Ayuno intermitente
Qué le ocurre al cuerpo cuando pasas 36 horas sin comer, según la ciencia
El ayuno intermitente como método para perder peso evita la incomodidad de tener que contar calorías que requiere la restricción calórica diaria. Existen investigaciones que demuestran que llevar un plan de alimentación que alterna ayuno y comidas regulares puede ser una forma de controlar el peso y prevenir, o incluso revertir, algunas enfermedades.
La dietista Laura Sánchez Anguita, del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario La Luz nos explica que su principal función es la autolimpieza del aparato digestivo, y, como consecuencia de ello, nuestro cuerpo se autorrepara, obteniendo multitud de beneficios, entre los que destacan:
- Disminuye los niveles de dislipemia, colesterol y triglicéridos.
- Baja la presión arterial cuando existe hipertensión.
- Controla los niveles de glucosa.
- Mejora la salud gastrointestinal.
- Ayuda al control del apetito, evitando comer sin necesidad. En este aspecto, la especialista explica que «el individuo experimenta una sensación de hambre y saciedad real, porque se regulan la leptina y grelina, que son las principales hormonas encargadas de regular estas sensaciones».
Partiendo de la base de que todos los expertos recomiendan consultar con el médico antes de comenzar cualquier ayuno intermitente, ya que, por ejemplo, los ayunos prolongados, no son necesariamente mejores para la salud y pueden ser peligrosos. Hay varias maneras de practicarlos, desde aquellos que permiten comer solo durante un período de ocho horas cada día hasta los que optan por ayunos prolongados de 24, 36 o 48 horas.
Qué pasa en un ayuno de 36 horas
Una simulación ha mostrado qué ocurre en el cuerpo cuando una persona deja de comer durante 36 horas. Durante este tipo de ayuno, normalmente se permite beber agua o café, aunque ninguna bebida puede llenar el vacío que deja la ausencia de alimentos. El canal de YouTube The Limitless Emperor, advierte que siempre se debe consultar con un profesional calificado antes de realizar cualquier cambio en la alimentación o estilo de vida.
Por su parte, Healthline recomienda que el ayuno prolongado «solo se realice bajo supervisión médica» y recalca que «no es aconsejable para la mayoría de las personas».
Según investigaciones científicas, en un ayuno de 36 horas el cuerpo atraviesa distintas fases de transformación.
A las cuatro horas
A las cuatro horas, la digestión se detiene y los niveles de insulina disminuyen rápidamente. El cuerpo comienza a usar la glucosa almacenada como fuente de energía, en lugar de procesar nuevos carbohidratos.
A las ocho horas
A las ocho horas de ayuno el nivel de azúcar en la sangre sigue cayendo y el cuerpo empieza a recurrir a sus reservas de glucógeno para obtener energía, lo que puede generar una ligera sensación de fatiga o dificultad para concentrarse.
12 horas sin comer
Después de doce horas sin alimentos, «comienza la verdadera transformación», aseguran los expertos. Con la insulina en su punto más bajo, el cuerpo entra en un estado de cetosis, en el que empieza a quemar grasa para producir energía. Según Healthline, este proceso puede reducir el apetito y favorecer la pérdida de peso, aunque también puede provocar cansancio.
16 horas en ayuno
Se activa la autofagia, el mecanismo natural del cuerpo para reciclar y eliminar células dañadas. Este proceso, conocido como el modo de desintoxicación, permite que el cuerpo se repare desde el interior. Los expertos, aseguran que en este punto siempre se debe consultar con un profesional antes de adoptar hábitos que afecten el metabolismo.
24 horas
Después de un día completo sin comer, la llamada «reparación celular profunda» se acelera. El cuerpo empieza a quemar grasa de manera más eficiente y mejora la sensibilidad a la insulina, reduciendo los niveles de inflamación.
30 horas
Los niveles de la hormona del crecimiento aumentan, lo que puede ayudar a proteger la masa muscular y favorecer la recuperación tras el ejercicio.
36 horas
El cuerpo alcanza su punto máximo de autofagia. Se eliminan células muertas, los tejidos se regeneran y el metabolismo entra en una fase de «reinicio completo», según la simulación.
Quién puede y quién no
Los expertos en salud subrayan que cualquier tipo de ayuno debe realizarse con precaución y bajo supervisión médica.
Existen casos en los que no se recomienda: embarazo; lactancia; infancia; ancianos; trastornos de la conducta alimentaria, sobre todo anorexia y bulimia nerviosas o casos de estrés o ansiedad.
La dietista Laura Sánchez Anguita concluye que, en general, no es una estrategia dañina si se consumen alimentos con los macronutrientes y micronutrientes que necesita el cuerpo: «Puede hacerlo el resto de la población siempre que estén dirigidos por un profesional de la nutrición», concluye la especialista.