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23 de abril de 2024

Manifestación antivacunas en la República Checa, el 30 de enero

Manifestación antivacunas en la República Checa, el 30 de eneroAFP

COVID-19

La reticencia a vacunarse podría estar relacionada con los traumas infantiles

Un estudio constata que el rechazo tanto a los sueros como a las restricciones gubernamentales es mucho mayor entre las personas que arrastran experiencias traumáticas que entre las que no

La reticencia a vacunarse contra la covid podría estar relacionada con el hecho de haber atravesado ciertos traumas durante la infancia. Es la conclusión a la que ha llegado una investigación realizada en Gales entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, en plena época de restricciones, y que ha sido publicada esta semana en la revista científica BMJ Open.
Los autores encuestaron en ese tiempo a 6.673 personas, de las cuales se computaron para el trabajo 2.285 al cumplir los criterios de elegibilidad y contestar a todas las preguntas formuladas. En concreto, la encuesta preguntaba sobre nueve tipos de traumas infantiles sufridos antes de los 18 años (abusos físicos, verbales y sexuales; separación de los padres; exposición a la violencia doméstica; y convivencia con un miembro del hogar con enfermedad mental, abuso de alcohol y/o drogas, o que estuviera en prisión). Además, recogía datos personales y experiencias de condiciones de salud a largo plazo, niveles de confianza en la información de los servicios de salud sobre la COVID-19 y, por último, las actitudes hacia las restricciones orientadas a frenar la transmisión de la enfermedad y la vacunación.
Mientras que la mitad de los consultados afirmó no haber experimentado ningún trauma, el 20 % dijo haber experimentado al menos uno; el 17 %, dos o tres; y el 10 %, cuatro o más.
Con esa base, los autores detectaron que las personas con experiencias traumáticas eran más propensas a incumplir las restricciones y a mostrar su desconfianza respecto a vacunarse. Así, cuatro de cada diez, por ejemplo, declararon tener poca confianza tanto en la información de la covid proporcionada por el sistema de salud británico como en los sueros.
De la misma manera, el apoyo a la eliminación de las mascarillas obligatorias fue cuatro veces mayor entre las personas con cuatro o más traumas que entre las que no. Factores también vinculados a esta tendencia fueron la edad más joven, el sexo masculino y la falta de antecedentes de enfermedades.
Lo mismo ocurrió con el distanciamiento social: el deseo de acabar con él era dos veces mayor en este grupo que en el de las personas sin experiencias de ese tipo (38 % frente al 21 %).

¿Explicación?

Pero, ¿se trata de una casualidad o hay realmente una explicación científica? Los investigadores señalan que las personas que han sufrido traumas en la infancia «son conocidas por tener mayores riesgos de salud a lo largo de su vida. Los resultados obtenidos aquí sugieren que estas personas pueden tener más dificultades para cumplir las medidas de control de la salud pública y, en consecuencia, necesitan un apoyo adicional». Es decir, que los traumas posiblemente socavan la confianza en general y, por consiguiente, en el sistema.
«Se necesita urgentemente una mejor comprensión de cómo aumentar su confianza en los sistemas sanitarios y el cumplimiento de las orientaciones sanitarias. Si no se tiene en cuenta la mejor manera de involucrar a estas personas, algunas corren el riesgo de quedar efectivamente excluidas de las intervenciones de salud de la población, permaneciendo en mayor riesgo de infección y planteando un riesgo potencial de transmisión a otros», concluyen.
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