Gonzalo de la Morena, sacerdote y Doctor en Teología Sistemática
Entrevista | Profesor de Teología en Cristología y Mariología Gonzalo de la Morena: «La verdadera devoción a María conduce a Dios; si no, no es auténtica y hay que corregirla»
El profesor de Teología en el área de Cristología y Mariología analiza la reciente nota doctrinal Mater Populi fidelis, en la que el Vaticano desaconseja el uso del título «Corredentora» para referirse a la Virgen María
La reciente nota doctrinal Mater Populi fidelis (Madre del Pueblo fiel), publicada por el Vaticano ha reabierto el debate sobre algunos títulos atribuidos a la Virgen María, en especial el de Corredentora. El documento, firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del dicasterio para la Doctrina de la Fe, busca aclarar su sentido y advierte del riesgo de interpretaciones que puedan situar a María en un plano paralelo a Cristo. Por eso, considera «inoportuno» e «inconveniente» emplear el término de forma teológica o devocional, recordando que «Cristo es el único Redentor».
Para comprender mejor el alcance de este texto y su trasfondo teológico, conversamos con Gonzalo de la Morena, sacerdote murciano y profesor de Teología en el área de Cristología y Mariología en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma). Ingeniero industrial y Doctor en Teología Sistemática, señala durante la entrevista que «el término Corredentora puede expresar un contenido verdadero, pero requiere una explicación precisa que evite interpretaciones equivocadas».
Aunque reconoce que la motivación de la publicación de la nota «podría haber sido expuesta más claramente para evitar toda apariencia de una imposición arbitraria», el profesor ayuda a desentrañar con claridad las claves de un documento que no pretende cerrar debates, sino arrojar luz sobre cómo la devoción a María conduce siempre al núcleo de la fe cristiana: Cristo Redentor.
«María no es el origen ni el fin de la obra de la salvación»
—Para ponernos en contexto, ¿por qué ha sido necesario precisar el uso del término 'Corredentora'? ¿Qué problemas teológicos o pastorales ha suscitado este título en los últimos años?
—El documento afirma responder a diversas consultas y propuestas dirigidas a la Santa Sede. Ciertos grupos buscaban proclamar este título como dogma y el dicasterio ha tomado una posición contraria, intentando orientar sobre el uso de este y otros términos marianos.
El punto central por el que se desaconseja el uso del término Corredentora es por su ambigüedad, que podría inducir a error. La nota reconoce la teología de la cooperación mariana en la redención, pero alerta de los riesgos en el uso de ese término: colocar a María en un lugar que no le corresponde dentro de la armonía de las verdades de fe.
Nada en María está fuera o en paralelo a la acción de Cristo; todo lo que hace lo recibe de Él
En la obra de la redención, María ocupa un lugar muy importante, pero siempre subordinado a Cristo. María no es el origen ni el fin de la obra de la salvación. Tampoco es causa de aquello que solo Dios puede realizar en nuestra historia. Algunos usos podrían llevar a ponerla como centro de la espiritualidad en lugar de medio hacia la unión con Dios. Para evitar estos riesgos, el dicasterio prefiere que no se utilice el término Corredentora. Lo considera «inoportuno» e «inconveniente», pero no «herético» ni «erróneo»; es decir, no es propiamente una prohibición dogmática, sino un criterio prudencial.
Personalmente, creo que la motivación de esta decisión podría haber sido expuesta más claramente, para evitar toda apariencia de una imposición arbitraria, lo que no contribuiría a sanar heridas. Quizás ilustrando mejor cuáles son las consecuencias del desequilibrio que se quiere evitar o, tal vez, explicitando el motivo ecuménico, si es que lo hay. Cuando los motivos no convencen, se arriesga alimentar una reacción contraria.
—Precisamente, ¿cree que este documento puede causar división dentro de la Iglesia, como ha sucedido con otros temas recientes?
—Comparto cierta perplejidad respecto a la oportunidad del documento, pero no quiero añadir leña al fuego. El Papa ha declarado su intención de fomentar la unidad y yo querría servir en esa dirección, que hoy me parece crucial. ¿Convenía sacar esta nota ahora? No lo sé. Por otro lado, la cuestión que se trata es compleja y exige matices teológicos. Hay quienes, sin hacer justicia a la complejidad del asunto, se lanzan a opinar, e incluso a insultar: eso no ayuda. Pero claro, también esa reacción era previsible.
«La redención de Cristo es perfecta y suficiente»
—En la nota se subraya que la Trinidad actúa con «absoluta inmediatez» en la vida del cristiano. ¿Cómo se armoniza esto con la intercesión de los santos y de María?
—Esto toca un tema precioso, pero también muy rico y complejo: la teología de la gracia. Esa «inmediatez» se refiere a la presencia y acción de Dios en el alma en gracia: el cristiano tiene una relación directa y auténtica con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No es una inmediatez que excluya las mediaciones —tanto menos la del único mediador, Cristo— sino que las presupone. De hecho, la finalidad de toda mediación —la Iglesia, los sacramentos, María y los Santos— es precisamente facilitar esa relación «inmediata» con Dios mismo.
La gracia increada es Dios mismo, que habita en el corazón del justo, y esa presencia no puede ser sustituida por nadie. Esta gracia, además, suele ir acompañada de gracias actuales o «gracias creadas»: dones gratuitos que predisponen a la recepción de Dios mismo. Las mediaciones creadas son generalmente dispositivas, es decir, preparan y conducen a la unión con Dios. La gracia, en fin, nunca aísla sino que incluye la comunión con todos los que están en Dios: María, los Santos, la Iglesia.
El documento insiste en el riesgo de que algunos fieles deseen más la intimidad con la Virgen que con Dios, y eso debe ser purificado: la verdadera veneración a María conduce a Dios. Solo Él está llamado a ocupar el centro de la intimidad de la persona.
Ningún título puede expresar completamente el misterio
La acción de Dios es tan potente que, además, nos quiere hacer cooperadores suyos. La redención de Cristo nos transforma de tal manera que no seamos solo sus receptores pasivos, sino también sus instrumentos activos. En otras palabras, toda gracia está para ser comunicada: contiene la potencia de la caridad, que te saca de ti mismo y te pone en relación, empujándote hacia el otro para transmitirle el bien recibido. Así participamos en la obra redentora, no sustituyendo a Cristo, sino incorporándonos a Él y a su dinámica salvadora.
En el caso de María, esta cooperación es única: no solo participa en la aplicación de la redención obrada por Cristo, como también podemos hacer nosotros, sino que además ella participó en la misma obra de la redención —la llamada redención «objetiva»—. Asistió a su Hijo para que cumpliera su misión en su vida y en su muerte en la Cruz. Él, además, nos la dio como Madre en el orden de la gracia. Es una colaboración única.
—Entonces, ¿esto que acaba de explicar no contradice el documento?
—No, en absoluto. El documento reconoce esta cooperación y la explica como participación subordinada. Afirma que todo proviene de Dios, pero muchas cosas pasan también por la libre cooperación humana, y en primer lugar por María. El equilibrio consiste en afirmar que todo en María es recibido de Dios, incluso su maternidad espiritual. El documento propone expresar esta verdad con otros títulos menos ambiguos, no con Corredentora.
—El texto afirma que «no se puede añadir nada a la obra redentora de Cristo». ¿Cómo se entiende, entonces, la mediación maternal de María? Y, además, ¿cómo puede explicarse el «desborde de la gracia» en María sin que se confunda con la redención?
—No añade nada, en el sentido de que lleva a cumplimiento la obra que hace el mismo Cristo. Es decir, sería un error pensar en términos complementarios —como si Cristo llegara hasta cierto punto y María completara el resto—.
La redención de Cristo es perfecta y suficiente, pero además alcanza su plenitud cuando nos asume en su corriente, haciéndonos dar fruto. En María, se da esta dinámica en modo eminente: es la primera redimida y la más plenamente transformada por la gracia, de modo que su fecundidad espiritual es la obra maestra de la redención. Por eso, María participa dentro del mismo movimiento de la gracia: recibe para dar, acoge al Hijo y lo transmite.
Nada en ella está fuera o en paralelo a la acción de Cristo; todo lo que hace lo recibe de Él y, en ese sentido, su cooperación no es un sobreañadido, sino que manifiesta y prolonga la fecundidad de la redención. El «desborde de la gracia» expresa justamente eso: la plenitud de la gracia en María, lejos de constituir una fuente paralela, refleja la superabundancia del amor divino en María, de la que todos nos beneficiamos.
El lenguaje para hablar del misterio
—¿Cuál es la importancia del lenguaje en la teología mariana?
—Total. El lenguaje da forma a lo que podemos pensar y transmitir. Necesitamos dar palabras a los misterios de nuestra fe y de nuestra vida espiritual, aunque sean siempre limitadas y, en cierto sentido, inadecuadas. Hablamos de un misterio que nos supera. Un misterio no es algo que no se pueda entender, sino al revés: lo podemos entender siempre con más profundidad, porque nunca lo agotaremos del todo.
Nadamos dentro de un océano, explicando lo que allí vemos y buscando la verdad, pero nuestra perspectiva no pretende abarcar todo el mar. Nuestras palabras, cuando son verdaderas, son como una ventana: no agota la luz del misterio, pero la deja entrar y dar claridad.
Por eso, ningún título puede expresar completamente el misterio. Todos tienen límites. Expresiones como «Madre de Dios», por ejemplo, son verdaderas, pero pueden malinterpretarse si se entienden fuera del contexto cristológico.
—¿Cuál sería la forma más adecuada de expresar la cooperación de María en la salvación sin caer en errores?
—Todo título puede tener sus límites, porque nuestras palabras solo pueden balbucear el misterio. Pero no es lo mismo un límite que un error. Así, según el documento, el término Corredentora puede expresar un contenido verdadero, pero requiere una precisa explicación que evite interpretaciones equivocadas.
Por eso, aunque no es en sí mismo erróneo, el documento lo desaconseja y prefiere otras expresiones: 'Madre en el orden de la gracia', 'Abogada', 'Auxiliadora', 'Mediadora'. Todas ellas expresan, desde distintos ángulos, la cooperación de María en la obra de la salvación.
El verdadero error sería presentar a María como una redentora paralela o alternativa a Cristo, ya sea en el plano doctrinal o en el espiritual. Ella recibe todo de Cristo y da a Cristo: su cooperación nace de la gracia recibida. Precisamente por ello, su maternidad espiritual es el fruto más bello de la redención, manifiesta la potencia del amor de Cristo y la plenitud transformadora de la gracia.