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07 de mayo de 2024

Juan Ramón Jiménez, en la terraza de su casa de la calle de Lista de Madrid, en 1923

Juan Ramón Jiménez, en la terraza de su casa de la calle de Lista de Madrid, en 1923Fundación Juan Ramón Jiménez

El deseo de Juan Ramón Jiménez: «Ayudar al joven, criticar al maduro y tolerar al viejo»

La presentación de la XLIII edición del Premio Iberoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez reúne a Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta del poeta de Moguer, y a los los poetas Elena Medel y Alejandro Simón Partal

Su obra poética no es solo una de las mayores contribuciones a la literatura española, sino que es dilatada y creciente: cada cierto tiempo se incorpora algún inédito, como los poemas de amor que le dedicó a su mujer, Zenobia Camprubí, publicados de manera póstuma bajo el título Idilios. Perfeccionista hasta la obsesión, delicado y algo neurótico, elegante y, ante todo, amante de la belleza y de la esencia pura de todas las cosas, Juan Ramón Jiménez continúa siendo el eje vertebrador de la poesía española. Y es por ello que uno de los premios líricos más relevantes lleva su nombre.
Ser el premio de referencia de las letras iberoamericanas es la firme apuesta del Premio Iberoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, que acaba de presentar su 43 edición en Casa de América. El acto-homenaje a la figura del Nobel de Moguer contó con la presidenta de la Diputación Provincial de Huelva, María Eugenia Limón Bayo; el alcalde de Moguer y vicepresidente de la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, Gustavo Cuéllar; Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta del poeta, y Enrique Ojeda Vila, director general de Casa de América. Porque Juan Ramón no se entiende sin su Huelva natal, pero tampoco sin las Américas a las que se desterró, de Florida a Cuba, Argentina o Puerto Rico, donde acabaría falleciendo.
La sobrina-nieta de Juan Ramón Jiménez, Carmen Hernández-Pinzón, durante su intervención en la Casa de América

La sobrina-nieta de Juan Ramón Jiménez, Carmen Hernández-Pinzón, durante su intervención en la Casa de América

La periodista y escritora Marta Fernández condujo el acto, destacando precisamente esa alianza con el continente americano, que comenzó mucho antes de su exilio, cuando conoció al poeta nicaragüense Rubén Darío, que residía por entonces en Madrid como corresponsal del periódico La Nación. Juan Ramón lo visitaba frecuentemente en su piso de la calle Marqués de Santa Ana, y en una ocasión le dijo: «Usted va por dentro».
«Poco podía pensar Juan Ramón Jiménez que pasaría, como Colón, a impregnarse de Puerto Rico, la Isla de la Simpatía. América estuvo siempre presente para él: primero en los versos de Rubén Darío, luego en su compañera permanente, alma y musa del poeta, y finalmente en el exilio, cuando tras ser desterrado es acogido por Nueva York, Cuba, Puerto Rico, Florida, Argentina y Uruguay», destacaba la presidenta de Huelva. Es en Argentina precisamente cuando el Nobel se da cuenta de que su poesía «nunca volverá a ser la misma»: son los tiempos de Dios deseado y deseante y de Lírica de una Atlántida, dos de sus obras cumbre.
La presidenta de la Diputación de Huelva también recalca su compromiso de «convertir el premio en el mejor dotado en lengua castellana en el mundo, para que sea la referencia de las letras iberoamericanas». En este sentido, ha recordado que si en 2019 la dotación era de 6.000 euros, en la presente edición se han alcanzado los 20.000, y en 2024, el premio ascenderá a 25.000. Así mismo, enfatizó la dimensión iberoamericana del galardón, «que goza de una inmejorable salud»: en los últimos dos años se ha doblado la participación, pasando de 500 a mil obras presentadas.
La periodista Marta Fernández, en un momento de su charla con los poetas Alejandro Simón Partal y Elena Medel

La periodista Marta Fernández, en un momento de su charla con los poetas Alejandro Simón Partal y Elena Medel

Por su parte, el Alcalde de Moguer, haciendo referencia al legado de Juan Ramón, señaló que, «en cada una de sus palabras destinadas a nuestro pueblo, nos dejó una gustosa obligación que tenemos que cumplir». Afirmó que la esencia del poeta sigue impregnada en sus calles, y aseguró que igual que «los musulmanes tienen el Corán, y los cristianos la Biblia, los moguereños tienen Platero y yo. Moguer va en nuestro ADN».

Impulsar a los jóvenes poetas

«Decía Juan Ramón Jiménez que su deseo era 'ayudar al joven, criticar al maduro y tolerar al viejo'. Por ello, este premio tiene hoy más sentido que nunca». Así comenzaba Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta del onubense e incansable defensora de su legado, sin la que no conoceríamos gran parte de su obra, su intervención en el acto.
Alabando la Fundación Juan Ramón Jiménez y su incansable labor, Hernández-Pinzón destacó «la importancia de este premio para ayudar a los autores a darse a conocer». Igual que hizo Juan Ramón, entre otros, con los poetas de la generación del 27, «si bien ellos luego le traicionaron y le dieron la espalda». La sobrina nieta del poeta ha recordado también cómo éste, cuando vivía en América, «necesitaba alimentarse de sus raíces y de su entorno», dejando como resultado «una obra impregnada de su tierra».
A continuación, los poetas Elena Medel y Alejandro Simón Partal establecieron un coloquio sobre la figura del poeta universal. Para Simón Partal, «ser poeta es una forma de estar en el mundo, de no pasar de puntillas por la vida». Explicó que uno de los lemas juanramonianos que transmitía a sus alumnos universitarios es que «escribir es desaparecer» y añadió: «En su poética, otro de los dogmas es que no hay que carpintear el poema, hay que ir a la esencia, a lo elemental», concluyendo que «la poesía o es buena, o es indiferente».
Elena Medel, por su parte, describió a Juan Ramón como «un poeta que vuela alto, pero al mismo tiempo tiene los pies en la tierra», y puso en valor «el andamiaje de su escritura, en la que hay una presencia en todo momento de quien va a leer esos poemas». Para Medel, sus versos son «un taller de escritura inagotable». Además, la poeta y editora hizo referencia a la labor del Nobel como editor: «Mira al futuro pero también al pasado. Invita a leer a quienes vienen, pero también a aquellos de quienes venimos».
Cerró el acto la actriz Aída Folch recitando Nostalgia, de Juan Ramón Jiménez, en un acto que demuestra la vigencia del galardón. Los autores y los libros premiados constituyen, como reconoce la crítica especializada, una de las mejores antologías de la poesía española contemporánea. En ellos se encuentran ejemplos de todos los gustos, estilos y tendencias de nuestra lírica. De Cuba a Chile pasando por casi todo el territorio nacional la participación es amplia, en especial entre España y la América Hispana, como rememorando la misma itinerancia de nuestro Nobel, poeta entre dos mundos.
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