Girauta: «Me parece catastrófico que medios de la derecha adopten el lenguaje de la izquierda»

Juan Carlos Girauta combate la deriva actual de la izquierda con determinación y serenidad. Lo hace como fino analista de la actualidad en sus columnas y también, desde su fundación Pie en Pared, creada hace un año. El exdiputado de Ciudadanos se incorpora a la prestigiosa sección de Opinión de El Debate y a partir de este 1 de noviembre, los lectores pueden seguir la actualidad a través de sus artículos.

–¿En qué valores se identifica con El Debate?

–El Debate es mucho más que un periódico. Es el espíritu de un pensamiento y unos valores que arrancan con Herrera Oria hace más de un siglo. Y esos valores son muy fáciles de actualizar. España se enfrenta a grandes retos. Hay un enconamiento que se parece al que se produce en los años 30.

No solo entro en El Debate, entro en un grupo con cuyos fines me identifico, con los fines de la fundación y de la universidad. En los últimos años, estoy muy centrado en la batalla de las ideas, en la lucha contra la hegemonía cultural woke y eso es lo que combate el grupo CEU.

–¿Cómo se ha exportado esa ideología woke a España?

–La izquierda sabe desde Gramsci que la hegemonía se consigue a través de los generadores del imaginario; hace un siglo eran la música, las revistas culturales, las artes, el teatro... Hoy es todo eso, pero sobre todo las plataformas de streaming, los medios de comunicación, la universidad y la escuela. No es la izquierda de hace 20 años y este es el gran peligro de nuestro tiempo.

No es un problema español, es un problema occidental. La izquierda ha sustituido su cosmovisión anterior por una especie de caleidoscopio, donde hay pequeñas causas fragmentarias, pero que bien observadas ofrecen un patrón.

La izquierda ha perdido su ser al olvidar que tenía un sentido de reivindicación socialJuan Carlos Girauta

–¿De qué causas se han apoderado?

–Defienden el catastrofismo climático, el ser antitaurinos o defender lo que siempre ha sido la leyenda negra sobre España, o el indigenismo o la autodeterminación de género. No se dan cuenta de que una por una todas sus causas son reaccionarias. La izquierda ha perdido su ser al olvidar que tenía un sentido de reivindicación social en los países europeos, donde la socialdemocracia puede hacer políticas incrementalistas que mejoren el estado de bienestar. ¿Qué pasa con eso? Que ahora es aburrido.

–En cierta forma es también una exaltación de victimismo.

–Totalmente. Por ejemplo, si yo fuera woke, lo primero que haría sería aprovechar que soy catalán. Esas identidades con las que puedes hacer victimismo. Luego me inventaría alguna más, aunque no sea identidad, como que soy vegano y me molesta la gente come carne. Pero, cuidado, si dices que eres cisgénero, entonces hay un problema.

–La ideología de género es una de las grandes banderas de este movimiento woke.

–Lo que ellos llaman trans o autodeterminación de género es una causa reaccionaria porque de manera activa en las escuelas, cuando hay niños que muestran una afinidad incluso física o corporal por otros niños les hacen plantearse si no serán, en realidad, niñas. Esto es completamente homófobo, porque lo más probable es que sea homosexual. No niña. La disforia de género es una cosa que era mínima estadísticamente y de pronto, ha explotado. Ha explotado a la vez que las teorías de Judith Butler y compañía se expandían de forma masiva.

Hay una serie de personas que no aceptamos la superioridad moral ni intelectual de esta izquierda wokeJuan Carlos Girauta

–Y el mensaje ha calado de forma peligrosa.

–El gran público puede pasar a consumir una serie de teorías que hace unos pocos años sólo estaban dentro de cenáculos universitarios, sobre todo en EE.UU. Luego ya la tontuna se contagia a España. Y ahora la izquierda es básicamente eso. Y hay una serie de personas que no aceptamos la superioridad moral ni intelectual de esta izquierda woke. Yo veo medios en la derecha que van adoptando en sus titulares el lenguaje de la izquierda, y eso me parece catastrófico.

–¿Cuál es la labor de los medios de comunicación en este momento delicado con Pedro Sánchez manejando los hilos del país para su mayor gloria?

–Lo primero que hizo Sánchez cuando llegó al poder con su moción de censura fue destituir a la cúpula de un diario privado. Él se hace con el poder y lo primero que hace es echar a la cúpula de El País, porque unos días antes escriben un editorial en el que le definen algo como un aventurero sin escrúpulos. Y entonces lo primero, la venganza. Ese es el ejemplo de la relación que Sánchez cree que el poder debe mantener con los medios de comunicación.

Los medios de comunicación, por definición, se tienen que oponer al poder, porque son mecanismos sociales de control, de denuncia y freno de los abusos de poder. Entonces, allí donde el poder no es transparente, hay que suponer que pasa algo y hurgar allí donde el poder abusa o es arbitrario. Se deben encontrar las críticas estructuradas suficientes y las informaciones fieles, le guste o no le guste a ese poder.

–¿Cuántos columnistas hay en España al dictado de Sánchez?

–Hay un montón. Pero lo más triste es la tropa que ni siquiera ha despertado el interés de Sánchez, pero que está intentando despertarlo. Hay una cosa que de por sí debería repugnar un poquito; el periodista de Palacio, un opinador que dice exactamente lo que el presidente quiere que se diga, recibe el argumentario y lo reproduce. Y luego está el que aspira a eso y entonces levanta el dedo, se humilla y busca la forma de convertirse en la alfombra del poder.

–¿Con qué propósito llega a El Debate?

–Vamos a ganar la batalla cultural gracias a periódicos como este, a grupos como el CEU, y a muchos intelectuales y artistas que son libres.