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El astronauta Edwin E. "Buzz" Aldrin Jr.  posa con la bandera estadounidense surante la misión Apolo 11, el 20 de julio de 1969

El astronauta Edwin Buzz Aldrin posa con la bandera estadounidense durante la misión Apolo 11, el 20 de julio de 1969©GTRESONLINE

Ciencia

La NASA resuelve 56 años después el misterio de las perlas naranjas lunares halladas en la misión Apolo XI

En julio de 1969, el ser humano vivió uno de los momentos más importantes de su historia. La misión Apolo XI se convirtió en la primera tripulada que logró llevar seres humanos a la superficie de la Luna. Neil Armstrong, Edwin «Buzz» Aldrin y Michael Collins se convirtieron en los hombres del momento tras posarse por primera vez en el satélite natural, representando uno de los mayores logros tecnológicos y científicos del siglo XX.

A lo largo de su estancia en la Luna, Armstrong y Aldrin llevaron a cabo distintos experimentos científicos, tomaron fotografías y recogieron muestras de rocas y suelo lunar que serían analizadas posteriormente en la Tierra. Después de casi un día en la superficie, emprendieron el viaje de vuelta, aterrizando en el Pacífico el 24 de julio de 1969.

De todas las muestras, el equipo trajo consigo 21 kilos de material lunar, una colección compuesta por rocas, polvo y fragmentos recogidos durante su caminata en la superficie. Estos materiales incluían muestras basálticas, brechas y regolito, ayudando a entender la composición química y mineralógica de la Luna.

La tripulación del Apolo 11 simula el despliegue y uso de herramientas lunares en la superficie de la Luna durante un ejercicio de entrenamiento el 22 de abril de 1969

La tripulación del Apolo 11 simula el despliegue y uso de herramientas lunares en la superficie de la Luna durante un ejercicio de entrenamiento el 22 de abril de 1969NASA

Precisamente, una de estas muestras ha sido objeto de especial atención por parte de los científicos. No solo por peculiar color, sino también por el extenso tiempo que ha llevado el análisis. En concreto, junto a las rocas lunares comunes, los astronautas trajeron a la Tierra una colección de pequeñas esferas o perlas de vidrio naranja y negro, las cuáles han sido un completo misterio durante más de medio siglo.

Ahora, una nueva investigación llevada a cabo por la Universidad de Washington (Estados Unidos) habría arrojado un poco de luz. Estas perlas, de menos de 1 milímetro de diámetro, se formaron hace entre 3.300 y 3.600 millones de años durante erupciones volcánicas en la superficie lunar.

«Son algunas de las muestras extraterrestres más asombrosas que tenemos. Las perlas son diminutas cápsulas prístinas del interior lunar», afirmó Ryan Ogliore, profesor asociado de física en la WashU, sede de un amplio depósito de muestras lunares que fueron devueltas a la Tierra.

Imágenes microscópicas de vidrio volcánico lunar

Imágenes microscópicas de vidrio volcánico lunarKatharine Robinon y G. Jeffrey Taylor / Universidad de Washington

Gracias a las novedosas técnicas de análisis microscópico –las cuáles no estaban disponibles cuando los astronautas de la misión Apolo las trajeron a la Tierra–, los investigadores pudieron observar de cerca estas pequeñas esferas. En concreto, el equipo utilizó el NanoSIMS 50, una microsonda de iones de alta resolución espacial.

«Hemos tenido estas muestras durante 50 años, pero ahora contamos con la tecnología para comprenderlas plenamente. Muchos de estos instrumentos habrían sido inimaginables cuando se recolectaron las perlas por primera vez», declaró Ogliore.

Tal como detalló el equipo, estas perlas se formaron cuando los volcanes lunares expulsaron material del interior a la superficie, donde cada gota de lava se solidificó instantáneamente en el frío vacío que rodea la Luna. Por ello, estas perlas tienen una forma, color y composición química que sería imposible de encontrar en nuestro planeta.

En resumidas cuentas, el análisis de estas muestras han revelado datos fundamentales sobre el origen y la evolución de la Luna. Estas perlas, junto con el resto de piedras encontradas en las misiones Apolo, señalan cómo la Luna fue geológicamente activa en su pasado remoto. Además, sientan las bases para futuras misiones, permitiendo comparar las rocas de Apolo XI con las recolectadas por misiones posteriores y profundizar en el conocimiento de nuestro satélite natural.

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