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Vista del terreno quemado en Soto de Viñuelas, Tres Cantos (Madrid)

Vista del terreno quemado en Soto de Viñuelas, Tres Cantos (Madrid)Europa Press

Restaurar los bosques quemados: qué hacer tras los incendios de agosto que arrasaron 330.000 hectáreas

Tras los fuegos, es prioritario restablecer los accesos del monte, despejando y reparando pistas forestales y carreteras locales dañadas por caída de árboles, piedras, tierra o cenizas

Los incendios forestales han sido los protagonistas indiscutibles del mes de agosto en España. Provincias como León, Zamora y Orense han sido las más damnificadas por estos fuegos que han calcinado montes y pueblos y se han cobrado la vida de ocho personas.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció este lunes que han sido 330.000 hectáreas las que se han quemado durante el mes de agosto, una superficie «equivalente a casi seis veces la isla de Ibiza y que han obligado a muchas personas a evacuar sus casas sin saber siquiera si podrían volver a ellas», según palabras de Sánchez.

La cuestión es: ¿qué ocurre ahora con todos esos terrenos calcinados? La recuperación de un monte incendiado no comienza con la plantación de árboles, sino con una evaluación rigurosa. Tras el fuego, llega el momento de restaurar un territorio desprovisto de cubierta vegetal y con un suelo muy degradado. Tal y como recuerdan desde el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, el fuego deja tras de sí un terreno más vulnerable a la erosión, con pérdida de nutrientes, daños severos en la fauna y la flora silvestres, una transformación profunda del paisaje y un impacto económico y social que afecta de forma directa a la población local.

Ahora, todas esas localidades afectadas deberán restablecer los accesos del monte, despejando y reparando pistas forestales y carreteras locales dañadas por caída de árboles, piedras, tierra o cenizas, o por los propios trabajos de extinción. Asimismo, será necesario retirar obstáculos que impidan el acceso, revisar y sustituir en los pasos de agua, los materiales sensibles al calor que han quedado inutilizados y reparar captaciones de agua, cerramientos e infraestructuras clave afectadas por el fuego o por el tránsito de maquinaria.

Claves para restaurar el monte

La restauración de los bosques incendiados comienza con un diagnóstico. Durante el primer año, los expertos evalúan la severidad del daño y la capacidad de regeneración natural mediante imágenes satelitales, sensores y trabajo de campo. Muchas especies mediterráneas –encinas, alcornoques, pinos canarios o retamas– están adaptadas al fuego y pueden rebrotar sin necesidad de intervención intensiva.

Uno de los mayores riesgos inmediatos es la pérdida de suelo fértil por erosión. Sin vegetación que lo proteja, las lluvias arrastran sedimentos, contaminan ríos, colmatan embalses y favorecen inundaciones. Para evitarlo, se aplican medidas urgentes como cubrir el terreno con restos vegetales (mulching), levantar fajinas o instalar mantas orgánicas que estabilizan la ladera y facilitan la germinación. Actuar pronto es más eficaz y económico que intentar recuperar el suelo una vez degradado.

La gestión de la madera quemada es otro aspecto delicado. Aunque su retirada puede ser necesaria cerca de infraestructuras, en muchos casos los árboles afectados ayudan a conservar humedad, frenar la erosión y aportar nutrientes. Sin embargo, dejar demasiados en pie favorece plagas forestales, por lo que cada incendio requiere un plan específico. La venta de esa madera, de valor residual, suele ser el único ingreso inmediato para las comunidades afectadas, pero no compensa las pérdidas económicas.

A medio plazo, la restauración busca un monte más diverso y resiliente: favorecer la regeneración natural, reforestar solo donde sea necesario con especies adaptadas al clima futuro, y diseñar paisajes en mosaico que reduzcan la vulnerabilidad al fuego.

La recuperación tampoco es solo ambiental. Con gran parte de los montes en manos privadas, la coordinación entre propietarios, administraciones y población local resulta clave. Invertir en gestión forestal activa significa prevenir nuevos incendios, reforzar la biodiversidad y garantizar servicios esenciales como agua, aire limpio y desarrollo rural.

¿Cuánto tarda en regenerarse?

Otra de las preguntas que se hacen los habitantes de las zonas afectadas es cuánto tiempo tardarán en volver a ver su entorno tal y como lo conocían. Tal y como explican desde Meteored, la velocidad de regeneración depende de tres factores principales: el tipo de ecosistema, el clima y la intensidad del incendio.

En los bosques mediterráneos, las hierbas y arbustos comienzan a rebrotar pocas semanas después del incendio, lo que ayuda a fijar el suelo y crea condiciones favorables para que se instalen otras especies. En cambio, en las masas de coníferas de climas fríos, la recuperación es mucho más lenta y puede prolongarse hasta un siglo. La intensidad de las llamas resulta determinante: cuando el fuego calcina el suelo y elimina el banco de semillas, la regeneración natural puede demorarse durante varias generaciones humanas.

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