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19 de abril de 2024

Pablo Alborán, durante su entrevista en 'El Hormiguero'

Pablo Alborán, durante su entrevista en 'El Hormiguero'

'El Hormiguero'

Cómo se imagina Pablo Alborán de mayor: «Igual seré un poco cascarrabias»

El cantante malagueño prepara a conciencia su gira más íntima

Lo mismo tarda dos días en hacer una canción que se encierra horas y horas para preparar su próxima gira. Es Pablo Alborán, que anoche cantó, tocó la guitarra y se divirtió en El Hormiguero.
El motivo de la visita del malagueño fue que el pasado viernes publicó su nuevo sencillo, Castillos de arena, que forma parte de la banda sonora de una telenovela argentina.
«Me llamaron para hacer la canción. Y la verdad es que estaba bastante atemorizado porque me dieron, creo, que dos días o una cosa así. Y entonces, yo odio, lo paso muy mal, cuando hay un pressing así. Porque dices: ‘Ostras, si no llego, ¿qué pasa? ¿Ya no valgo?, ¿ya no sirvo para nada?’ Y lo conseguí», contó. ¿Cómo lo hizo? «Rescaté un par de frases que ya publiqué en mi Instagram. Porque se me ocurren frases y las suelto para que no se olviden después… Y del tirón hice el resto de la canción».
En el vídeo se caracteriza como un veterano astronauta: «El momento que estamos viviendo es un momento en el que tengo la sensación que hay una impaciencia muy grande por las cosas, un momento en el que parece que las noticias catastrofistas, los titulares catastrofistas y la rapidez de las cosas nos invade. Y nos olvidamos a veces de lo que es fundamental, de cuidar lo que tenemos, de cuidar a quien nos cuida. Y quería hacer un vídeo en que hubiese sobre todo un canto a la esperanza», explicó. Un peculiar canto a la esperanza puesto que es un astronauta que vuelve a la Tierra devastada por el ser humano. Solo hay un único superviviente, un niño, que ofrece una serie de enseñanzas al retornado.
Que aparezca levemente envejecido –con canas en la perilla– le sirvió a Motos para preguntar al cantante cómo se imagina de mayor: «Espero ser un abuelo rodeado de familia y espero sobre todo estar lleno de amor hasta los últimos días de mi vida». «Igual seré un poco cascarrabias. Supongo que todos los defectos que uno tiene se harán más grandes, o no». «Espero vivir hasta el último segundo con la misma intensidad con la que vivo ahora», acabó deseando.

Preparando la gira

Está preparando una gira de teatros. Lo hace siguiendo la filosofía de su paisano más ilustre, también llamado Pablo: «La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando», decía el apellidado Picasso. Alborán lo hace a conciencia. «Yo me exijo de ocho a once horas diarias de piano, guitarra y voz».
¿Qué hace durante todo ese tiempo?: «Estoy revisando todo mi repertorio, sentado al piano y a la guitarra. Rearmonizando algunas canciones y, sobre todo, redescubriendo canciones que han sido parte de mi vida, y otras que no he cantado nunca en directo y que quiero hacer».
En la primera parte del concierto estará solo. «Llevo once años sin estar realmente solo en un escenario», precisó. Quiere darle un carácter íntimo a esta gira, prescindiendo también de grandes pantallas y demás parafernalia espectacular. «Era el momento de hacer las cosas otra vez de la manera más fiel a mi esencia».
Pablo Alborán, con su guitarra, en 'El Hormiguero'

Pablo Alborán, con su nueva guitarra, 'Bambalina', en 'El Hormiguero'

En todas las giras estrena guitarra, todas del lutier Vicente Carrillo. La de ésta se llamará 'Bambalina'. La bautizó en directo, pues Motos se la llevó por sorpresa al plató. Mostró gran entusiasmo al verla. Y más al tocarla: «Bua, ¡suena que te mueres!». Y hasta le dio un beso.

La maldición del Grammy

La gira será, seguro, un nuevo triunfo de Pablo Alborán. Donde no acaba de redondear la jugada es en los premios Grammy Latinos. «Es un tema un poquito escabroso», concedió con una sonrisa. «Creo que me han nominado 29 veces y no me ha caído ni uno… Pero no pierdo la moral», afirmó esperanzado.
Contó los rituales de vestuario con los que ha pretendido enterrar esa maldición. Un año acudió a la gala vestido de plata, pues estaba obsesionado con ese metal y quería ver en él una señal de triunfo. En otra gala, que tuvo que seguir desde su casa, vistió unos calzoncillos de halcón, porque ese año no paraba de ver aves rapaces. De hecho, le entró «un pedazo de águila dentro de la habitación» de su ático. Otro día accedieron dos a su terraza. Y vio a otra volar sobre el centro de Madrid. Todo eran señales, pero equivocadas: un año más se quedó sin Grammy Latino.
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