Medicamento para el asma

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Salud

Cómo afecta el calor al asma y qué hacer para prevenir crisis respiratorias

La hidratación o la adaptación a la actividad física son algunas de las claves para prevenir ingresos hospitalarios

El verano puede suponer un desafío añadido para quienes padecen asma. Las altas temperaturas, la contaminación ambiental, los alérgenos propios de esta época del año y los cambios bruscos de temperatura incrementan el riesgo de sufrir descompensaciones. Así lo advierte la doctora Alicia Padilla Galo, coordinadora del área de Asma en la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), quien ha detallado las principales recomendaciones para mantener el asma bajo control durante las vacaciones.

Según esta especialista, el calor extremo, especialmente en episodios de ola de calor, puede agravar los síntomas del asma. Por ello, recomienda evitar la exposición prolongada al sol entre las 12:00 y las 18:00 horas y buscar espacios frescos, con sombra o ventilación adecuada. Además, subraya que «el uso del aire acondicionado debe realizarse con filtros limpios y temperaturas no excesivamente bajas, para prevenir contrastes térmicos bruscos».

La hidratación también juega un papel clave, ya que la deshidratación puede espesar las secreciones bronquiales y dificultar su eliminación. Además, es fundamental consultar a diario la calidad del aire y evitar las actividades al aire libre en días con elevados niveles de ozono o partículas contaminantes.

Padilla recalca la importancia de seguir el tratamiento de mantenimiento según la prescripción médica y llevar siempre consigo la medicación de rescate. También aconseja adaptar la actividad física, introduciendo descansos regulares y evitando el ejercicio intenso en condiciones desfavorables.

Otra recomendación esencial es la educación en el reconocimiento precoz de síntomas de empeoramiento y la correcta aplicación del plan de acción personalizado, con el fin de evitar ingresos hospitalarios.

Respecto a si conviene ajustar el tratamiento durante el verano, Padilla es clara: «No se aconseja suspender, ni reducir, el tratamiento de mantenimiento del asma durante el verano sin indicación médica, incluso en pacientes con buena evolución clínica». Añade que la mejoría estacional puede deberse a factores como la menor exposición a virus respiratorios, pero esto no implica necesariamente un control inmunológico estable. Por ello, el ajuste del tratamiento debe ser individualizado y decidido tras una evaluación médica.

La doctora también señala los principales signos de alerta que deben motivar la consulta médica: aumento de la tos o sibilancias, uso frecuente del broncodilatador de rescate, despertares nocturnos por síntomas respiratorios, disminución de la tolerancia al ejercicio y un flujo espiratorio máximo inferior al 80 % del valor personal habitual.

Finalmente, para quienes planean viajes o estancias en la playa o la montaña, recomienda consultar con el neumólogo antes de partir y llevar suficiente medicación, dispositivos en buen estado y un plan de acción por escrito. «En entornos de montaña, la menor densidad de alérgenos puede ser beneficiosa, pero el aire frío en altitudes elevadas puede inducir broncoconstricción», advierte. En cuanto a la costa, aunque la brisa marina puede mejorar la calidad del aire, la humedad elevada puede favorecer la aparición de mohos o ácaros en espacios cerrados.

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