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17 de junio de 2024

Jenaro Gajardo, con una fotografía de «su propiedad»

Jenaro Gajardo, con una fotografía de «su propiedad»

Jenaro Gajardo, el chileno que registró la Luna a su nombre y dijo que Nixon le pidió permiso para alunizar

Mantuvo la 'posesión' durante 44 años, desde la inscripción en 1954 hasta su muerte en 1998

«Jenaro Gajardo Vera, abogado, poeta, es dueño desde antes del año 1857, uniendo su posesión a la de sus antecesores, del astro, satélite único de la Tierra, de un diámetro de 3.475,99 kilómetros, denominado Luna, y cuyos deslindes por ser esferoidal son: Norte, Sur, oriente y poniente: espacio sideral. Fija su domicilio en calle 1 Oriente 1270 y su estado civil es casado.

Talca, 25 de septiembre de 1954».

Así de fácil, con una simple inscripción ante notario, el abogado chileno Jenaro Gajardo se convirtió con 34 años y sin oposición legal en el propietario único de la Luna hasta su muerte, en mayo de 1998.

Aunque pueda parecer rocambolesco o increíble, la historia es tan real como las divertidas –acaso frívolas– motivaciones que llevaron a Gajardo a aprovecharse con audacia de este limbo. Según explicaría en entrevistas posteriores, el Club Social de la ciudad en la que vivía, Talca (sur de Chile), requería tener al menos una propiedad para unirse como miembro. Deseoso de formar parte de él, pero sin posesión que lo permitiese, echó la vista al cielo y se le hizo la luz.

Tras consultarlo con un notario que no apreció resquicio alguno, preparó la sencilla escritura con cuya rúbrica Gajardo se convirtió a efectos legales en el propietario del satélite terrestre previo abono de una cantidad simbólica en concepto de tasas y la correspondiente inscripción en el Registro Inmobiliario de Talca.

Dicho y hecho, el ingenio del abogado –quien también había fundado una entidad llamada Sociedad Telescópica Interplanetaria con el propósito, entre otros, de «crear un comité para dar la bienvenida a los primeros extraterrestres» que llegaran a la Tierra– comenzó a conocerse primero por todo Chile y, posteriormente, también en el extranjero.

Documento notarial con el que Jenaro Gajardo registró la Luna a su nombre

Documento notarial con el que Jenaro Gajardo registró la Luna a su nombre

Atraídos por la historia, Gajardo concedió entrevistas a diversos medios, llegando a asegurar, en una historia que nunca ha sido probada, que el propio Richard Nixon llegó a enviarle una carta en la que le pedía permiso para que los astronautas de la misión Apolo 11 desembarcaran en su propiedad. El texto, concretamente, rezaba así, según su versión:

«En nombre del pueblo de los Estados Unidos solicito autorización para el descenso de los astronautas Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que le pertenece».

Él, dijo, le contestó así con otra misiva: «En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Whitman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias, señor Presidente».

La falta de pruebas documentales, así como el hecho de que solo Armstrong y Aldrin (y no también Collins, como habría escrito Nixon en la carta) salieran del módulo lunar y llegaran a pisar la Luna, ponen en duda la veracidad de esta solicitud. De hecho, un reportaje de la BBC trató de recabar y contrastar pruebas sobre todos los permonores del relato del chileno, aunque sin mucho éxito por unas u otras razones.

29 años después de la histórica Apollo 11, y 44 después de proclamarse el dueño de la Luna, Gajardo legó su propiedad a sus compatriotas al fallecer a los 77 años. «Dejo a mi pueblo la Luna, llena de amor por sus penas», dejó escrito en su testamento.

Prohibido reclamar la Luna

Desde 1967, el Tratado del Espacio Exterior, firmado y ratificado por 111 países hasta la fecha, establece que ningún país puede reclamar soberanía sobre la Luna –o cualquier otro cuerpo celeste– mediante el uso u ocupación, ni mediante cualquier otro medio.

​Este tratado sigue siendo a día de hoy uno de los acuerdos más universales en el ámbito del derecho espacial, un campo al que todavía le queda mucho desarrollo jurídico en lo que respecta a la conquista del espacio que previsiblemente se irá produciendo en los próximos años, décadas y siglos.
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