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Una persona sentada junto a una fuente en Madrid

Una persona sentada junto a una fuente en MadridEFE

Meteorología

Noches tropicales, ecuatoriales e infernales: las diferentes formas de no dormir que nos deja la ola de calor

Las altas temperaturas mínimas provocan que los termómetros no bajen de valores altos en toda la noche, lo que provoca las famosas noches 'toledanas'

La primera ola de calor del verano ha dejado ya cifras récord en España. Nunca se habían alcanzado en España los 46 grados en un mes de junio, cifra a la que se llegó este sábado en El Granado, Huelva. Se registraron también otros valores máximos de 44 grados en Montoro (Córdoba), 43,9 en Fuentes de Andalucía (Sevilla), 43,5 en Morón de la Frontera (Sevilla) y Alconchel (Badajoz), y 43,4 en Andújar (Jaén).

Esto en lo relativo a las máximas. El problema reside en que las mínimas han estado igualmente elevadas en lo que llevamos de episodio. Muchas zonas del país no han descendido de los 20 grados durante toda la noche, lo que dificulta la conciliación del sueño y desajusta el reloj interno.

En buena parte del centro y sur peninsular, los mercurios no han descendido de los 30 grados hasta pasadas las 12 de la noche, lo que resulta un grave problema para quienes no tienen aire acondicionado o prescinden de él para dormir. De esta manera, muchos municipios españoles han sufrido estos días –y seguirán sufriendo– noches tropicales, ecuatoriales o infernales. Son términos que solemos leer y escuchar en los medios de comunicación pero, ¿qué significa cada uno?

Noches tropicales

Las más habituales durante la canícula son las llamadas noches tropicales, aquellas en las que la temperatura mínima no desciende de los 20 grados centígrados. Las zonas de España donde las noches tropicales son más habituales son el archipiélago canario, con un promedio anual de 92 días, y ciertas áreas costeras de la Península, como las provincias de Cádiz, Melilla o Almería.

Según un análisis de la propia Aemet, en varias ciudades de España el número de noches tropicales se ha multiplicado por cuatro en los últimos 75 años. Este aumento se atribuye, en parte, al fenómeno conocido como «isla de calor», característico de las grandes urbes.

Noches ecuatoriales o tórridas

El siguiente escalón está compuesto por las llamadas noches ecuatoriales o tórridas, en las que la temperatura del aire no desciende de los 25 ºC. Esta situación, cada vez más común incluso fuera del verano en Levante, interior y sur peninsular, se ha dado estos días en varias localidades de Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña, Comunidad de Madrid o Extremadura.

Según advierten los médicos, durante este tipo de noches se incrementan los trastornos del sueño, como el insomnio. También se observa un aumento del estrés, el malestar emocional y la irritabilidad en la población. Además, en personas con afecciones previas, se registra un repunte en los ingresos psiquiátricos.

Lo cierto es que los expertos aconsejan una temperatura de entre 18 y 21 grados para poder dormir de manera óptima, por lo que en muchas zonas del país que sufren noches ecuatoriales el momento del sueño se convierte en una actividad básica difícil de conseguir.

Noches infernales

Cuando los dos parámetros anteriores se superan la terminología empleada para describir estas noches se endurece. Si los mercurios no descienden de 30 grados en toda la noche, algo que no suele ser habitual, hablamos ya de noches infernales.

Hasta hace unas décadas, este fenómeno era común principalmente en regiones del sur global y en las zonas más cálidas del planeta. Sin embargo, en los últimos años ha comenzado a aparecer también en latitudes más altas, alcanzando diversos puntos de la península ibérica y los archipiélagos españoles. El año pasado ya se registraron varias noches de este tipo en lugares como Almería, Málaga, Melilla, Jaén y distintas zonas de Canarias.

Cómo afecta al sueño

Estas temperaturas anómalas afectan a uno de los momentos más importantes del día que es clave para rendir en la siguiente jornada: el sueño. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre un 25 y un 35 % de la población adulta padece insomnio transitorio, un porcentaje que iría claramente en aumento en los meses de verano.

Y es que en esta época ,el sueño de millones de personas se ve alterado por dos factores principales: el calor extremo y la ruptura de hábitos, cuyas consecuencias son malestar, irritabilidad, falta de concentración e incluso un aumento del estrés diario. Esto se debe a que, cuando las temperaturas nocturnas superan los 24 °C, el cuerpo tiene dificultades para alcanzar su temperatura ideal de descanso, lo que interrumpe las fases profundas del sueño, genera sudoración excesiva, despertares frecuentes y una marcada sensación de fatiga al despertar.

A ello se añaden las rutinas habituales del verano, como las cenas a deshoras, siestas prolongadas, mayor exposición a pantallas o la falta de horarios regulares. Estos cambios alteran el ritmo circadiano y pueden derivar en lo que los especialistas denominan «insomnio estival», un trastorno cada vez más frecuente, especialmente entre personas mayores, niños y quienes ya presentan dificultades para dormir.

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