Inteligencia artificial: ¿Oportunidad o Amenaza?
Algunos investigadores en seguridad temen que otorgar a los bots más autonomía pueda llevar a un desastre
La reciente historia de los chatbots de inteligencia artificial se puede concebir como una novela épica con dos partes claramente diferenciadas. La primera, inaugurada el año pasado con el lanzamiento de ChatGPT y que persiste hasta el día de hoy, se compone principalmente de chatbots capaces de entablar conversaciones sobre diversos temas. Historia española, recetas veganas, código software... Solamente ha de proporcionar algo de contexto y ChatGPT se encarga del resto generando un texto convincente, si bien ocasionalmente genérico o impreciso, al respecto.
Esta capacidad es impresionante y, con frecuencia, útil, pero en realidad es solo un preludio de la segunda parte: la inteligencia artificial que puede realizar acciones concretas. Muy pronto los «agentes» de inteligencia artificial podrán enviar correos electrónicos, programar reuniones, reservar restaurantes y billetes de avión así como manejar tareas complejas del tipo: «calificar exámenes», «revisar cientos de historiales clínicos» y «comprar regalos de Navidad para todos sus familiares».
Esta fase, aunque aún distante, se acercó un poco el lunes pasado cuando OpenAI, el creador de ChatGPT, anunció que los usuarios a partir de ahora podrán crear sus propios chatbots personalizados.
Estos chatbots, que la compañía denomina GPTs y que estarán disponibles para usuarios de pago de ChatGPT Plus y clientes empresariales, difieren del ChatGPT convencional en varios aspectos clave.
En primer lugar, están programados para tareas específicas. (Ejemplos creados por OpenAI incluyen «Entrenador de Escritura Creativa» y «Mixólogo de Mocktails», un bot que sugiere recetas de bebidas no alcohólicas). En segundo lugar, los bots pueden extraer datos privados, como documentos internos de recursos humanos de una empresa o una base de datos de informes médicos, e incorporar esos datos en sus respuestas. En tercer lugar, si se lo permite, los bots pueden conectarse con otras partes de su vida en línea, como su calendario, lista de tareas pendientes o cuenta de Slack, y realizar acciones utilizando tus credenciales.
¿Suena aterrador? Lo es, según algunos investigadores en seguridad de inteligencia artificial, quienes temen que otorgar a los bots más autonomía pueda llevar a un desastre. ¿Se imaginan ustedes un agente basado en inteligencia artificial controlando el arsenal nuclear de China o los Estados Unidos?
A día de hoy, los bots de OpenAI no son particularmente peligrosos. Las demostraciones actuales de varios bots durante la conferencia de desarrolladores de la compañía en San Francisco el pasado lunes, se centraron principalmente en automatizar tareas inofensivas como crear páginas para colorear para niños o explicar las reglas de juegos de cartas.
Los bots personalizados tampoco pueden hacer mucho aún, más allá de buscar en documentos y conectarse a aplicaciones comunes. Una demostración implicó a un empleado de OpenAI pidiendo a un bot que buscara reuniones conflictivas en su calendario de Google y enviara un mensaje a su jefe en Slack. Otro ocurrió en el escenario cuando Sam Altman, otrora director ejecutivo de OpenAI, creó un chatbot para asesorar en materia de creación de empresas a nuevos emprendedores.
Todo esto podría parecer una mera estrategia de marketing, si bien la idea de personalizar nuestros chatbots y permitirles tomar acciones en nuestro nombre representa un paso importante en lo que Sam Altman denomina la estrategia de «despliegue gradual iterativo» de OpenAI, lanzando pequeñas mejoras a la inteligencia artificial a un ritmo constante. Este modelo de innovación es muy similar al desarrollado por Steve Jobs en el sector de la telefonía móvil con los resultados empresariales que todos ustedes conocen.
¿Interesado? No tiene usted más que entrar en OpenAI, responder algunas preguntas simples sobre su bot: su nombre, su propósito, qué tono debería usar al responder a los usuarios, y el bot se construye en solo unos segundos.
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