Dejar de fumar protege el cerebro

Dejar de fumar protege el cerebroGTRES

Nunca es tarde: dejar de fumar protege el cerebro también entre los mayores de 60 años

El humo del cigarrillo contiene miles de sustancias químicas tóxicas que dañan casi todos los órganos del cuerpo y están relacionadas con numerosos tipos de cáncer, accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas y pulmonares. Numerosos estudios han demostrado de manera consistente que dejar de fumar a cualquier edad produce beneficios para la salud.

En diciembre de 2024, se publicaba en el American Journal of Preventive Medicine una investigación que concluía que dejar de fumar incluso a los 75 años aumentaba significativamente la esperanza de vida de una persona. Los resultados mostraban que, aunque los beneficios de dejar de fumar disminuyen con la edad, todavía hay ganancias sustanciales para las personas mayores. En concreto, dejar de fumar a los 65 años puede alargar la vida al menos 8 años.

Ahora, un nuevo estudio publicado en The Lancet Healthy Longevity revela que abandonar el tabaco en la mediana edad o más tarde se asocia con un deterioro cognitivo más lento, lo que podría reducir el riesgo de demencia. Los investigadores apuntan que fumar podría dañar la salud cerebral al afectar la circulación sanguínea, provocar inflamación crónica y generar estrés oxidativo, procesos que dañan las células neuronales.

Un equipo internacional de investigadores analizó los datos de 9.436 personas mayores de 40 años, con una edad media de 58, provenientes de 12 países, y comparó los resultados de pruebas cognitivas entre quienes dejaron de fumar y quienes continuaron haciéndolo.

Los resultados del trabajo muestran que las puntuaciones cognitivas de los exfumadores disminuyeron significativamente menos que las de los fumadores activos en los seis años posteriores al abandono del tabaco.

Fluidez verbal

En particular, la tasa de deterioro de la fluidez verbal se redujo a la mitad, mientras que la pérdida de memoria se ralentizó un 20 %. Según los autores, este enlentecimiento del deterioro cognitivo podría traducirse en un menor riesgo de desarrollar demencia a largo plazo.

La doctora Mikaela Bloomberg, autora principal del estudio y miembro del Instituto de Epidemiología y Atención de la Salud de la UCL, explica: «Nuestro estudio sugiere que dejar de fumar puede ayudar a mantener una mejor salud cognitiva, incluso después de los 50 años» y añade: «Nunca es demasiado tarde para dejarlo».

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Una persona mayor fumando

Bloomberg destacó que, aunque los beneficios físicos de abandonar el tabaco son ampliamente conocidos, esta evidencia añade una nueva dimensión: la protección de la salud cerebral: «Los fumadores de mediana edad y mayores son quienes menos intentan dejar el tabaco, pero quienes más sufren sus efectos».

Saber que dejar de fumar podría preservar la función cognitiva puede ofrecer una motivación adicional para abandonar el hábitoMikaela Bloomberg

El estudio combinó datos de tres grandes proyectos longitudinales –el Estudio Longitudinal Inglés sobre el Envejecimiento (ELSA), la Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación en Europa (SHARE) y el Estudio de Salud y Jubilación de Estados Unidos (HRS)– en los que los participantes respondían a encuestas bianuales.

Se comparó a más de 4.700 personas que dejaron de fumar con un grupo equivalente que siguió fumando, ajustando variables como edad, sexo, nivel educativo y país de origen. Antes de dejar el tabaco, ambos grupos mostraban un deterioro cognitivo similar. Sin embargo, seis años después, las trayectorias se separaron de forma clara: los exfumadores experimentaron entre tres y seis meses menos de deterioro por año de envejecimiento en memoria y fluidez verbal.

Por su parte, el profesor Andrew Steptoe, coautor del estudio, asegura que «un deterioro cognitivo más lento se relaciona con un menor riesgo de demencia» y puntualiza: «Estos hallazgos refuerzan la idea de que dejar de fumar podría ser una estrategia preventiva frente a la enfermedad, aunque se necesita más investigación para confirmarlo».

Con el envejecimiento poblacional en aumento, los autores sostienen que invertir en políticas de control del tabaco podría tener beneficios no solo cardiovasculares, sino también cognitivos.

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