
Imagen de la llamarada solar
Ciencia
Qué es el «efecto Forbush» detectado por los científicos y porqué sería perjudicial para nuestra salud
Este fenómeno ocurre al producirse una rápida disminución en la intensidad de los rayos cósmicos galácticos
Desde hace varios meses, la actividad de nuestra estrella se ha mostrado realmente inusual. Alcanzando un pico a finales de 2024, el Sol estaría inmerso en uno de sus procesos con mayor intensidad, dando lugar a intensas tormentas o llamaradas solares que podrían afectar a satélites, redes eléctricas y comunicaciones.
De hecho, está previsto que a lo largo de este 2025 nuestra estrella continúe con este período de extrema turbulencia, conocido como «zona de combate». Cada 11 años aproximadamente, el Sol atraviesa un ciclo realmente caótico, manifestado en distintas erupciones solares. Esto ocurre cuando dos ciclos magnéticos solares se superponen y compiten entre sí, provocando alteraciones violentas en la corona solar. Como resultado de este fenómeno, se generan regiones en las que el campo magnético solar se abre al espacio, conocidas como agujeros coronales y traducidos en fuertes vientos solares.

El Sol libera una potente llamarada de la clase más intensa
Tal es la magnitud de este proceso que el físico Scott W. McIntosh, director del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de EE.UU., calificó esta 'zona de combate' como un «evento terminator».
Uno de estos últimos fenómenos tuvo lugar el pasado 31 de mayo. Nuestra estrella desató su ira en forma de una poderosa CME –una onda de radiación y viento solar– erupcionando en el Sol. Esta tormenta solar fue clasificada por el Centro de Predicción de Clima Espacial de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) de los Estados Unidos como de escala G4, la segunda más alta.
Qué es el «decrecimiento Forbush»
El evento de finales de mayo alcanzó nuestro planeta en apenas 18 horas, provocando fallos en varios satélites y generando fenómenos como auroras boreales en Nuevo México. Asimismo, esta fuerte tormenta electromagnética provocó un inesperado descenso de radiación.
Conocido como «decrecimiento (o efecto) Forbush», este fenómeno –que debe su nombre al físico estadounidense Scott Forbush– tiene lugar al producirse una disminución abrupta en la intensidad de los rayos cósmicos galácticos. Es decir, al contrario de lo que se podría imaginar, ocurre cuando aumenta la actividad solar.

El Observatorio de Dinámica Solar (SDO) de la NASA capturó esta imagen de una llamarada solar
Con el aumento de la actividad solar, también se incrementa el flujo de partículas emitidas por la atmósfera solar. Asimismo, esta puede generar un campo magnético que alejaría los rayos cósmicos galácticos, siendo el motivo de esta disminución momentánea en la radiación. De hecho, tal fue la importancia de esa actividad solar, que se registró la mayor caída de radiación cósmica registrada en los últimos 20 años –la última de ellas tuvo lugar en 2003–. Tal como compartieron distintos observatorios, esta disminución de rayos cósmicos pudo incluso llegar al 25 %.
Recordemos que la radiación cósmica puede ser dañina para nuestra salud, especialmente en exposiciones prolongadas o elevadas. También puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer a largo plazo y afectar el sistema nervioso central, cardiovascular y óseo.
En el caso de los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI), estarían más protegidos ante la disminución de radiación, la cuál es más intensa en el espacio. Sin embargo, en la Tierra se ha observado un posible vínculo entre el «decrecimiento Forbush» con la salud cardiovascular. De hecho, se han reportado un aumento en el número de infartos de miocardio durante estos episodios solares.
A la espera de conocer más detalles sobre los posibles efectos, se espera que este mismo 14 de junio, una nueva tormenta solar de intensidad moderada impacte contra la Tierra. En este caso, el Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA (SWPC, por sus siglas en inglés) clasificó este fenómeno como una tormenta geomagnética de tipo G2.