Juan C.M., consumidor de "Chemsex"

Juan C.M., una persona que practica «Chemsex»EFE

Viruela del Mono

El chemsex: la práctica sexual que estaría relacionada con el brote de viruela del mono

Además de consumir drogas, la mayor parte de los hombres que practican esta actividad son VIH positivo

Jóvenes de unos 35 años, con título universitario y salarios de más de mil euros: así es el perfil de las personas que suelen frecuentar las conocidas chemsex, peligrosas fiestas sexuales rodeadas de drogas que, según los expertos, han aumentado durante la pandemia.
El chemsex es el uso de drogas psicoactivas en un entorno sexual, un anglicismo que según la RAE es posible adaptar al español como 'sexdopaje', o lo que es lo mismo, la utilización de diferentes tipos de sustancias para facilitar o potenciar las relaciones sexuales con el objetivo final de desinhibir a la persona.
El perfil de los usuarios que acuden a una chemsex suele corresponder a varones jóvenes, alrededor de los 35 años, universitarios hasta en un 69 % de las ocasiones y con unos ingresos mensuales que superan los mil euros, según un estudio realizado por 22 hospitales de la Comunidad de Madrid.
En estas fiestas se consume en su mayoría metanfetamina y estos actos tienen doble riesgo. Además de consumir drogas, la mayor parte de los hombres que practican esta actividad son VIH positivo, según informes de expertos que maneja el Congreso.
Además de la metanfetamina, consumen otro tipo de sustancias como el GHB/GBL, mefedrona, poppers, cocaína, ketamina, éxtasis o, incluso, viagra.

El chemsex en primera persona

El valenciano Juan C.M. responde al patrón de consumidor «chemsex»: tiene 35 años y tiene un trabajo estable. Mientras atiende a Efe para explicar en qué consisten estas prácticas, encima de la mesa hay todo tipo de drogas: popper, mefedrona y alfa, una droga química sintética de color blanco que aumenta la frecuencia cardíaca y la tensión arterial.
Tapado con capucha negra y usando mascarilla, en la habitación hay una luz tenue, una cortina por la que entra algún rayo de sol y mucho humo. Con una pipa de cristal fuma alfa, aunque explica que también se puede tomar vía oral, esnifada o inyectada, algo especialmente peligroso.
«Ahora hay sesiones de 'slam', de gente que se pincha por vena, una práctica que conocí en Madrid, pero creo que ya ha llegado a toda España aunque yo no la practico, me da miedo», dice a Efe. De hecho, la forma de realizar estas «chemsex» ha evolucionado y los expertos aseguran que el «slam» cada vez está más presente en estas peligrosas fiestas, una combinación de alto riesgo difícil de controlar.

Un solo asistente puede llegar a transmitir hasta a quince personas la hepatitis C si se comparten jeringuillas

«Un solo asistente puede llegar a transmitir hasta a quince personas la hepatitis C si se comparten jeringuillas», asegura una doctora especializada, y señala que es importante que «las personas que decidan participar en este tipo de reuniones se hagan chequeos regulares, especialmente en hepatitis C y VIH».
En cuanto a la organización de estas chemsex, Juan C.M. asegura que han proliferado aplicaciones específicas para mantener este tipo de encuentros y que, por tanto, se facilitan muchísimo. Él suele quedar con el mismo chico, consumen y más tarde abren una «app» para que acuda más gente. Asegura que ha llegado a estar hasta 72 horas sin dormir con 17 personas en una casa privada en Madrid.
La realización de estas chemsex ya no se limita a ambientes marginales: ahora, la disponibilidad de aplicaciones al alcance de todos y la facilidad del «aquí y ahora» permiten participar en este tipo de reuniones en muy poco tiempo.
Según los expertos, desde 2003 el uso de drogas en el ámbito sexual ha aumentado considerablemente, pero es en 2016 cuando esta práctica se comenzó a socializar masivamente a causa del fácil acceso a las aplicaciones.
Por todo ello resalta que la combinación de sexo, drogas y redes sociales hace necesario que se le preste una especial atención a lo que considera un grave problema de salud pública que puede estar «pasando por debajo de los radares oficiales».
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