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La IA

El 78 % de los usuarios dice sufrir una carga cognitiva bastante menor

La IA ha conseguido que pensemos menos, pero... ¿pensamos mejor?

Un informe de Microsoft revela que cuando menos esfuerzo, más dependencia y avisa de que el futuro no está en permitir que la IAG reemplace al pensamiento humano, sino en que lo amplíe

Un nuevo estudio de Microsoft Research revela una verdad incómoda: las herramientas de inteligencia artificial generativa (IAG), como ChatGPT o Copilot, hacen más fácil el trabajo mentalmente exigente, pero también podrían estar debilitando las capacidades cognitivas de quienes las utilizan.

El informe tiene un universo basado en 936 casos reales y 319 encuestados y confirma que la IA alivia el esfuerzo mental, pero pone sobre la mesa la gran pregunta a la que solo el tiempo dará respuesta: ¿estamos cambiando eficiencia por habilidad?

Los resultados dicen que la IAG automatiza tareas como redactar borradores, sintetizar información y hacer comparaciones complicadas. El 78 % de los usuarios dice sufrir una carga cognitiva bastante menor. Además, verificar una respuesta generada por IA les requiere apenas el 20-30 % del esfuerzo que implicaría crearla desde cero.

Verificar una respuesta generada por IA les requiere apenas el 20-30 % del esfuerzo que implicaría crearla desde cero

La confianza en la IA es el factor que más influye ya que quienes se entregan plenamente a esta tecnología declaran hasta un 40 % menos de esfuerzo mental. Pero esa reducción tiene un matiz ya que cuanta más presión tienen los usuarios (plazos de entrega, deadline. inmediatez...), más tienden a aceptar sin cuestionar lo que les da la IA. Esa prisa convierte los resultados en algo peligroso al impedir su comprobación.

El cerebro se adapta

El estudio muestra que el trabajo mental no desaparece, sino que cambia de forma. En vez de crear desde cero, los usuarios ahora verifican la calidad, ajustan las instrucciones (prompts) y adaptan contenidos al contexto en el que trabajan.

El estudio muestra que el trabajo mental no desaparece, sino que cambia de forma

Hay una conclusión sorprendente cuando no han pasado ni tres años de la llegada de ChatGPT a nuestras vidas. Después de seis meses de uso continuo, el 65 % de los usuarios reconoce que les cuesta más resolver problemas sin ayuda de la IA. Los expertos hablan de dependencia cognitiva a lo que se le suma un hecho impensable hace años como es que muchas personas usando las mismas herramientas producen soluciones similares y una pérdida creciente de la capacidad de evaluar críticamente el propio pensamiento.

¿Qué hacer?

El informe no se limita a llamar la atención sobre la pérdida cognitiva, propone ideas para rediseñar la relación entre humanos e inteligencia artificial. Recomienda crear sistemas que fomenten la reflexión crítica en lugar de automatizarlo todo; que la IAG muestre sus límites y sus dudas en las respuestas o que se adapte al usuario con una personalización casi total. El informe pide que la IAG potencie al usuario, pero no lo suplante.

La inteligencia artificial está haciendo el trabajo más fácil, pero eso no siempre significa que sea mejor. La paradoja es que cuanto menos pensamos, menos capacidad tenemos para pensar bien. La eficiencia inmediata puede volverse una trampa si rompe las habilidades que hace valioso al ser humano.

La IAG ha llegado, pero el futuro no está en permitir que reemplace al pensamiento humano, sino en que lo amplíe. El informe de Microsoft así lo señala: necesitamos herramientas que fortalezcan nuestras capacidades, no que las atrofien.

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