Ilustración del satélite denominado GOES-U
Los satélites de la NASA podrían revolucionar la predicción de lluvias extremas en España
La combinación de diferentes sensores resulta esencial para entender la evolución de las tormentas y determinar con precisión dónde se produce la precipitación
Los fenómenos meteorológicos extremos se encuentran en el punto de mira de los expertos para intentar localizarlos con mayor antelación y evitar así consecuencias catastróficas como la ocurrida hace un año en la provincia de Valencia, donde una depresión aislada en niveles altos (dana) inundó decenas de pueblos y causó 219 muertos.
Para ello, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya anunció esta semana que comenzaría a poner nombre a las danas de gran impacto, es decir, aquellas que conlleven avisos naranjas o rojos, para mejorar la comunicación hacia la ciudadanía y los medios de comunicación y que así la población sea más consciente del riesgo.
Pero la verdadera revolución se producirá cuando los medios permitan adelantarse ante un cataclismo climático de esta magnitud. Para ello, la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos) podría tener un papel clave en la prevención gracias a sus satélites.
La tecnología espacial de la misión GPM (Global Precipitation Measurement) ha sido fundamental para realizar un seguimiento preciso de la lluvia que cayó en Valencia a finales de septiembre y de la que traerá la dana Alice, que entrará en la Península esta misma semana.
Francisco J. Tapiador, catedrático de Física de la Tierra en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y miembro del equipo científico internacional de la misión desde hace dos décadas, destaca la importancia de la observación satelital en el estudio de las precipitaciones. «Los satélites que operan en el rango de las microondas nos permiten penetrar en las nubes y observar la lluvia que realmente está cayendo», explica.
El investigador subraya que la combinación de diferentes sensores resulta esencial para entender la evolución de las tormentas y determinar con precisión dónde se produce la precipitación. «En las zonas montañosas es especialmente complicado anticipar si una lluvia torrencial caerá en un valle o en el de al lado, y eso limita mucho la capacidad de respuesta de las autoridades ante posibles emergencias», añade.
La nueva misión INCUS de la NASA, en la que también participa el investigador Francisco J. Tapiador, busca profundizar en las razones por las que algunas nubes generan más precipitación que otras, un conocimiento clave para mejorar los modelos de predicción meteorológica y anticipar con mayor precisión los episodios de lluvia intensa.
Los satélites que se dedican a la observación de la Tierra son cada vez más importantes para mejorar la predicción del tiempo. Las mejoras en la predicción han venido de la mano de una técnica conocida como «asimilación de datos» que usa como componente principal la información de los instrumentos que llevan estos satélites.
Sin embargo, el futuro de la misión se encuentra en riesgo debido a los recortes presupuestarios impulsados por la administración Trump. Tapiador confía en que el Congreso estadounidense logre finalmente salvar el proyecto cuando se aprueben las cuentas definitivas. «Lo sabremos a mediados de octubre», comenta con cautela, «pero sin esta misión será muy difícil avanzar en nuestro conocimiento sobre la física de las nubes».
El científico recuerda que, aunque las misiones satelitales europeas ofrecen información de gran valor y complementan las investigaciones de INCUS, no pueden compensar la pérdida de los datos que proporcionaría el programa estadounidense.
Más satélites para prever tragedias
Además de los satélites estadounidenses, Europa también apuesta por esta tecnología para intentar anticiparse a los acontecimientos. Para ello, tres nuevos satélites se ubicarán en la Constelación Atlántica de Satélites (ESCA+) para ofrecer una observación mejorada de lo que ocurre en el territorio. De este modo, la monitorización se realizará en tiempo real, lo que permitirá anticipar fenómenos anómalos y recogerá información crucial durante situaciones de emergencia, útil para los servicios de protección civil, bomberos y otros equipos de intervención.
Las imágenes de alta resolución y alta frecuencia obtenidas sobre España y Portugal permitirán, por ejemplo, cartografiar las zonas afectadas por desastres naturales y planificar con precisión operaciones de rescate o evacuación. Además, la misión incorporará una cámara térmica infrarroja capaz de registrar el calor emitido por la superficie terrestre, el mar y la atmósfera, un elemento clave, ya que las altas temperaturas en determinadas condiciones pueden favorecer la formación de danas o incendios.
El sistema se completará con sensores de campos electromagnéticos, diseñados para monitorizar tormentas, y con radares de apertura sintética, que permitirán detectar movimientos de tierra y obtener imágenes incluso a través de las nubes.