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18 de abril de 2024

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Salud

Qué es la depresión y síntomas para detectarla

La muerte de Verónica Forqué, una persona pública que había reconocido sus problemas de depresión en más de una ocasión, vuelve a poner el foco sobre esta enfermedad cada vez menos silenciada pero con un importante tabú sobre ella.
La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, pues se estima que afecta a un 3,8 % de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años. A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas tienen depresión
La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave. Puede causar gran sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio.

Síntomas de la depresión

En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Se presentan varios otros síntomas, entre los que se incluyen la dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía.
En determinados contextos culturales, algunas personas pueden expresar más fácilmente sus cambios de estado de ánimo en forma de síntomas somáticos (por ejemplo, dolor, cansancio, astenia), pese a que esos síntomas físicos no se deben a otra afección médica.
Durante un episodio depresivo, la persona afectada experimenta dificultades considerables en su funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional y en otros ámbitos importantes.
Los episodios depresivos pueden clasificarse en leves, moderados o graves, en función del número y la intensidad de los síntomas, así como de las repercusiones en el funcionamiento de la persona.

Tristeza y depresión: diferencias

La tergiversación de conceptos puede dar lugar, además de a usos incorrectos e imprecisos de esos términos, a confusiones que terminan por diluir su verdadero significado. 
Desde hace años, la equiparación coloquial entre tristeza y depresión ha propiciado que se asocien de manera equívoca los síntomas de un estado anímico pasajero o puntual a los de un trastorno mental no siempre determinado únicamente por circunstancias externas. Impera un extenso desconocimiento sobre qué es lo uno y lo otro, y eso puede llevar a autodiagnósticos desacertados que pueden empeorar innecesariamente la situación del paciente.
La OMS, establece a este respecto que dicho trastorno es «distinto de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana».
«La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Se presentan varios otros síntomas, entre los que se incluyen la dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía», detalla el organismo, que intenta así establecer distinciones claras entre un estado de ánimo puntual y un trastorno mental grave que puede, advierte, desembocar en ideaciones suicidas si no es tratado correctamente.

Tratamiento de la depresión

Hay tratamientos eficaces para la depresión.
Según la intensidad y tipología de los episodios depresivos a lo largo del tiempo, se pueden ofrecer tratamientos psicológicos, como la activación conductual, la terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal, y/o medicamentos antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los antidepresivos tricíclicos. Para el trastorno bipolar se utilizan diferentes medicamentos. 
Los antidepresivos no son el tratamiento de primera elección para la depresión leve. No se deben emplear para tratar la depresión en niños ni como tratamiento de primera elección en adolescentes, en quienes hay que usarlos con suma cautela.

Dónde pedir ayuda

  • Teléfono prevención del suicidio (operativo las 24 horas durante los 365 días del año): 900 92 55 55
  • Teléfono de la Esperanza: 717 00 37 17
  • FSME: Fundación Salud Mental España para la Prevención de los Trastornos Mentales y el Suicidio
  • PREVENSUIC: Aplicación para smartphone destinada a familiares, profesionales y personas en riesgo.
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