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29 de marzo de 2024

Una carniceros manipulan una pieza, en una imagen de archivo

Una carniceros manipulan una pieza, en una imagen de archivoEric Risberg

Una ciudad holandesa prohíbe la publicidad de carne, vuelos y combustible «por el cambio climático»

La iniciativa, impulsada por la Izquierda Verde, suscita fuertes críticas entre la oposición y la industria e incluso es cuestionada respecto a su legalidad

«La carne es muy dañina para el medio ambiente. No podemos hablarle a la gente sobre la crisis climática y al mismo tiempo alentarlos a comprar productos que son parte de ella. Queremos hacer lo que está en nuestra mano a nivel local y no tentar a la gente a tomar decisiones que son malas para el medio ambiente. Creemos que un kilo de carne de cerdo por unos pocos euros ya no es aceptable en este momento. Es una carga demasiado pesada para el medio ambiente».
Con estas palabras, Ziggy Klazes, concejal del partido Izquierda Verde (Groenlinks) en la ciudad holandesa de Haarlem, se complació esta semana de que la urbe (de unos 235.000 habitantes y localizada a las afueras de Ámsterdam) se haya hecho eco de una iniciativa presentada por su partido.
A partir de 2024, el municipio dejará de anunciar carne (no está todavía claro si también la ecológica) en espacios como autobuses, trenes, pantallas en lugares públicos, parques y rutas con el pretexto de «dejar de contribuir al cambio climático». Un veto sin precedentes en ningún otro lugar del mundo y que, para más inri, afectará también a la publicidad de aerolíneas, vuelos vacacionales, combustibles fósiles e incluso vehículos que funcionen con este tipo de carburantes.
La medida ha suscitado malestar y fuertes críticas tanto por parte de la oposición como de la propia industria cárnica. El partido conservador BVNL calificó la medida de «violación inaceptable de la libertad de empresa» y señaló que «sería fatal por los criadores de cerdos». «Prohibir anuncios por motivos políticos es casi dictatorial», afirmó rotundo el concejal del BVNL en Haarlem, Joey Rademaker. Por su parte, el portavoz del sector cárnico se revolvió contra la restricción al reprochar que «las autoridades están yendo demasiado lejos al decirle a la gente lo que es mejor para ellos». Incluso un profesor de derecho en la Universidad de Groningen, Herman Bröring, puso en duda la legalidad de la iniciativa por una posible conculcación de la libertad de expresión, lo que podría dar lugar, advirtió, a demandas de la industria.
No es la única medida de este tipo que se ha puesto en marcha hasta ahora en los Países Bajos. Ciudades como Ámsterdam, La Haya y Leiden han prohibido también los «anuncios fósiles» de productos y servicios por motivos similares, aunque el mercado cárnico se mantiene por ahora excluido de la restricción.
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