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02 de mayo de 2024

Stockton Rush, presidente de OceanGate, dentro de Titan

Stockton Rush, presidente de OceanGate, dentro de Titan

Submarino perdido Titanic  «Nadie que esté dentro de Titan llega desprevenido»: la advertencia de uno de los turistas que ha ido en el sumergible

Quienes acceden a meterse en el submarino saben a lo que se exponen y deben firmar un largo documento en el que exoneran a la empresa de cualquier percance

«Todo tiene que estar perfecto. Una inmersión a estas profundidades conlleva unos riesgos», explica Alan Estrada, un youtuber mexicano que hace un año tuvo la oportunidad de bajar al Titanic dentro del sumergible de OceanGate.
Gracias a su testimonio y al de otras personas que han pasado por esta experiencia hemos intentado reconstruir un relato de cómo es estar dentro de Titan, el sumergible que se perdió el pasado domingo con cinco tripulantes que iban a ver los restos del Titanic.
Titan es el único sumergible fabricado con fibra de carbono, que puede descender hasta 4.000 metros. El pecio del Titanic se encuentran a unos 3.800 y, a pesar de su gran tamaño, no es tan fácil encontrar el barco hundido una vez que se comienza a descender.
El mayor inconveniente es que a los 1.000 metros de profundidad la oscuridad se adueña del fondo marino. Todo se ahoga en una penumbra porque la luz del sol ya no puede penetrar más. Únicamente vemos lo que está a un palmo de distancia.
La visibilidad que hay a 1.000 metros de profundidad

La visibilidad que hay a 1.000 metros de profundidad

«Aunque el barco es bastante grande, la corriente te lleva mientras bajas, por lo que tienes que buscarlo porque no encuentras el Titanic de inmediato», añade Renata Rojas, una de las primeras turistas en sumergirse en las profundidades del Atlántico Norte con Titan. Rojas hace hincapié en la importancia que tienen tanto las comunicaciones como que el sonar funcionen bien. «Todo el mundo cree que estas expediciones son como en las películas: te subes al submarino, bajas, ves la proa y vuelves tan contento, pero no es así». Requiere su tiempo: se tarda en bajar y en subir y cuando llegas abajo estas unos pocos minutos (si se consigue) cerca del barco.
Titan es bastante estrecho: mide 6,7 metros de largo, 2,5 de alto y 2,8 de ancho. Tiene espacio para cinco personas y solo uno de ellos puede extender completamente las piernas. «El interior del submarino es similar al de una minivan», comenta Mike Reiss, escritor y productor que hizo el viaje el año pasado.
El sumergible tiene la particularidad que se cierra y se asegura por fuera. Una vez dentro, los tripulantes no tienen forma de salir de allí si no es con ayuda del exterior. Abordo de Titan el ambiente es fresco, tenuemente iluminado y silencioso.
Una vez confirmado que todo está bien, se sustrae el aire de la plataforma en la que se coloca el sumergible. Se baja unos 4 metros y antes de que Titan se libere de la plataforma se vuelven a revisar una serie de detalles.
A poca profundidad, el piloto comprueba todos los sistemas antes de iniciar la inmersión. La comunicación con la superficie es vital: si esta se pierde, la inmersión debe ser abortada.
Desde el interior de Titán se puede ver el exterior del sumergible por si algo falla

Desde el interior de Titan se puede ver el exterior del sumergible por si algo falla

Durante sus viajes experimentales, Titan sufrió problemas: fallo eléctrico a 1.700 metros que les obligó a volver a la superficie. El sistema de arrojo (el que libera el peso para volver a la superficie) dejó de funcionar. Por cuestiones técnicas, una inmersión de seis horas pasó a ser de 16...
Quienes acceden a ir en Titan son muy conscientes del peligro que corren: «Tuve que firmar un largo consentimiento que enumera varias veces la posibilidad de muerte en la primera página. Nunca te lo quitas de la cabeza», alegaba Reiss durante una entrevista.
David Pogue, corresponsal de CBS, también se encontró con varios desafíos cuando realizó el viaje. Titan se «perdió en el fondo del mar durante unas cinco horas». Pogue no estaba en el sumergible, pero sí en una sala de control del barco nodriza. «Nadie que esté dentro de Titan ha llegado desprevenido: saben en lo que se están metiendo», sentencia Reiss.
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