Michael y Kirk Douglas, en el rodaje de ¡Hail, héroe!
Cine
El consejo que Kirk Douglas le dio a su hijo Michael para poder dedicarse al cine
Quién sabe si hubiese triunfado en Hollywood de no haber escuchado los consejos de su padre
Kirk Douglas nació en plena Primera Guerra Mundial y falleció a los 103 años, durante la pandemia del covid. Entre medias, el legendario actor fue testigo clave de la historia del cine y también formó parte de ella. Figura destacada del Hollywood clásico, se convirtió en uno de los mayores atractivos de una época repleta de iconos. Y eso que de pequeño tampoco creció con grandes aspiraciones personales.
Nacido como Issur Danielovitch en Ámsterdam (Nueva York) una pequeña ciudad al norte del estado a orillas del río Mohawk, era hijo de inmigrantes judíos de la región de Mogilev del Imperio ruso (actual Bielorrusia) y el único varón entre seis hermanos.
La familia hablaba yidis en casa, y su vida en Estados Unidos apenas mejoró con respecto a las precarias condiciones que sus padres habían dejado en su país natal. Douglas recordaría una infancia casi en la indigencia, con una familia numerosa que apenas sobrevivía con los centavos y las monedas que su padre ganaba como trapero vendiendo chatarra en la calle desde una carreta tirada por caballos.
Esos inicios desesperados forjaron su carácter: tenaz, compasivo, beligerante y egoísta. La huella psíquica de la degradación de su padre –que abusaba psicológicamente de la familia– y de su propia infancia abyecta quedó patente en el título que elegiría para su autobiografía, El hijo del trapero.
Las obras de teatro en las que participaba en el instituto le permitieron desconectar de su realidad y descubrir su talento para la actuación. Con una beca, estudió en la Academia Americana de Arte Dramático de Nueva York, donde tuvo como compañera de clase a una adolescente llamada Betty Joan Perske, más tarde conocida como Lauren Bacall.
Padre e hijo, en una gala benéfica
Fue ella quien, años más tarde, dio su nombre al productor Hal Wallis para participar en El extraño amor de Martha Ivers. Poco a poco, fue consiguiendo trabajo en películas del star system hollywoodiense. No eran papeles protagonistas, pero sí sólidos personajes secundarios que le fueron abriendo puertas hasta convertirse en la leyenda que hoy conocemos.
Con una sombra tan alargada como esta, lo fácil para su hijo Michael Douglas habría sido elegir un oficio que no fuese el de actor. Sin embargo, quiso honrar a su padre y su distinguida carrera está avalada por dos Oscar –por Alguien voló sobre el nido del cuco y Wall Street–, cinco Globos de Oro y un Emmy, lo que subraya su gran impacto en la industria.
«Al principio de mi carrera, interpreté papeles de jóvenes sensibles, porque era lo único que no interpretaba mi padre», explicó en una entrevista, en referencia a cómo intentó distinguirse de su padre, a quien siempre ha considerado su gran maestro. «Estar en el set y observar el proceso» le permitió comprender cómo funcionaba la industria de primera mano y cómo se construía un proyecto desde cero.
Entre toma y toma, Kirk Douglas también aprovechaba para aconsejar a su hijo. En este sentido, Michael todavía recuerda a día de hoy una perla de sabiduría que ha sido determinante en su carrera. «Como actor, también necesitas la capacidad de escuchar», le dijo. «Los buenos actores saben escuchar». Sin duda, una lección de vida para un hombre que quería escapar de la leyenda de su padre y terminó haciendo exactamente lo mismo que él: convertirse en otra.