Esto forma parte de lo que los científicos llaman «vacunología de precisión»
Salud
El motivo por el que elegir el brazo donde se pone la vacuna es más importante de lo que parece
En tiempos en los que buscamos que las vacunas sean cada vez más potentes y accesibles, este hallazgo demuestra que cada detalle cuenta
Una reciente investigación publicada en la revista Cell ha revelado que el lugar del cuerpo donde recibimos una vacuna puede influir en la fuerza y rapidez con la que se genera la memoria inmunológica. En otras palabras, vacunarse en un brazo u otro puede marcar una diferencia significativa.
En este sentido, aunque las primeras dosis de una vacuna enseñan al sistema inmunológico a reconocer un virus o bacteria, el nuevo estudio sugiere que una parte de las células inmunitarias permanece en los ganglios linfáticos cercanos al lugar de la inyección, donde fueron «entrenadas» por primera vez.
De hecho, este descubrimiento fue realizado por un grupo de científicos en Australia. Observaron que los participantes que recibieron una dosis de refuerzo en el mismo brazo que la primera vacuna desarrollaron una respuesta inmunológica más rápida y potente. Sus cuerpos produjeron más anticuerpos neutralizantes —capaces de bloquear el virus— y activaron con mayor eficacia las células de memoria localizadas en los ganglios linfáticos del brazo vacunado originalmente.
¿Por qué ocurre esto?
Concretamente, todo este fenómeno está relacionado con unas células especializadas llamadas macrófagos de los senos subcapsulares, que residen en los ganglios linfáticos y actúan como auténticos centinelas del sistema inmunológico.
Cuando recibimos una vacuna, estos macrófagos capturan fragmentos del virus o antígeno y se los presentan a las células B de memoria, que son las encargadas de recordar al patógeno. De este modo, si el cuerpo vuelve a encontrarse con el virus, estas células pueden activarse con rapidez para neutralizarlo.
Este proceso explica por qué administrar la dosis de refuerzo en el mismo brazo que la primera vacuna puede resultar más eficaz: porque los ganglios linfáticos cercanos ya cuentan con células B de memoria «entrenadas» y listas para responder de forma más rápida e intensa.
El descubrimiento abre la posibilidad de mejorar la eficacia de las vacunas simplemente eligiendo mejor el lugar donde se aplican. No hace falta cambiar la fórmula ni recurrir a nuevas tecnologías: una decisión tan simple como vacunar en el mismo brazo que la primera dosis puede marcar una gran diferencia.
En un momento en que buscamos vacunas más potentes, rápidas y accesibles, este hallazgo nos recuerda que a veces, los pequeños detalles —como el brazo que elegimos— pueden tener un impacto enorme en la respuesta inmunológica.