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19 de abril de 2024

Una enfermera trabaja en un proceso de fecundación in vitro

Una enfermera trabaja en un proceso de fecundación in vitroGTRES

Reproducción 'a la carta'

Elegir el sexo del bebé: ¿es ético? ¿Está permitido en España?

El catedrático de Química Orgánica Javier Pérez Castells explica la situación de esta práctica en nuestro país y los dilemas morales que plantea

Los avances en técnicas de reproducción asistida se abren paso sin miramientos. Esta semana, investigadores del Centro Ronald O. Perelman y Claudia Cohen de Medicina Reproductiva de la Universidad de Medicina Weill Cornell de Nueva York (EE.UU.) han anunciado a través de un artículo publicado en la revista Plos One que han logrado crear una técnica que permite seleccionar, con un 80 % de probabilidad de éxito, el sexo del bebé en base al peso de los espermatozoides (los que tienen el cromosoma X son más pesados que los que tienen el Y).
El método, explica Javier Pérez Castells, catedrático de Química Orgánica en la Universidad CEU San Pablo, difiere del otro ya existente, el diagnóstico preimplantacional, en que esta última se queda con el sexo del embrión deseado tras fecundar varios óvulos y descarta el resto. ¿Son legales estas técnicas en España? ¿Qué implicaciones éticas conllevan?

Legalidad y excepciones

En nuestro país, ilustra Pérez Castells para El Debate, la selección del sexo del bebé está prohibida por ley desde 2006 salvo en determinadas excepciones. A saber: «Cuando hay algunas enfermedades genéticas asociadas al cromosoma X que, si se sabe que el padre las tiene, las transmitirá a sus hijas pero no a los hijos, porque a ellos lo que les transmite es el cromosoma Y. Esas enfermedades son la hemofilia, la fibrosis quística y hasta 300 más, algunas de ellas muy raras. En ese caso, la ley sí permite hacer un diagnóstico en los embriones para quedarse solo con los embriones varones y evitar la transmisión de la enfermedad».
«En cuanto a la selección de esperma –desarrolla el catedrático– me da la sensación de que está en una especie de limbo. Yo creo que sí se está haciendo. En teoría no es legal, porque la ley simplemente dice que no se puede hacer selección de sexo salvo en esos casos que hemos dicho. Pero al final, como no se está realizando diagnóstico en embriones, esta técnica se está poniendo en práctica en general en las clínicas de reproducción asistida».

Ética

Pero, ¿y que hay del punto de vista meramente ético? Aquí, Pérez Castells va más allá y distingue entre varios apartados: los valores católicos, las posibles desigualdades poblacionales que pueda derivar un uso a gran escala y el desarrollo humano.
La opinión de la Iglesia
«La Iglesia católica es muy restrictiva a la hora de intervenir el proceso de reproducción humana porque considera que debe preservarse el procedimiento natural como una manera de conservar la dignidad del cuerpo humano. En ese sentido, la fecundación in vitro (FIV) no está permitida en ningún caso por esta razón. Pero hay que distinguir entre dos maneras de llevarla a cabo. La primera es una FIV para resolver problemas como la infertilidad o evitar transmisión de enfermedades genéticas y en la que se respete el derecho del embrión, es decir, que no se descarten ni se destruyan. Aunque no está aceptada por la Iglesia, eso tiene una consideración ética no tan grave como la línea roja que supone que en FIV muchas veces se fecundan embriones y se descartan algunos, bien porque se tienen demasiados y no se desea implantar tantos o bien porque se descartan aquellos que no tienen las características deseadas o de salud que se quieren. En ese caso, ya no es una consideración ética negativa solamente de la Iglesia, sino también de cualquier persona que comprenda que no se puede destruir a ningún ser humano, y menos aún cuando se hace por esas razones».
Desigualdad poblacional
«Ese último caso –desgrana– equivale a abrir la puerta a algo que al final del camino puede llevar al diseño de nuestros propios hijos. Esto tiene una consideración ética negativa para muchos, entre los que me incluyo, porque puede derivar en problemas de desigualdad por la cantidad de personas de un sexo y de otro. En general, se ha visto por las encuestas que los que acuden a este tipo de técnicas lo hacen, en un porcentaje cercano al 60 %, porque prefieren tener niñas, lo que puede llevar a un desequilibrio de los sexos en la población».
«No queremos ser el diseño de nadie»
Pérez Castells, sin embargo, no ve tanto peso en ese factor poblacional como en el humano, que analiza de la siguiente manera:
«Me parece más profundo hablar de lo que se llama la agencia personal. Las personas cuando estamos sobre este mundo queremos tener la sensación de que nos construimos a nosotros mismos, y no queremos ser un diseño de nadie, aunque sea el de nuestros padres. No nos gustaría saber qué cosas que están en nuestra forma de ser, en nuestro cuerpo, en nuestro más íntimo yo, en realidad no son fruto de un proceso natural de reproducción –en el que, por cierto, intervienen procesos de azar, pero al final es un proceso natural–, sino de un diseño y un deseo que atiende a sus gustos y no a evitar un problema».

En general se ha visto por las encuestas que los que acuden a este tipo de técnicas lo hacen más porque prefieren tener niñas

«En ese caso –avisa– puede llevar a problemas psicológicos, que se están intentando advertir ahora que empezamos a abrir puertas, que pueden acabar en este tipo de proceso. Lo que veo aquí mal es que se abra la puerta a que personas sanas o parejas se sometan a procesos artificiales de reproducción porque quieran que sus hijos tengan unas características determinadas. Es un camino muy peligroso y erróneo. Hay que tener siempre en cuenta que cuando decidimos tener hijos y reproducirnos lo que tenemos que pensar es en los derechos y en el bien de ese futuro niño, y no en los nuestros. La sociedad está poniendo mucho el acento en los derechos de paternidad, derechos a tener hijos como quieres tenerlos, y es un error mayúsculo. La sociedad –concluye– tiene que avanzar en la dirección de proteger al futuro niño, de la libertad de ese futuro niño, de ser dueño de su vida y agente de sus características».

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