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Isabelle Junot, en 'MasterChef Celebrity'

Isabelle Junot, en MasterChef CelebrityLa 1

La semana de la tele

De mayor quiero ser «playboy internacional»

La hija de Philippe Junot es candidata al triunfo en MasterChef Celebrity

Dicen que la protagonista de la semana televisiva ha sido una señora que ha insultado en vivo y en directo a Ortega Cano, una abogada que se ha abierto paso en la selva de Sálvame de la manera habitual, o sea, a machetazos verbales. Apunta a Personaje Revelación del 2022 del circo de Jorgeja.

Esta columna, titulada inequívocamente «La semana de la tele» y pegada por tanto a la candente actualidad, tendría que estar dedicada a esta nueva estrella fugaz, que ha tenido actuaciones estelares en varios programas de Telecinco –la última, en Viernes Deluxe– y ha hecho arder las redes sociales. Pero no. No hablaremos de Patricia Donoso, que así se llama esta mujer. Una alternativa sería dedicar este espacio a Ana Rosa, porque nada puede superar a un regreso triunfal, pero lo ocurrido allá por el lunes ya suena a prehistoria en un mundo que va tan rápido. Y es por esta misma razón por la que también descartamos como eje de este balance semanal a la figura que AR interrogó el día de su retorno, Ortega Cano. El torero se convirtió en hazmerreir nacional con su declaración de amor a su aún esposa en la que presumió de su «semen de fuerza». Sería un gran momento para reflexionar sobre aquello que me dijo una vez, después de soplarse dos gin-tonic (que aboné yo, él no hizo ni el ademán): «El toreo tiene un toque femenino». Pero no. Tampoco hablaré del coletudo.

Hablaré –basta ya de preliminares– del que fue, cronológicamente hablando, mi tercer ídolo infantil-juvenil. Porque se lo debo. El primero fue Pierre Littbarski, un hábil y veloz delantero de la RFA. El segundo fue Juan Antonio Corbalán, al que una vez que ganamos a Estados Unidos en el Mundial el diario As le dio un cuatro de puntuación, cuando lo máximo permitido era tres. El tercer ídolo lo encontré en la peluquería y lo tenía guardado en un cajón cerrado de la memoria hasta que comenzó la actual edición de MasterChef Celebrity y la vi a ella.

Vaya por delante que, a vista de tele, parece una muchacha encantadora. Que se ha ganado por su simpatía a todos sus compañeros y que tiene tan buena mano en la cocina que el resto de las aspirantes la señalan como el «caballito ganador» de la edición. Pero uno no puede evitar una sonrisa cada vez que Isabelle Junot –de ella hablamos– aparece los lunes en MasterChef Celebrity y la rotulación indica a qué se dedica la muchacha fuera de los platós televisivos: «Coach de nutrición intuitiva».

Es inevitable la búsqueda en Google, que nos informa de que el concepto de alimentación intuitiva lo idearon dos dietistas estadounidenses, Evelyn Tribole y Elyse Resch, allá por 1995. El asunto va –a grandes rasgos– de comer cuando apetezca y parar cuando estés lleno, de «escuchar» las señales del cuerpo. A ver: no parece que Tribole y Resch hayan inventado la rueda, pero al menos esto de la alimentación intuitiva parece no alcanzar el nivel de majadería de la dieta macrobiótica que le dejaron promocionar a Amelicious, ex concursante de MasterChef, en este programa de la cadena pública. En todo caso, que Isabelle sea «coach de nutrición intuitiva» la convierte en una digna hija de su padre, porque uno intuye que siendo «coach de nutrición intuitiva» vives muy bien. Y hasta aquí queríamos llegar: hasta el «bon vivant» de su padre, Philippe Junot. Mi tercer ídolo.

Aunque desde que tengo uso de razón quise ser periodista, las dudas de la adolescencia –esa edad confusa en la que pronto se podrá cambiar de sexo– hicieron tambalear esa vocación. Para ser más precisos, el culpable de esas vacilaciones fue Philippe Junot. Descubrí su existencia en una peluquería, pasando fotos en una revista del corazón. La clave estaba en su presentación, en el equivalente al rotulito televisivo de su hija. Él no era «coach de nutrición intuitiva». Qué va. Era «playboy internacional». El amigo que me acompañaba a cortarme el flequillo y yo concluimos que aquella que ejercía aquel señor era la mejor profesión del mundo. ¿Quién no quiere ser «playboy internacional» a esa edad en la que empiezan a despertar los sentidos? Como proclamó de forma solemne mi colega, ser «playboy» ya es la bomba, incluso nacional, pero es que si aún encima lo eres «internacional» es imposible imaginarte una ocupación mejor. Durante varias semanas, cuando los amigos de nuestros padres nos preguntaban que queríamos ser de mayores, respondíamos, para asombro generalizado, «playboy internacional».

Las condiciones físicas y económicas nos hicieron renunciar a nuestro sueño al llegar a la vida adulta. Pero vaya desde aquí mi tributo a Philippe Junot, explayboy internacional. ¿Cómo qué ex? Pues sí, porque si lo buscan en Wikipedia les pondrá su nueva ocupación. Y, oye, tampoco está mal: «Capitalista de riesgo». En esta familia, tanto antaño como hoy, tienen unas ocupaciones estupendas.

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