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17 de junio de 2024

El director francés Michel Hazanavicius abandona el estreno de 'La Plus Precieuse Des Marchandises (La más preciada de las cargas)'

El director francés Michel Hazanavicius abandona el estreno de 'La Plus Precieuse Des Marchandises (La más preciada de todas las mercaderíasEFE

Cine

Una buena idea, pero mal ejecutada: el director francés Hazanavicius lleva el Holocausto a dibujos animados

Si bien causaba curiosidad un filme como La más preciosa de todas las mercaderías, lo que se vio fue una buena idea mal aprovechada; empezando por la creación plástica de los personajes dibujados por el mismo director

Con una buena idea, mal llevada a cabo, se concluyó la 77ª edición del Festival de Cannes, que espera solo los premios que se anunciarán hoy al caer la tarde en Europa.

En efecto, si bien causaba curiosidad un filme como La plus précieuse des marchandises (La más preciosa de todas las mercaderías) que trataba el tema del Holocausto en versión de dibujos animados, lo que se vio fue una buena idea mal aprovechada por Michel Hazanavicius, empezando por la creación plástica de los personajes dibujados por el mismo director.

Inspirado en un cuento de Jean-Claude Grumberg, autor también del guion junto con Hazanavicius, el filme cuenta la adopción de parte de una pareja de ancianos leñadores de un bebé arrojado desde un tren que se dirigía al campo de concentración de Auschwitz y que veinte años después se encuentra con un sobreviviente del Holocausto.

La mayor parte de los escuetos 80 minutos que dura el filme está dedicada a la suerte de este bebé y al altruismo de algunos personajes que se alían para procurarla contra el egoísmo y la intolerancia del resto de la sociedad. Más que del Holocausto en sí mismo, pues, Hazanavicius habla de la actitud de la gente con respecto a éste pero todo se presenta deshilvanado dando la impresión de un filme no terminado, agravado por la fealdad de los personajes creados por el director, la rudimentaria y anticuada animación y una música omnipresente y molesta de Alexandre Desplat.

«Un crepúsculo de los dioses»

Así se concluye este festival caracterizado por lo que bien puede llamarse un crepúsculo de los dioses, con grandes y veteranos cineastas como Francis Ford Coppola, David Cronenberg, Paul Schrader, Kirill Serebrenik y, en menor medida, Paolo Sorrentino y Yorgos Lanthimos que presentaron obras anticuadas o repetitivas, que poco agregan a la añosa y prestigiosa carrera de estos «dioses» del séptimo arte.

Fue la generación intermedia con Jacques Audiard, Miguel Gomes, Jia Zhang-ke, Emanuel Parvu y Mohammed Rasoulof la que mantuvo en alto el pabellón de la creación cinematográfica mundial, renovada por las nuevas voces, recientes o ya afirmadas que aseguran el porvenir del cine.

Estamos hablando del francés Audiard con su comedia musical mexicana, Emilia Pérez, donde se describe la trayectoria de un gánster transexual que se redime en obras de beneficencia, por medio de una coreografía innovadora, del portugués Gomes que en Grand Tour persigue por siete países asiáticos a una novia plantada ante el altar en busca de su prometido prófugo y realizando un filme absolutamente libre y el iraní Mohammad Rasoulof que en The Seed of the Sacred Fig vuelve a denunciar al régimen de los ayatollahs que lo obligó este mismo mayo a exiliarse clandestinamente en Europa.

Pero también hablamos del norteamericano Sean S, Baker que trajo solaz al festival con la divertida e ingeniosa comedia Anora, del rumano Parvu que en Tres kilómetros hasta el fin del mundo observa con gran sensibilidad el drama de un adolescente en fuga de una sociedad retrógrada que le reprocha su homosexualidad y del chino Jia que en Atrapado por las mareas sigue a una pareja que se reencuentra después de veinte años. En resumen, un festival de buena calidad que no presentó una posible obra maestra que imprima personalidad a esta 77ª edición.

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