Corazón de chocolate y naranja, el dulce que acompaña la música por las calles de Ferrol en La Noche de las Pepitas

La Noche de las Pepitas es una celebración arraigada en el corazón de Ferrol desde hace más de 180 años. Y, precisamente, es un corazón el que da forma al dulce ya tradicional que se entrega como obsequio en las vísperas de San José en la ciudad naval. Los bicos (besos, en castellano) aportan sabor a la música que a mediados de marzo suena con toda la pompa por el barrio de A Magdalena, también corazón urbanístico de Ferrol y dispuesto en forma de tableta de chocolate, como buen baluarte de la Ilustración que alumbró la urbe gallega hace tres siglos bajo el reinado de Felipe V.

Los bicos son, en cierta medida, una incorporación reciente a la histórica noche de ronda protagonizada por agrupaciones musicales denominadas rondallas que, a modo de tuna y capitaneadas por sus respectivas madrinas –o padrino en los últimos años con la aparición de una rondalla femenina– cantan a la mujer ferrolana bajo los balcones y galerías acristaladas del casco histórico. En los años noventa, una escuela de hostelería de la zona dio forma al pastelillo para contribuir a la fiesta. ¿La receta? Bizcocho de cacao con crema de naranja en su interior y cobertura de chocolate negro, con unas rayas de chocolate blanco y un puntito de azúcar.

Es el resultado de un trabajo totalmente artesanal que se reparte por las calles de Ferrol, sus bares y restaurantes y que se podrá degustar en la próxima edición de las Pepitas, el 18 de marzo del 2026.

Sus orígenes

La Noche de las Pepitas es una fiesta popular que se celebra la noche del 18 de marzo, víspera de la festividad de San José. Es una fiesta original, debido a que no hay otra similar en todo el mundo. Su trata de una celebración muy antigua y que se remonta a la época del Romanticismo. Por ello, las rondallas interpretan y cantan bailes, valses y pasacalles, representando los ritmos más actuales de su época y reviviendo aquellos momentos.

Cada año el festival se actualiza con nuevas canciones, que poetas y músicos escriben para mantener viva la tradición.

El festival tiene más de 180 años de historia, abarcando los siglos XIX, XX y XXI. Existe evidencia histórica de la llegada de las dos primeras canciones cubanas a nuestra ciudad en los barcos que iban y venían de América desde 1840 (Dolores, dame café y Te quiero mucho) y de rondallas uniformadas desde 1886. Por ello, es también un festival pionero de la influencia de la música caribeña (las habaneras) en nuestro país, cincuenta años antes de que se popularizaran en el sur de España.