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11 de mayo de 2024

El artista fallero Ximo Esteve, en su taller de Valencia, con un boceto y una de las fallas de este año, que representa al personaje de cómic Harley Quinn

El artista fallero Ximo Esteve con un boceto y una de las fallas de este año

Ximo Esteve, artista fallero: «No hay relevo generacional, no hay apoyos. Esto es una ruina»

El Debate entra en la Ciudad de los Artistas Falleros para conocer este arte, motor abandonado del gran atractivo de la ciudad

Muchos no lo saben, ni siquiera los de la terreta, pero Valencia cuenta con su propia Ciudad de los Artistas Falleros, de donde han salido las carrozas de Ben-Hur o los camellos de Lawrence de Arabia: en los años 40, el Gobierno de la ciudad, con el artista fallero Regino Mas a la cabeza, impulsaron la unificación en un solo barrio de todos los agremiados posibles para poder disponer de locales adecuados para la realización de su trabajo.
Una de las calles principales de la Ciudad del Artista Fallero, situada al norte de la ciudad de Valencia, en Benicalap

Una de las calles principales de la Ciudad del Artista Fallero, situada al norte de la ciudad de Valencia, en BenicalapMaría Serrano

El Debate ha visitado la Ciudad del Artista Fallero de la mano de Visit València para conocer el proceso de elaboración de las enormes tallas. En el taller de Ximo Esteve, maestro fallero vocacional desde hace 47 años, se encuentra una de las gigantescas figuras que pronto pasará a mejor vida, la de la villana Harley Queen. Es una de las integrantes de la falla que desmitifica a superhéroes como Lobezno, Tor o Batman, transformándolos en personajes de carne y hueso, cansados, entrados en kilos y avejentados.
Ximo Esteve se encarga de la temática, el diseño, los materiales (ahora, corcho; antes, moldes de barro sobre armazones de madera), la construcción, el transporte y la ubicación, siempre tras el encargo de una comisión fallera. De media, trabaja dos meses y medio por cada falla. «No solo somos artistas falleros, sino artesanos», explica orgulloso. De ahí que también sea el responsable de muchas de las obras que pueblan espacios como el Parque Warner, Terra Mítica o Disneyland Paris. «Vivir de las Fallas no es rentable; no da de comer. Hay mucha precariedad y los gastos son tremendos. Si seguimos así, dentro de unos años no habrá quien se dedique a esto. A las nuevas generaciones no les compensa», lamenta en tono crítico.
–¿De dónde le viene esta pasión?
–Soy artista fallero de segunda generación: es una pasión heredada. Me gustaría comprarme otra nave para seguir creciendo, pero se las vendieron al mejor postor: ahora los artistas no podemos alquilar naves para trabajar o almacenar las fallas en ellas, y han subido muchísimo los precios. Todo, por la economía; pero la economía artística es nula. Este trabajo no es económicamente rentable, y yo soy el primero que está padeciendo una subida de materiales brutal.
–¿Se ha notado en los materiales con los que trabaja?
–Partimos de un tablón y de una placa de corcho, pero luego se añaden otros tantos, además de la mano de obra. Hemos tenido que contratar a muchísima gente. Trabajamos como cosacos, contrarreloj, para un rendimiento nulo, porque el beneficio se lo ha comido el aumento del precio de los materiales. Prácticamente llevamos un año trabajando gratis, con una gran sensación de fracaso. Esto es una ruina. No cierro porque me quedan tres años para jubilarme y esta es mi gran pasión.
La placa que señala el lugar en el que el artista Ximo Esteve tiene su taller en la Ciudad del Artista Fallero de Valencia

La placa que señala el lugar en el que el artista Ximo Esteve tiene su tallerMaría Serrano

–El corcho es algo relativamente nuevo, ¿verdad?
–Sí. Nosotros trabajábamos en un estilo más artesano, modelando en arcilla y barro sobre armazones de madera. Luego sacábamos un molde de escayola y lo reproducíamos en cartón-piedra. El corcho es un elemento muy rápido de trabajo y es muy útil, sobre todo ahora que se trabaja con robots de fresadora, con modelos en 3D: imprimes y montas las piezas como un puzle. Pero la artesanía… ¿dónde está?
–Pero sí será más rentable
–Bueno, como se hace más rápido y más «fácil», lo que hacen los artistas falleros es hacer las tallas más grandes. Así que lo que nos podíamos ahorrar por el material y la forma de trabajo lo perdemos por el volumen, porque también es más caro almacenarlo y transportarlo. Como artistas somos muy buenos, pero como empresarios somos muy burros: no tenemos medida, y eso está matando el oficio.

Como artistas somos muy buenos, pero como empresarios somos muy burros: no tenemos medida, y eso está matando el oficio

–¿Y cuál es la solución?
–Soy artista fallero porque me gusta y sé hacerlo. Pero tengo dos hijos ingenieros que han visto cómo trabajamos, la paliza que nos pegamos, y ven que no es rentable. Así que en este oficio no hay apoyos y no hay relevo generacional: es una ruina abocada al desastre.
–¿Nadie heredará su taller?
–Desde luego, mis hijos no. Si eres ingeniero de producto ves claramente que hay productos en los que no merece la pena invertir. Hoy en día hay muy pocos aprendices, muy pocos interesados realmente en saber quién hace las fallas que luego acuden con tanto interés a ver en la ciudad.
–¿Hay falta de oficio?
–Hemos tenido la desgracia de la pandemia, y la gente tenía que comer. Así que se han ido a trabajar a Mercadona, que parece que da más estabilidad y seguro que paga mejor las facturas. Pero el gran problema es ese: no hay oficiales. No puedes sacar adelante un taller si no tienes un pintor, un escultor, un carpintero. Y siento decir esto, pero los jóvenes no quieren trabajar, y lo digo por experiencia: aquí hay que madrugar, hay que mancharse las manos y llenarse de polvo, hay que estar muchas horas de pie, es un trabajo muy físico. Si cobras un paro de 700 euros, ¿vas a trabajar por 1.200, que es la base mínima, lo que cobra mi aprendiz?
Imagen del taller de Ximo Esteve, que lleva casi 50 años elaborando monumentos falleros

Imagen del taller de Ximo Esteve, que lleva casi 50 años elaborando monumentos fallerosMaría Serrano

–¿Cree que los españoles, los valencianos, tienen romantizado este oficio?
–Absolutamente. Hay que desmitificarlo. Es un trabajo bonito, pero una cosa es la estética y otra es llegar a fin de mes. Si yo tuviera que seguir cinco años más, lo dejaba ahora mismo, porque es ruinoso.
–¿Cuánto tiempo lleva haciendo monumentos falleros?
–Toda la vida: 47 años. Empecé con 16 años y tengo 63. Y es un trabajo muy exigente: por dentro estoy avejentado. Y aunque no ha sido rentable nunca, siempre ha sido un oficio en el que no faltaba el trabajo, y todo era más barato, así que te dejaba un poco de margen de beneficio. Yo no he podido coger más trabajo porque querían subirme el alquiler de las naves, y al no poder afrontarlo, han buscado empresas que sí pueden. Así que no es que no quiera trabajar más, es que no me dejan.
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–Las Fallas son la carta de presentación de Valencia. Se impulsan desde turismo, como motor económico, social y cultural. ¿Por qué están tan abandonados los artistas?
–Somos un conjunto que no llega a las 500 personas repartidas en los tres gremios, en Alicante, Burriana y Valencia. En total, 480 artistas para las cerca de 2.000 fallas que hay en toda la Comunidad Valenciana. Pero nosotros no somos solo artistas falleros, somos artesanos: somos diseñadores, somos constructores y somos innovadores, especialmente en materiales. Hemos construido el Parque Warner, Terra Mítica y Disneyland París. Hemos hecho escenarios como el del Medusa Festival o el enorme Tomorrowland. También las carrozas de Ben-Hur o los camellos de Lawrence de Arabia. Hemos construido coliseos, columnatas de 20 metros, escalinatas, palcos, estatuas romanas. El que ha ganado dinero, no ha sido por hacer fallas, pero entonces había menos competencia.

En total, somos 480 artistas para las 2.000 fallas que hay en toda la Comunidad Valenciana. Pero nosotros no somos sólo artistas falleros, somos artesanos

–Las ayudas van a la implantación de empresas extranjeras aquí. ¿No hay ayudas entonces para los artesanos, para algo tan propio de Valencia (y tan aprovechado políticamente) como las Fallas?
–Hoy he hablado con el nuevo conseller, y no tenía ni la más remota idea de en qué condiciones trabajamos. ¿Cómo es posible? Esto lleva sucediendo mucho tiempo; yo llevo diez años diciendo lo mismo. Estamos aquí porque la generación anterior ha muerto, pero cuando muramos nosotros, esto desaparece. De 62 talleres que se pusieron en marcha en los 60, quedamos en activo menos de 20.
–Cuando se impulsó esta «ciudad», también crearon viviendas. ¿Qué queda de aquello?
–Construyeron 1.200 viviendas, pero esto ahora mismo es un barrio degradado. De «fin de carrera» como decimos aquí, que no tiene continuidad porque nos han construido una ronda alrededor que hace de cinturón y nos bloquea a todos los niveles. Hoy, quien viene aquí es porque vive aquí: no es un lugar de paso. Por eso mucha gente de Valencia no conoce la Ciudad de los Artistas Falleros.
–¿Entonces es falta de conocimiento o mirar para otro lado?
–Falta de conocimiento no puede ser. Simplemente, los políticos tienen otros objetivos que consideran más importantes. Hay solares que llevan 50 años parados porque nadie se ha implicado en darles vida, o los tienen empresas privadas que no quieren bajar los alquileres. Así que construyes una Ciudad de los Artistas y los artistas se tienen que ir a pueblos a 25 kilómetros de distancia para poder trabajar. No tiene ningún sentido…
El artista fallero Ximo Esteve, a las puertas de su taller

El artista fallero Ximo Esteve, a las puertas de su tallerMaría Serrano

–A nivel asociativo lo lógico sería que si ustedes están aquí y hay 20 talleres a día de hoy en activo, la comunidad apoye, por ejemplo, una ruta, especialmente ahora que se habla de turismo experiencial.
–Uno de los proyectos consiste en desestacionalizar las fallas: que no se concentre todo en estos días de marzo y que la fiesta ocupe más semanas, como se ha hecho con el Carnaval de Viareggio, en Italia (que por cierto, vinieron a aprender de nuestras tallas). Y ahí tendría sentido que contaran con nosotros, que nos pasamos diez meses elaborando las fallas. El Ayuntamiento de Viareggio montó una «ciudad fallera», que es un óvalo enorme, y consiguieron crear turismo a su alrededor. ¡Y por aquí no pasa ni el autobús turístico!
–Aunque en general los ciudadanos no se interesen por el proceso, ¿sigue habiendo interés por la Cremá?
–Creo que el foco está puesto en la fiesta, en la comida y, tristemente, en la bebida. No hay educación fallera. Las fallas estorban, molestan y son caras. Además, hay que quemarlas. Yo creo que se nos ha ido de las manos, no hay control. Ni siquiera las comisiones arbitrales ven las fallas. No está bien regulado, no está bien organizado. Siento ser tan crítico, pero llevo muchos años en esto, y mi familia tantos años más.
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