Llamaradas solares gigantes
Ciencia
Qué es el viento solar y cómo puede afectar a la Tierra: «Nuestro planeta no es inmune»
Cada 11 años aproximadamente, el Sol atraviesa un ciclo realmente caótico, manifestado en distintas erupciones solares
En las últimas semanas, las principales agencias y entidades espaciales del planeta se han puesto sobre aviso como consecuencia de las intensas tormentas solares protagonizadas por nuestra estrella. Estas fuertes llamaradas, capaces de generar aurorales boreales, podrían generar apagones masivos en todo el planeta. Esto no es algo nuevo, ya que desde finales del año pasado nuestra estrella se encuentra en su pico de máxima actividad.
Cada 11 años aproximadamente, el Sol atraviesa un ciclo realmente caótico, manifestado en distintas erupciones solares. Esto ocurre cuando dos ciclos magnéticos solares se superponen y compiten entre sí, provocando alteraciones violentas en la corona solar. Como resultado de este fenómeno se generan regiones en las que el campo magnético solar se abre al espacio, conocidas como agujeros coronales y traducidos en fuertes vientos solares.
Estos inmensos vientos serán más fuertes que nunca a lo largo del presente año, cuando el Sol entre en su «zona de combate» o «zona de batalla», con un mayor número de tormentas geomagnéticas intensas. Como consecuencia, los expertos ya aseguran que la actividad geomagnética podría aumentar un 50 % en la atmósfera superior de cara al año 2028.
Recreación de una tormenta solar
De igual manera, los vientos solares derivados de esta zona de batalla pueden viajar a velocidades de hasta 700 kilómetros por segundo, poniendo en jaque a nuestros satélites, traduciéndose en fallos en la navegación aérea, marítima y terrestre.
¿Qué es el viento solar?
Las intensas tormentas o llamaradas solares que lleva registrando nuestra estrella desde hace meses son consecuencia de un fenómeno denominado «viento solar». Esta corriente de partículas cargadas eléctricamente son emitidas por el Sol de manera continua hacia el espacio. En resumidas cuentas, el intenso flujo de este viento acaba derivados en las tormentas electromagnéticas que sufrimos actualmente.
Afortunadamente, tenemos la suerte de que nuestro planeta se encuentra envuelto en un escudo protector llamado 'magnetosfera'. Esta región exterior de nuestro planeta, situada a partir de los 100 kilómetros de altura, desvía la mayor parte del viento solar. Esta protección es crucial para la vida en la Tierra, ya que la intensa actividad de nuestra estrella podría llegar a erosionar la atmósfera, exponiendo al planeta a una enorme radiación.
A pesar de la gran función que lleva a cabo la magnetosfera, la NASA ha destacado que «nuestro planeta no es inmune a las partículas cargadas eléctricamente que conforman el viento solar, y que pueden afectar las comunicaciones y redes eléctricas en tierra».
Por ello, a pesar de que actualmente la vuelta a la Luna y la llegada a Marte se antojan como prioridades para las distintas agencias, desde la NASA están desarrollando formas de proteger a los astronautas de los efectos dañinos del viento solar en sus viajes más largos al espacio profundo.
Prueba de ello es la misión Tracers, lanzada el pasado 23 de julio. Esta iniciativa tiene como principal objetivo ayudar a comprender la reconexión magnética y sus efectos en la atmósfera terrestre. Tal como señala la agencia estadounidense, al comprender este proceso, los científicos podrán comprender mejor los impactos de la actividad solar en la Tierra y prepararse para ellos.