar y adorar a Jesús Sacramentado, centro y vida de todos los corazones y de toda la vida pastoral de la Iglesia, especialmente en las necesidades diarias de la vida cristiana», explican las Misioneras Eucarísticas en el portal de la diócesis de Palencia.
La Eucaristía como «el primer maestro y la primera asignatura»
La vocación sacerdotal de Manuel González se definió profundamente al presenciar el deterioro de las iglesias y sagrarios, lo que lo impulsó a dedicar su vida a la adoración eucarística. A lo largo de su vida, fundó diversas obras como las Misioneras Eucarísticas de Nazaret y se desempeñó como obispo en Málaga y Palencia, enfrentando duras pruebas, especialmente con el anticlericalismo que se vivió durante la Guerra Civil Española.
Durante su etapa como obispo de Málaga, Manuel González mostró una confianza absoluta en la Providencia y emprendió la construcción de un seminario, concebido como un centro profundamente eucarístico. Su visión integraba la Eucaristía en todos los aspectos de la formación sacerdotal: «En el orden pedagógico, el más eficaz estímulo; en el científico, el primer maestro y la primera asignatura; en el disciplinar el más vigilante inspector; en el ascético el modelo más vivo; en el económico la gran providencia; y en el arquitectónico la piedra angular», como bien señala el portal oficial de las Misioneras Eucarísticas.
«¡Ahí está Jesús!»
El obispo propuso a sus sacerdotes y a las diversas fundaciones que impulsó el ideal de «llegar a ser hostia en unión de la Hostia consagrada», un compromiso total de entrega a Dios y al prójimo. Su intensa actividad pastoral no pasó desapercibida, y con la llegada de la Segunda República, su situación se volvió vulnerable. El 11 de mayo de 1931, el Palacio Episcopal fue incendiado en un ataque anticlerical, obligando a Manuel a refugiarse en Gibraltar y posteriormente a gobernar su diócesis desde Madrid hasta 1935.
Nombrado obispo de Palencia ese mismo año por el Papa Pío XI, Manuel González dedicó sus últimos años a un ministerio marcado por la entrega, pese al notable deterioro de su salud, que afrontó con una sonrisa constante y una aceptación plena de la voluntad divina.
Falleció el 4 de enero de 1940 y fue sepultado en la catedral palentina, junto al sagrario, tal como él pidió en su epitafio: «Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!».