Various Cheeses on wooden background

Various Cheeses on wooden backgroundGetty Images/iStockphoto

Los tres quesos recomendados por la ciencia para prevenir la demencia

La cifra de personas que padecen algún tipo demencia o deterioro cognitivo en España podría alcanzar los dos millones en 2050. La falta de tratamientos efectivos ha obligado a los científicos a buscar enfoques preventivos a través de la modificación de los factores de riesgo como la presión arterial, el colesterol, el consumo de alcohol, el sueño o la dieta, entre otros.

Una investigación, publicada en Neurology, la revista médica de la Academia Americana de Neurología ha estudiado un patrón dietético destinado a reducir el riesgo de deterioro cognitivo y demencia comprobando que un mayor consumo de queso y crema con alto contenido de grasa podría estar vinculado a un menor riesgo de desarrollar demencia. No obstante, los autores aclaran que la investigación no demuestra una relación causal, sino únicamente una asociación.

El análisis se centró en productos lácteos con alto contenido graso, definidos como quesos con más del 20 % de grasa –entre ellos cheddar, brie y gouda– y cremas que contienen entre un 30 % y un 40 %, como la nata para montar, la nata doble o la nata coagulada, generalmente etiquetadas como «enteras» o «normales».

«Durante décadas, el debate entre dietas altas y bajas en grasa ha influido en las recomendaciones de salud, llegando incluso a clasificar al queso como un alimento que debía limitarse», señaló la doctora Emily Sonestedt, de la Universidad de Lund, en Suecia. «Nuestros resultados indican que algunos lácteos ricos en grasa podrían, en realidad, reducir el riesgo de demencia, lo que cuestiona ciertas creencias arraigadas sobre la grasa y la salud cerebral».

Datos del estudio

El estudio analizó datos de 27.670 personas en Suecia, con una edad promedio de 58 años al inicio del seguimiento, que se prolongó durante unos 25 años. Durante ese período, 3.208 participantes desarrollaron algún tipo de demencia.

Los participantes registraron su dieta durante una semana y respondieron cuestionarios sobre sus hábitos alimentarios en años anteriores, además de detallar cómo preparaban sus comidas. Con esta información, los investigadores compararon a quienes consumían al menos 50 gramos diarios de queso rico en grasa –equivalente a unas dos lonchas de cheddar– con quienes ingerían menos de 15 gramos al día.

Al final del seguimiento, el 10 % de los grandes consumidores de queso alto en grasa desarrolló demencia, frente al 13 % entre quienes consumían menos. Tras ajustar variables como edad, sexo, nivel educativo y calidad general de la dieta, el equipo concluyó que el grupo con mayor consumo presentaba un 13 % menos de riesgo de demencia. En el caso específico de la demencia vascular, el riesgo fue un 29 % menor.

Menor riesgo de Alzheimer

El análisis también mostró un menor riesgo de enfermedad de Alzheimer entre quienes consumían más queso rico en grasa, aunque este efecto solo se observó en personas que no portaban la variante genética APOE e4, asociada a un mayor riesgo de esta enfermedad.

En cuanto a la crema, los investigadores compararon a quienes consumían al menos 20 gramos diarios –alrededor de una a dos cucharadas– con quienes no la ingerían. Tras los ajustes estadísticos, el consumo diario de crema alta en grasa se asoció con un 16 % menos de riesgo de demencia.

No se observaron asociaciones similares con el consumo de queso o crema bajos en grasa, leche entera o descremada, mantequilla ni productos lácteos fermentados como yogur, kéfir o suero de leche.

Estos hallazgos sugieren que no todos los lácteos tienen el mismo impacto en la salud cerebralEmily SonestedtProfesora de la Universidad de Lund, en Suecia

«Aunque el queso y la crema enteros se asociaron con un menor riesgo de demencia, otros productos no mostraron el mismo efecto. Se necesitan más estudios para confirmar estos resultados y determinar si realmente existe un efecto protector», afirmó Sonestedt.

Entre las limitaciones del estudio, los autores señalaron que todos los participantes eran suecos, por lo que los resultados podrían no extrapolarse a otras poblaciones. Sonestedt destacó además que en Suecia el queso suele consumirse crudo, mientras que en países como Estados Unidos se consume con mayor frecuencia cocinado o acompañado de carne, lo que podría influir en los efectos observados.

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