El artista Neil Harbisson con su antena
El artista con antena que escucha los colores
Neil Harbisson, considerado un cíborg, optó por un implante en su cabeza para resolver sus problemas cromáticos de nacimiento
Afectado por una enfermedad rara, Neil Harbisson solo ve en blanco y negro. Pero este artista se colocó una antena en el cráneo que le permite transformar los colores en sonidos y escucharlos como música.
A primera vista, la antena de metal que sale de su cabeza parece una pequeña lámpara de lectura, pero el implante le permite captar las frecuencias de los colores y traducirlas en sonidos que, por conducción ósea, llegan hasta sus oídos.
Harbisson explica el proceso: «Me permite sentir los colores del infrarrojo al ultravioleta mediante vibraciones en mi cabeza que se convierten en sonido, es decir, realmente puedo escuchar los colores».
Primer plano de la antena del artista cíborg
Por ejemplo, este artista afincado cerca de Barcelona puede escuchar La Reina de la Noche de Mozart pasando su antena por delante de un cuadro hecho de bandas de colores brillantes, que corresponden a esta aria de La flauta mágica. Su cerebro ya está condicionado para asociar colores y sonidos.
Artista cíborg
Neil Harbisson nació con acromatopsia, una enfermedad rara que hace que solo pueda ver en blanco y negro. Sin embargo, desarrolló una obsesión por el color que le llevó a operarse para colocarse la antena que diseñada durante sus estudios en la universidad. El artista reconoce que «ser un cíborg significa que la tecnología es parte de tu identidad».
La antena de Harbisson supone un paso más en la técnica de la conducción ósea que ya utilizó Beethoven hace 200 años cuando comenzó a quedarse sordo. El compositor alemán descubrió que podía oír si ponía un extremo de un palo de madera sobre el piano y el otro entre sus dientes mientras tocaba.
El 'artista cíborg' recuerda que «al principio, todo era caótico porque la antena no me decía: 'azul, amarillo, rosado'. Me daba vibraciones y no sabía qué color tenía enfrente, pero después de un tiempo, mi cerebro se acostumbró y lentamente se volvió parte de mi percepción».
Neil Harbisson, en su estudio de Mataró
El collar del tiempo
Ahora, este cíborg británico de 39 años está probando un collar con el que quiere sentir físicamente el paso del tiempo. «Hay un punto de calor que se tarda 24 horas en dar la vuelta a mi cuello y me permitirá sentir la rotación del planeta», explica.
Su idea es que el cerebro se adapte lentamente a la sensación física del paso del tiempo, tras lo cual podrá ser posible manipular dicha percepción.
«Una vez que el cerebro se acostumbre, puedes usar una aplicación para hacer cambios sutiles a la velocidad del punto de calor, lo que debería alterar la percepción del tiempo», detalla.
Con un prototipo anterior fracasó ya que le producía quemaduras a las 6pm. «Es un arte que conlleva algo de riesgo, pero es un riesgo desconocido porque no tenemos mucha historia de la unión de cuerpos y tecnología», concluye.